Por Pedro Pierre

En “elecciones” está la palabra ‘lecciones’. Son estas que tenemos que discernir para construir el futuro que dibuja el pueblo ecuatoriano a partir de su votación en las urnas. A un ‘nuevo humanismo’ dedica el papa Francisco su última carta encíclica “Todos somos hermanos y hermanas”. No sólo se dirige a los cristianos sino también a las mujeres y a los hombres de buena voluntad para construir una hermandad universal. Su carta ha tenido mucha difusión y acogida en todos los niveles de la sociedad y del planeta. Sus palabras pueden confirmar nuestras luchas y adelantar para muchos un futuro mejor… sobre todo si nos unimos bajo la bandera de un humanismo verdaderamente liberador.

LAS VOTACIONES NOS MARCAN EL CAMINO

Las últimas elecciones nos ofrecen una clara opción de país. Además de priorizar la Revolución Ciudadana, son un rechazo frontal al sistema capitalista que nos desgobierna. Ahora el desafío es no solamente ‘resistir y rechazar’, sino ‘combatir y sustituir’ este sistema de muerte para que no terminemos desanimados diciendo: “Hemos arada en el mar”.

Les elecciones del 7 de febrero nos confirman una verdad y 2 preferencias. La verdad contundente es la renovada confianza en la Revolución Ciudadana a pesar de todas las trabas y mentiras que tuvo que sobrellevar: Supera con más de 12 puntos a los siguientes candidatos. La primera preferencia es que quede patente el rechazo a los partidos de derecha y su programa neoliberal: sufren la mayor debacle de su historia. La unión del Partido Social Cristiano (lista 6) de Jaime Nebot con el partido CREO (Creando Oportunidades) del banquero Guillermo Lasso ni logró 20% de los votos. La segunda preferencia es la confianza expresada al movimiento indígena representado por su partido Pachakutik que logra un porcentaje al de los 2 partidos de derecha. Es su mayor logro en elecciones nacionales desde su fundación en 1995.

Lo reconoce el historiador ecuatoriano Juan José Paz y Miño Cepeda: “La votación por el binomio Yaku Pérez/Virna Cedeño (19.38%) es, en esencia, el reconocimiento al movimiento indígena y su historia de resistencias, que en octubre de 2019 volvió a manifestarse contra el modelo empresarial-neoliberal, luchó por intereses nacionales y sufrió la brutal represión que continuó, de inmediato, con la judicialización de sus principales dirigentes… Captó a diversos sectores afectados con las políticas del gobierno de Lenín Moreno. Logró expresar a quienes están en desacuerdo con el extractivismo.” Además la CONAIE ha plasmado su programa de gobierno en un documento elaborado después del levantamiento de octubre 2019: “Minga por la vida. El Parlamento Plurinacional de los Pueblos, Organizaciones y Colectivos Sociales del Ecuador al Pueblo Ecuatoriano”. Buscan responder a las necesidades de los sectores no sólo indígenas sino también populares al nivel del campo y de la ciudad.

La significativa votación por la Izquierda Democrática añade contundencia al rechazo a las derechas. En cuanto a los demás 12 binomios y sus ‘deslumbrantes’ representantes, ya se perdieron en el cementerio de la historia. En estas elecciones es notoria la ausencia total de partidos que se reclamaban de la izquierda. Estas izquierdas tradicionales se suicidaron al casarse con el neoliberalismo de Lenin Moreno y al enfermarse de odio anticorreista. Felizmente varias organizaciones sociales se inspiran de las mejores intuiciones y proposiciones del socialismo y el marxismo, empezando un nuevo camino desde las bases de la sociedad.

Ahora, no podemos ser ingenuos. Es cierto que los partidos de derecha han perdido estrepitosamente la batalla electoral, pero no el poder financiero y económico. Durante 4 años se han fortalecido mediante a la traición del actual presidente que les está permitiendo la acumulación perversa de dinero y de bienes comunes, la fuga de capitales en los paraísos fiscales, la sumisión vergonzosa al FMI (Fondo Monetario Internacional), los atropellos a los trabajadores y obreros, y la destrucción del país… Tienen también el poder cultural neoliberal que anida, muchas veces inconscientemente, en cada uno de nosotros: Muchos pensamos y queremos vivir como pequeños capitalistas. Los signos evidentes son nuestro consumismo, nuestro individualismo, nuestra falta de organización, nuestra mentalidad antiecológica, nuestro racismo, nuestro machismo, nuestro analfabetismo político… Lastimosamente muchos cristianos están en primera línea.

La línea señalada por el pueblo ecuatoriano es la construcción de una alternativa al neoliberalismo destructor del Estado, de las personas, de los Pueblos y de la naturaleza. Las alianzas en la futura Asamblea legislativa pasan a ser una necesidad afín de no recibir en las próximas elecciones presidenciales nuevas bofetadas parecidas a las que acaban de recibir los capitalistas y los social o-marxistas de escritorio. Los 3 partidos más promocionados en las votaciones que son la Revolución Ciudadana, Pachakutik y la Izquierda Democrática, están llamados a unirse para construir un Ecuador donde las organizaciones populares y sociales sean los protagonistas. Hay en este momento un fuerte llamado a la unidad de estas fuerzas progresistas.

Que participemos en esta segunda campaña electoral con los ojos abiertos y las mentes decididas. No esperemos de las nuevas autoridades la solución de nuestros problemas ni la realización de nuestros sueños. Las haremos realidad por nuestra organización o seguiremos peores. Organicémonos para lograr esta unidad y esta batalla contra el neoliberalismo. El papa nos alienta en este camino: “La unidad es la diversidad reconciliada”. El escritor portugués José Saramago nos advierte que “la victoria sobre el neoliberalismo comienza en la conciencia”. ¡Unidos, conscientes y organizados somos más y mejores!

EL HUMANISMO DEL PAPA PARA UNA SOCIEDAD MUNDIAL MEJOR

La pandemia nos está robando la religión, es decir, las expresiones religiosas de la fe cristiana. Estas nos pueden ser sólo virtuales durante mucho tiempo. En contrapartida feliz aparecen llamadas y documentos para que regresemos al Jesús histórico y a lo esencial de su mensaje que es el Reino. Si no vamos por allí, las parroquias, los grupos y los movimientos se van a quedar vacíos, como sectas sin rumbo.

Por eso el papa Francisco ha lanzado, hace un año, un apremiante llamado a volver a las fuentes de la fe cristiana. De eso trata su Carta titulada “Todos somos hermanos y hermanas”. Es a la vez un grito de alarma para no dejarnos llevar por esta borrasca mundial de la actual pandemia y una invitación a vivir y luchar por lo que vale verdaderamente la pena.

En una primera parte reconoce el papa que la situación mundial es cada vez más catastrófica para los pobres y la naturaleza: los ricos y sus instituciones se hacen cada vez más ricos a costa de los pobres y las naciones pobres que se hacen cada vez más pobres y los más golpeados por la pandemia. La naturaleza soporta un castigo criminal. Además siguen las guerras, las desigualdades, el hambre, las migraciones y la destrucción del medio ambiente. Frente la vida en peligro de extinción el papa nos propone un camino común hacia una única meta: la “hermandad universal” porque “somos una sola y misma unidad”.

En una segunda parte, el papa nos presenta una lectura novedosa y llamativa de la parábola del ‘buen samaritano’ que es la historia de una extranjero -un samaritano de Palestina- que, al estar de viaje, encuentra un hombre asaltado y malherido, abandonado al borde del camino. Mientras varios viajeros pasan de largo, él se compadece, se detiene, se acerca, cura sus heridas y lo lleva a una hostería para que se restablezca, pagando los gastos correspondientes.

La novedosa interpretación del papa consiste en describir a quienes representan los distintos personajes, sin limitarse a una visión individualista. El papa desvela que la parábolas se puede aplicar a organismos, instituciones, multinacionales, gobiernos que son los actuales asaltantes de los pobres, de sus países y hasta de sus continentes. Así el viajero pasa a ser no sólo una persona individual robada y golpeada por unos delincuentes comunes, sino todos los colectivos nacionales e internacionales que se dedican a la dominación de los países pobres y al saqueo de sus materias primas. Los viajeros de la parábola que pasan de largo, representan tanto a personas individuales como a entidades colectivas que miran indiferentes los pueblos y continentes despojados y castigados por la voracidad internacional, de la cual se hacen los cómplices y encubridores. Entre ellos, el papa incluye a los creyentes que se limitan sólo a rezar y realizar cultos individualistas y espiritualistas. En cuanto al ‘buen samaritano’, él representa a personas, organizaciones, instituciones, países que actúan solidaria y eficazmente para remediar estas situaciones vergonzosas. El papa hace también notar que a veces unos ‘ateos’ son más preocupados y eficaces que muchos cristianos indiferentes a los demás.

En la tercera parte el papa nos señala varios caminos para lograr la hermandad universal, que enfrenten y superen el despojo, el empobrecimiento, la miseria y la muerte de decenas de países y centenares de millones de personas. Son 4 los caminos señalados por el papa Francisco. Uno es el compromiso individual de la “fraternidad sin frontera”: cada uno de nosotros y nosotras debemos hacernos hermanos y hermanas de todo aquel que sufre sin mirar su país, su raza, su religión, su ideología… Luego viene el compromiso colectivo de la “amistad social”, expresión novedosa del papa que nos invita a no limitarnos al grupo restringido de nuestras amistades cercanas, sino a abrirnos amigablemente hacia espacios cada vez más grandes. Un tercer camino, más sorprendente todavía, es el “amor político”. El papa contradice nuestras evaluaciones negativas de la política y nos invita a trabajar de hecho y de corazón en las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales de nuestros países y de sus estructuras neoliberales que están al origen de las desigualdades y el saqueo actual.

Termina el papa diciéndonos que estas 4 opciones deben ser animadas por una “espiritualidad liberadora”, o sea, una mística transformadora que pone a los pobres como los mayores protagonistas de un cambio de estructuras al nivel mundial mediante sus organizaciones sociales, ayudados por la solidaridad de profesionales, instituciones y países que han descubierto que su profesión y un servicio deben favorecer las grandes causas de la humanidad.

Con esta Carta el papa nos conecta con el humanismo que Jesús de Nazaret puso en marcha y que abarca a todas las personas y todas las dimensiones humanas y sociales. El papa llama este humanismo integral el Reino de Dios. A ver si nos dejamos tocar el corazón y la conciencia, todas y todos los que queremos vivir plenamente por una causa que nos supera y nos hará feliz al mismo tiempo. Decía Jesús: “He venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Apostemos por esta “hermandad universal mediante una fraternidad sin frontera, una amistad social, un amor político y una espiritualidad liberadora”… Eso fue la causa de Jesús por la que vivió, murió y resucitó… abriéndonos el camino de una felicidad personal mediante una transformación mundial tan urgente y necesaria. ¿Quién nos puede entrar en esta dinámica?… sino el indiferente, el cobarde, el individualista, el vago, el malvado… porque “

Apostemos porque ‘¡eso sí es vida!’

Por Editor