Por Cecilia Calderón de Castro

El Dr. Hugo Ordóñez Espinoza, analista político y editor de la Revista Vistazo, sostenía que Abdón Calderón Muñoz era un “antipolítico”, pues este joven economista, a lo largo de su vida pública, sólo demostró generosidad, entrega, pasión por la Patria, muy por el contrario de los conceptos que se tienen de aquellos hombres que aspiran a tener poder.
Abdón Calderón Muñoz, tenía pasión por la Patria porque había compartido sus miserias y vivía estudiando para resolver sus angustias.
Nació en la ciudad de Milagro el 20 de enero de 1925, hijo de Ángel Calderón Luces y Ana Muñoz Vallejo. Quedó huérfano de padre cuando tenía 5 años y era el hombre mayor de 4 hermanos. Su madre vino a Guayaquil, se puso al frente de su máquina de coser y su abuelo, Juan Darío Calderón los cobijaba, con lo poco que podía hacer un ex combatiente de Alfaro a quien el gobierno conservador había despojado de sus bienes. La pobreza no fue sinónimo de tristeza, por el contrario, su infancia fue feliz, llena de anécdotas; ayudar a conseguir el pan de cada día, era una aventura que compartía no sólo con sus hermanos sino con 4 otros primos huérfanos y una ahijada a quien su madre había acogido.
Estudió la primaria en la escuela fiscal Juan Montalvo. Su bachillerato lo hizo en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte. Ingresó a la Universidad de Guayaquil, donde en 1947, a los 23 años de edad, obtuvo el título de Economista. Años de juventud compartiendo el deporte, los bailes, las tertulias con amigos que analizaban la realidad nacional y soñaban con una nueva y más justa sociedad.
Al año siguiente de graduado, sus profesores lo llamaron para que tuviera una cátedra en la Facultad de Economía. Él se sentía feliz, sembrando en el alma de los jóvenes el amor al estudio para resolver los problemas de la producción, la distribución. Es allí, en la cátedra, que nació el slogan que después uso cuando fue candidato presidencial: “Yo haré a mi Patria tan rica como ricos son sus recursos naturales.” Sostenía que era una aberración, que un país tan rico como el nuestro: tierra, mares y subsuelo pródigos, agua en abundancia, variados climas, con hombres y mujeres capaces, tenga una sociedad de pobres.
Se casó con Rosa Paulina Prieto Calderón, joven orense hija de un político importante de la provincia de El Oro, quien compartía con él sus anhelos de un nuevo Ecuador y lo acompañó y alentó siempre en sus afanes. Tuvieron como hijos a Cecilia, Abdón, Beatriz, Ma. Leonor y Marco Felipe.
Abdón Calderón Muñoz absorbió de su abuelo el “alfarismo” y por ello, muy joven, se inscribió en el Partido Liberal Radical Ecuatoriano. En 1961 fue concejal de Guayaquil y fueron duras las batallas para imponer sus ideas frente a las huestes velasquistas.
Su figura política fue adquiriendo prestigio y popularidad por su lucha frontal contra los gobiernos plutócratas. En 1965 fue nombrado Director Supremo del Partido Liberal Radical Ecuatoriano. Esa tribuna la usó para defender al pueblo y su patrimonio por lo que soportó cárceles y destierros del gobierno de la Junta Militar de Gobierno. En 1967 fue diputado y formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente. En 1968 fue el Director de Campaña de la alianza de Centro Izquierda que candidatizó al Dr. Andrés F. Córdova y al Dr. Jorge Zavala Baquerizo a la Presidencia de la República. Al declararse dictador el Dr. Velasco Ibarra, el Econ. Calderón se convirtió en su opositor político. Cárceles, destierros, fueron la respuesta del dictador frente a las denuncias de corrupción y despilfarro de los bienes públicos que hacía Calderón.
En 1972, en plena dictadura militar, para tener una tribuna propia desde la cual defender las causas del pueblo, fundó el partido político denominado Frente Radical Alfarista (F.R.A.).
Entre 1976 y 1978 enfrentó nuevamente a dos dictaduras militares: la del Gral. Guillermo Rodríguez Lara, y luego al Consejo Supremo de Gobierno que integraron el Calm. Alfredo Poveda Burbano y los generales Guillermo Durán Arcentales y Luis Leoro Franco, convirtiéndose entonces en “El Fiscal del Pueblo” al denunciar constantemente y con valor todos los atropellos y abusos que atentaban en contra de los intereses de los ecuatorianos.
Cuando el país se preparaba para volver al régimen de derecho fue postulado por su partido como candidato a la Presidencia de la República. No fue votado para estar en segunda vuelta y, siguiendo las reglas electorales de entonces, tenía fijo su puesto en el siguiente Congreso Nacional. Pero, su voz vigorosa y valiente representaba un peligro para los dictadores quienes tampoco querían a Jaime Roldós como Presidente. Es en esa circunstancia que sufrió un cobarde y traicionero atentado criminal en la noche del 29 de noviembre de 1978, en los bajos del Templo Masónico, cuando se aprestaba a entrar para sostener una conferencia. Murió el 9 de diciembre de ese mismo año, en un hospital de Miami, donde lo llevaron para tratar de salvarle la vida.
A los pocos días su cadáver fue traído a Guayaquil, donde el pueblo le ofreció un apoteósico recibimiento en homenaje a la memoria del Fiscal del Pueblo, quien fue mártir de la democracia ecuatoriana.
En el juicio penal que se llevó a cabo se descubrió que fue un complot dirigido desde el mismo Consejo de Gobierno, cuyo principal implicado fue el Gral. Bolívar Jarrín Cahueñas, Ministro de Gobierno; se pagó a sicarios del grupo Atala de Guayaquil, con dineros públicos que se repartieron en la propia gobernación del Guayas. Es el único asesinato político acaecido en Ecuador, que fue descubierto, juzgado y sancionado, aunque jamás hubo reparación por parte del Estado.

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