Por Fidel Narváez

¿Por qué los progresistas deben estar atentos a las elecciones ecuatorianas?

Si los pronósticos de la mayoría de las encuestadoras para las elecciones ecuatorianas se cumplen, este país suramericano elegirá este 7 de febrero al presidente más joven de su historia. Andrés Arauz, el único candidato del progresismo en una papeleta con 16 candidatos, es el favorito para ganar el máximo cargo político, con apenas 36 años a cumplirse justo un día antes de su elección.

Las reglas electorales determinan que, para ganar la presidencia, el ganador debe obtener al menos el 40% de los votos válidos, y con un margen de 10 puntos entre él y su contendiente más cercano. Nueve de cada diez encuestadores pronostican una contundente victoria para el joven candidato, a excepción de la desacreditada empresa CEDATOS, financiada nada menos que por un contendiente en esta elección y representante de las élites financieras en Ecuador, el derechista y magnate bancario Guillermo Lasso. El banquero, de 66 años, que intenta por tercera vez llegar a la presidencia, cuenta con el apoyo incondicional del actual gobierno, que en los últimos cuatro años se sometió a la agenda de Trump para la región, al punto que Quito como nunca recibió repetidas visitas de los más altos representantes del gobierno de Estados Unidos, incluidos Pence y Pompeo.

A pesar de los excelentes pronósticos para que Arauz gane en una sola vuelta esta elección, los ojos de los progresistas de todo el mundo deben estar vigilantes para evitar que la decisión democrática de los electores sea irrespetada, una práctica que en la región ya tiene antecedentes y que se ha intentado inclusive por el lado de Trump en las elecciones norteamericanas de 2020.  Todos los poderes fácticos que controlan al órgano electoral y que han apoyado el programa más neoliberal de la región, quieren desesperadamente forzar una segunda vuelta, o desconocer las elecciones en la primera.

Andrés Arauz posee títulos en matemáticas y economía de la Universidad de Michigan, un masterado en Economía del Desarrollo y pronto un doctorado en Economía Financiera. A pesar de su juventud, este meteoro de la política ecuatoriana ha ocupado posiciones estelares en el Banco Central, ha sido subsecretario de Planificación y fue Ministro de Talento Humano en el gobierno de Rafael Correa, quien apostó a la inversión en educación superior para sacar la economía ecuatoriana de su dependencia de las industrias extractivas, algo que Arauz ha ratificado será su prioridad si consigue la presidencia.

Y es que el reto de Andrés Arauz será reestablecer el proceso iniciado hace 14 años por Correa y la Revolución Ciudadana, que en su mandato duplicó el tamaño de la economía ecuatoriana, modernizó su infraestructura, catapultó a millones de ecuatorianos pobres a clase media y posicionó al Ecuador en el concierto internacional como un laboratorio exitoso de políticas progresistas. Un proceso de transformación que en el 2017 se truncó con el actual presidente Lenin Moreno, un personaje maquiavélico que traicionó a sus electores para implementar el programa económico y político de las élites que perdieron las elecciones y desató la más feroz persecución política que el Ecuador recuerde.

La popularidad de Arauz se ha disparado desde que inició su campaña. Fluente en 4 idiomas, empoderado de las nuevas tecnologías, Andrés Arauz promete el protagonismo de una nueva generación en la administración del país. Esa generación que él mismo como Ministro ayudó a prepararse, enviando a cerca de 20,000 jóvenes a las mejores universidades del mundo. De hecho, junto a estos jóvenes ha estado construyendo su plan de gobierno, a través de una herramienta denominada “Wikiplan”, que recoge y sistematiza miles de propuestas ciudadanas, en una experiencia inédita que augura un gobierno participativo enfocado en las necesidades de las mayorías.

Autodefinido como un economista post-keynesiano, Andrés ya se ha posicionado internacionalmente como una figura prometedora en la economía. Amigo de intelectuales de la talla del coreano Ha Joon Chang, el griego Yanis Varoufakis o el premio nobel Joseph Stiglitz, Andrés es miembro destacado de la Internacional Progresista y uno de los principales impulsores de la iniciativa “Derechos Especiales de Giro”, aún en consideración, que es un mecanismo mediante el cual el FMI bien podría inyectar ingentes cantidades de recursos no reembolsables para enfrentar la crisis de la pandemia a nivel mundial.

Pero no solo el carisma y las cualidades del joven candidato explican su sorprendente éxito en la preferencia de los ecuatorianos. El estrepitoso fracaso del gobierno de Lenin Moreno, quien está por debajo del 10 % de popularidad, la más baja de Latinoamérica y probablemente del mundo, es algo que juega a favor de Arauz. La administración de Moreno se asemeja a que tuvo Trump, politizando las instituciones estatales de Ecuador de forma desagradablemente familiar para todos los que siguen la política estadounidense durante los últimos cuatro años. La estrecha asociación de Lasso con Moreno, co-gobernando con él, deja al banquero mortalmente ‘infectado’, en un momento en que la infección por contagio es una preocupación de toda la población.

Arauz y Lasso representan dos opciones diametralmente opuestas. Mientras Araúz diseñó e impulsó un referéndum que prohíbe a los funcionarios públicos tener recursos en paraísos fiscales, Lasso, uno de los hombres más ricos del país, ha hecho su fortuna precisamente usando paraísos fiscales. Mientras Arauz propone el cobro proporcional de impuestos para invertir en el fortalecimiento de la salud y la educación, Lasso propone la reducción de impuestos y ha aplaudido la reducción del “tamaño del estado”, que en plena pandemia ha significado, por ejemplo, menos médicos y menos presupuesto para la salud. Mientras Arauz propone la repatriación de capitales públicos depositados en el exterior para reinvertirlos en una economía en crisis y asistir a las principales víctimas de esta, Lasso ha sido cómplice en el prepago de deuda externa, cuando casa adentro se requería asistencia de emergencia. Mientras Arauz quiere abordar la violencia y la inseguridad a través de políticas sociales, Lasso quiere legalizar la posesión de armas, al más puro estilo de Bolsanaro.

La disyuntiva para los ecuatorianos nunca ha sido tan clara: la gente o el capital; el progresismo o el neoliberalismo; el futuro o el pasado. Y el lema de Andrés en esta elección ha sido precisamente eso: “Vamos a recuperar el futuro”, y vaya que ha posicionado en el debate político conceptos de futuro, como concebir al internet como derecho humano, como la utilización de software libre y el desarrollo del conocimiento libre para la mayor independencia tecnológica del país. O conceptos como la minería inversa o “economía circular” y el de deuda ecológica, para que las naciones más industrializadas compensen al resto por la contaminación histórica que han generado.

Si este 7 de febrero el Ecuador opta por el progresismo eligiendo a Andrés Arauz como su presidente, no me cabe duda de que mi país volverá otra vez a ocupar un digno lugar en el concierto internacional y que Quito volverá a ser la capital de las naciones suramericanas (UNASUR), aprendiendo de los errores del pasado y liderando iniciativas de vanguardia.

 *Fidel Narváez es defensor de derechos humanos y Master en comercio y relaciones internacionales. Del 2010 al 2018 fue Cónsul y diplomático del Ecuador en Londres.   

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