Orlando Pérez

Quienes más aluden a un “Estado de Propaganda” deberían revisar primero lo que ocurre hoy por hoy en Ecuador y comparar con los 11 principios de la propaganda del alemán Joseph Goebbels para explicar sus propias expresiones y entender por qué cierta enajenación política les cabe en sus angustias y devaneos. Por eso, ahora más que nunca, la “pos verdad” tiene un efecto poderoso en Ecuador: la enajenación integral, traducida en:

1.- Todas las cifras de la economía ahora se difunden sin verificación, por tanto y gracias a eso hemos vivido los últimos años en el peor de los mundos posibles, el país quebró, los empresarios están más pobres que nunca, las clases medias perdieron la capacidad de consumo y los pobres… bien gracias. Ecuador sería, según la prensa comercial y los medios públicos, hoy por hoy, el país más endeudado del mundo, endeudado hasta el cogote sin capacidad de ahorro ni de compra. La famosa frase: “Se llevaron todo” queda como un hito en la historiografía nacional, a la espera de una certificación oficial legitimadora.

LA REALIDAD: Ecuador creció en el 2017 en un 3% y es posible que en el 2018 supere el 1,5%. Los empresarios ganaron, no perdieron y siguen viviendo sin angustias ni temores sobre el futuro de sus negocios y rentas (de hecho somos el país con los empresarios más ricos, pero sus empresas son, supuestamente, las más pobres y por eso necesitan que el Estado les perdone todas sus deudas, impuestos y falsificación de facturas). La clase media no ha dejado de consumir, el mercado de bienes suntuarios no decae, la construcción y la venta de inmuebles no ha parado y por supuesto los festivales, conciertos, las playas y lugares de recreación siguen en su ritmo habitual con llenos absolutos (salvo por los despedidos del sector público, expulsados en menos de un año por encima de los 20 mil). Si fuese cierto que se lo llevaron todo, ninguno de los ministros del actual gobierno habría inaugurado obras, desarrollado planes y programas y mucho menos tendría una gestión relativamente normal. De haberse llevado todo (alguien o “alguienes”) la emigración sería el síntoma de su veracidad y el sector público estaría inmovilizado y el presupuesto general del Estado solo serviría para comprar todo de nuevo.

2.- Tras una sostenida campaña de desinformación y un aparataje al servicio de la mentira y la difamación (donde se incluyen académicos de supuesta prestancia intelectual como un tal Ayala o Verdesoto), ahora se impone una sola verdad: Ecuador fue gobernado por una banda de delincuentes que saquearon al país, viven de los millones usufructuados y gozan de la impunidad más grotesca. Y en esa misma dimensión este país andino no ha tenido avances ni progresos en sus políticas sociales, garantía de derechos y muchos menos una gobernabilidad para sostener las instituciones estatales y sus planes y programas. La famosa frase, repetida hasta el cansancio “las instituciones quedaron devastadas” solo consuela al señor Julio César Trujillo para justificar sus actos gamonales, atizar las consignas de los ex MPD, Pachakutiks y Socialcristianos, ahora aliados de primera línea para defender la destrucción de la institucionalidad, desde su pureza y moralismo sin nombre.

LA REALIDAD: Más de la mitad del gabinete del gobierno actual, incluido su primer funcionario, formaron parte del gobierno anterior. ¿Si todos ellos robaron qué espera Pablo Celi para auditarlos y perseguirlos? Además, los mandos medios y buena parte de la tecnocracia burocrática siguen en pie y sostiene el desarrollo institucional del Estado. No hay una sola prueba de que “todos” los funcionarios robaron y viven de ese botín mal habido. Los que han sido juzgados y sentenciados, con excepción de Jorge Glas, han declarado sus culpas y han respondido a la justicia, no porque en este gobierno se los haya perseguido y sancionado, sino que vienen de procesos de investigación de más de un año. Y, con más razón, la institucionalidad que sostiene a todo el Estado, incluidos gobiernos autónomos y órganos de control autónomos, se mantienen porque viven de la legitimidad y legalidad de procesos políticos avalados en las urnas. Claro, Trujillo y su cortesanía mediática lo niegan y lo niegan para convencerse de que eso nunca existió.

3.- Instalados en su moralismo ultra papal y en una sapiencia de arcaica generación, los medios, con sus entrevistadores estrellas, sus editorialistas impolutos y los analistas de pacotilla han estirado los argumentos de que vivimos una dictadura, una totalitarismo y una persecución inhumana que ni ellos mismos se lo creen porque a ninguno de ellos se les ha juzgado, encarcelado o sometido a violentos procesos judiciales por actuar desde la mentira y la infamia. Pero ahí están postulando todas las mentiras sin ruborizarse: la criminalización de protesta social inundó las cárceles de dirigentes políticos, se cerraron decenas de medios de comunicación y Fundamedios habla de miles de ataques a la prensa, la publicidad oficial solo llegó a determinados medios y por eso quebraron los grandes canales, periódicos y emisoras.

LA REALIDAD: La Ley Orgánica de Comunicación garantizó los derechos laborales de los periodistas y los de comunicación de los ciudadanos, por eso las mayores demandas llegaron de grupos GLBTI, Afroecuatorianos y de Mujeres. Se crearon decenas de páginas web y portales para hacer oposición mediática y ninguno de los agresores verbales está preso o perseguido. La tinta gastada hasta el cansancio para “denunciar” las supuestas irregularidades, corrupción o fechorías del anterior gobierno no han venido de los medios supuestamente dignos que lo investigan todo sino de la mano de agentes bien pagados de agencias extranjeras, portales con sustento y alimento de cierta embajada y de “periodistas” que entran y salen de cierto país con la visa indefinida pero que se declaran de izquierda y anti imperialistas (ahora luchan contra el “imperialismo chino”). Y por supuesto ahora cuentan con una mordaza para callarse sobre la gestión de sus alcaldes aliados como Rodas y Nebot, su ídolo Pablo Celi a quien nadie le señala su ilegal cargo o actuación, pero sobre todo aplauden el viraje político de un movimiento fundado bajo los principios de izquierda que ahora asume los postulados y los ministros de la derecha sin ruborizarse siquiera.

 

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