Por José Miguel Sánchez Giraldo

El Consejo Nacional Electoral del Ecuador confirmó las sospechas en torno a su incapacidad técnica para arbitrar los comicios para la elección de diputados a la Asamblea Legislativa, al Parlamento Andino y la definición en tiempo y forma de los ganadores de la carrera por la presidencia y vicepresidencia de la República, que se celebraron el 7 de febrero.

Situación que se suma como evidencia, al único consenso que se vocea desde la rebelión ciudadana de octubre de 2019: el gobierno de Moreno es el peor de la historia del Ecuador; lo que ayuda a comprender que los candidatos presidenciales aupados por el mismo desgobierno, escrutados el 90% de los votos, alcanzan un lapidario 2.4%.

Así lo atestiguan la improvisación en el manejo de los mínimos mecanismos de bioseguridad en una elección en medio de la pandemia del Covid 19, que hace solo 10 meses, en la que ciudad de Guayaquil, produjo escenas dantescas de muertos e infectados desamparados por un Estado inmundo y desobligante, actor principal de las imágenes de porno miseria política conocida como los días y las noches de los ataúdes de cartón, que superan la ficción.

A los vectores políticos y de bioseguridad, que avivan la pandemia social, se adhirió un diseño mediático agenciado por poderes económicos financieros, que acribillan la política, la estigmatiza y presenta como una acción inmoral y grotesca. Contra todo pronóstico, la ciudadanía acudió masivamente a los puestos electorales, pero se quedaron sin llegar a la urna y atestados en colas larguísimas porque las autoridades de gobierno y electorales, por ineptitud, impidieron su derecho al voto. No pocos la señalan como maniobra deliberada, que califican como fraude a la voluntad del elector. Sin embargo, miles de ciudadanos derribaron puertas cerradas de los recintos, superaron las barreras físicas policiales e impusieron su voluntad popular en los tarjetones.

El clima político, suficientemente caldeado, eleva su temperatura; en las redes sociales y en los medios de comunicación privada, se anuncia que Yaku Pérez, candidato del partido político indígena Pachakutik, enfrentará en segunda vuelta a Andrés Arauz (32%), heredero del proyecto de revolución ciudadana que señalan traición de gobierno de Lenin Moreno.

A contramano, la realidad de los guarismos presentados por el Consejo Electoral, no necesariamente van en esa dirección. Primero, porque la diferencia entre la votación de Yaku (19.4 %) y el banquero Guillermo Lasso (19.2 %), es de dos décimas, y aún faltan cerca de 800 mil votos por escrutar.

Una suerte de paradoja macondiana emerge en los altares de las toldas políticas ecuatorianas: los seguidores de Arauz, rezan para que a la segunda vuelta pase el banquero Lasso, mientras Lasso reza para que pase Yaku.

A la par, la Confederación de Organizaciones y Nacionalidades indígenas del Ecuador, CONAIE, entre las que se encuentra EUCUARUNARI, que agrupa a todas las organizaciones indígenas de la Sierra, de la cual Yaku fue presidente, esta invitando a sus comunidades a marchar hacia Quito y Guayaquil.

Lo único predecible, es que no era posible avanzar a un paradigma nuevo, sin pasar por un terremoto; los majestuosos volcanes nevados Pichincha, Tungurahua, Cotopaxi y otros, tutelan la decisión final del Consejo Nacional Electoral del Ecuador.

Tomado de Palponiente

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