Por Gonzalo J. Paredes
En los medios de comunicación empresariales identifican a la élite como “clase dirigente”. Algo muy lejos de la realidad actual e histórica. Una mentira para esconder lo que en verdad son (los incluyo): una clase dominante. En 2006, Fernando Henrique Cardoso señaló que no se puede hablar de “élite”, sino de “vínculos”. El Banco Pichincha lo invitó como conferencista por la celebración de su centenario1. El expresidente brasileño sentenció que en Ecuador “hay una separación muy fuerte entre el pueblo y sus élites”, y destacó que esta división se debe a una búsqueda incesante por diferenciarse, lo que crea el distanciamiento con la cotidianidad de la gente, del pueblo. También de sus causas, agregaría.
En la campaña presidencial que transcurre y en una coyuntura sometida por la pandemia, las observaciones de Henrique Cardoso están muy vigentes, a pesar de que han transcurrido quince años. Algunas muestras. Santiago Gangotena, en enero de este año, subrayó la “reacción de la mentalidad de pobreza” y dejó entrever que los afrodescendientes no debían votar2. El año pasado, en julio, Pablo Arosemena Marriott se mostraba a favor del voto “voluntario”. Esta idea la justificaba con base en la libertad individual3. Sin embargo, es solo una cortina. Para la clase dominante, la única opinión que importa es la suya. Jorge Ortiz lo reveló en el programa de tertulias y de las “pautas” de Luis Vivanco en 2018: “la opinión ilustrada, que no es necesariamente la opinión pública, es la que genera opinión, es la que interesa, la que importa”4.
Asimismo, como lo importante son ellos, la vacunación VIP se llevó a cabo desde la primera compra. Fue inaugurada por el exministro Juan Carlos Zevallos y dejó al descubierto el proceder antiético e inmoral de la élite, ejemplos que corrompen a la sociedad en su conjunto: en una crisis, conmoción social o desastre de cualquier índole, ellos no tienen como principio salvar al indispensable, al necesario, al esencial, sino a su clase. De esta manera, demuestran que no tienen una pisca de jerarquía dirigencial, sobreviven a expensas de otros en un entramado de influencias.
Fidel Egas, propietario del Banco Pichincha, en una torcida concepción de la ética, justificó el accionar de Zeballos5. Oswaldo Hurtado, alto dirigente de la decadente derecha ecuatoriana, señaló en 2018 que “sin viveza criolla vamos a tener un mejor país” y consta en lista de la vacunación VIP, realizada por el desgobierno de Moreno6. Sin mencionar, la obertura de la desvergüenza del Club Rotario en Guayaquil7. No obstante, se rasgan las vestiduras con el anuncio de Andrés Arauz sobre el uso de las reservas del Banco Central del Ecuador, cuando ellos se favorecen con fondos públicos.
Hay otras características de nuestra élite y su desconexión con el pueblo: i) su visión acerca de los jóvenes y de la educación pública, la única propuesta electoral de Lasso en esta materia es cerrar la Senescyt; ii) el “camisetazo”: Martín Pallares le buscó reemplazo a Guillermo Lasso con Yaku Pérez después de los resultados de la primera vuelta8, Fidel Egas lo secundaba9; y iii) si la democracia no les beneficia, vislumbran como una opción viable el golpe de Estado como en los “maravillosos” años setenta donde te desaparecían por ser “zurdo”10.
Sin lugar a duda, con este tipo de élite no se puede salir del subdesarrollo. Es necesario una ruptura generacional que deje atrás a esta clase dominante.
Fuentes
- Revista Vanguardia, Nº 25.
- https://twitter.com/SgangotenaG/status/1355940853798338564
- https://twitter.com/parosemena/status/1283165211646734338?s=20
- https://www.youtube.com/watch?v=Qg7IRlDDYh4&t=2105s (00:34:30)
- https://twitter.com/FEGASG/status/1354067066412793858
- https://twitter.com/RutaKritica/status/1372940076292915200?s=20
- https://www.elcomercio.com/actualidad/club-rotario-quito-vacunacion-covid19.html
- https://twitter.com/Martinminguchi/status/1358624734779486208
- https://twitter.com/fegasg/status/1358625318060367872
- https://www.elcomercio.com/opinion/columnista-elcomercio-opinion-pro-pais.html