Por Gonzalo J. Paredes

El debate y su formato estuvieron para beneficiar a Guillermo Lasso. La discusión de fondo se subordinó a cuestiones coyunturales y de acusaciones cansinas. De otra forma, los golpes propiciados por Arauz se hubieran convertido en ataques demoledores a la sobreviviente campaña del banquero. Sí, todavía se encuentra con oxígeno. La élite lo procura, se vale de cualquier instrumento: el comité organizador del debate, el Fiscal de Colombia, de Fernando Villavicencio y, para sorpresa de muchos, de Tik Tok (la que juró nunca ingresar).  Frente a tanto esfuerzo (y dinero), la embarcación naufraga, la tripulación entra en pánico. Jorge Ortiz y Andrés Carrión lo demostraron esa misma noche.

Él y sus asesores sabían que el tema económico y la salud serían problemáticos para levantar los escuálidos números de las encuestas, pero en el debate se convirtieron en lastres difíciles de enfrentar. La premisa era: “no contestes las preguntas, presenta las propuestas y puntualízalas”. No obstante, hay excepciones, como esta: ¿si tuviera en una mano el beneficio del Ecuador y en otra el de su banco, qué decisión adoptaría, beneficiaría a su país o a su institución financiera? Fue muy evidente, era un Guillermo Lasso descontrolado, perdido, desesperado por contestar, optó por escapar y no respondió.

Era más que una simple pregunta, ya existía un contexto, se instaló con muchos días de antelación la denuncia de la solicitud del Banco de Guayaquil hacia la Superintendencia de Bancos sobre el cambio del “techo” de las ventas anuales para el segmento microcrédito (USD 100 000 a 300 000) con el fin de que las empresas pequeñas paguen tasas de interés como si fueran microempresas. Indudable transferencia de riqueza hacia la banca, si consideramos el aumento del costo financiero para las pequeñas empresas. El trabajo de Arauz, como principal del “Observatorio de la Dolarización”, dieron sus frutos.

Guillermo Lasso cubrió su falta de respuesta y de compromiso con los grandes intereses del país con una frase vacía, sin fundamento. La insistencia por mencionarla demostró que no se puede separar de sus negocios y fines privados, y que estaría dispuesto a desdeñar el servicio público. Sin embargo, la coloquial frase trató esconder algo más que la lista de vacunados VIP y los intereses privados: la incapacidad para otorgarle a la ciudadanía propuestas creíbles e innovadoras de cara al futuro y la ausencia de un plan efectivo para salir de la crisis. Arauz lo hizo y llevó a los asesores del banquero a buscar en wikipedia el “protocolo de Nagoya”.

En los últimos ejes del debate, Arauz tenía dos opciones: le formulaba propuestas al país hacia el futuro del Ecuador o caía en el juego de Lasso con base en una disputa estéril. Él optó por lo primero, y por eso lo ganó.

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