Todas las encuestadoras apuntan para el 2020 poca esperanza general y para la ciudadanía menos oportunidades y mejores días. Y hay razones de sobra:
1.- La economía no crecerá. La CEPAL y otros organismos dan cifras por debajo de un punto y al mismo tiempo no se atreven a alentar un mejoramiento desde el segundo semestre, tomando en cuenta, fundamentalmente, que la economía mundial tendrá dificultades si se agudiza la “guerra comercial” entre China y EE.UU. Y si a eso se añade la política del gobierno favorable a los grandes grupos económicos y el ajuste impuesto por el FMI, el panorama luce desalentador, por decirlo suave.
No se puede descontar el nulo liderazgo del “Primer Mandatario” para provocar cambios sustanciales en la economía durante el 2019. Por el contrario, hay una descenso sostenido del consumo, la caída de índices del empleo y la productividad, además de una incertidumbre de los propios empresarios y algunos grupos locales alrededor de la inversión en proyectos de mediano y largo alcance. Y ni qué decir del sector de la economía popular y solidaria que sin el Estado como su gran cliente ahora pierde presencia y mucho dinero.
2.- Y si a lo anterior se añade la caída de la credibilidad y confianza en el gobierno el 2020 será un año conflictivo y de pujas desde diversos sectores e intereses. No olvidemos que algunos de los apoyos de Lenín Moreno se fueron y otros con su silencio dicen mucho. Por ejemplo, todos aquellos sectores (FUT, socialistas, MPD, Conaie, entre otros) que respaldaron fervientemente la Consulta Popular de febrero de 2018 y la elección a dedo de Julio César Trujillo ahora lucen como críticos o distantes. Ya no hablan de diálogo ni de transición democrática y mucho menos de un presidente “valiente” para “descorreizar” Ecuador.
Ya pronto veremos como el mismo partido oficialista se desgrana, los socialcristianos empiezan a “lavar su imagen” y los de CREO se dividen haciendo cálculos electorales, al igual que Pachakutik. Y desde ahí generarán una oposición con el solo afán de llegar a los comicios del 2021 con menos olor a “morenismo”.
3.- Siendo año electoral, el 2020 tendrá esa característica particular: además de que todos serán oposición, el gobierno, “cierta embajada” y las ONG trabajarán para solventarse política y económicamente. En otras palabras: tendremos por delante un despilfarro de ofertas, planes y proyectos para asegurarse fondos y planes a mediano plazo antes de la salida de Moreno del poder. Y eso también pasa porque algunas autoridades del sistema judicial y de control harán su retirada estratégica persiguiendo o lavándose la imagen con acciones poco gratas para el movimiento popular y en particular para la militancia de la Revolución Ciudadana.
Cada fin de ciclo político acarrea incertidumbre y un vaciamiento de la política real. Con ello, además, Moreno y su círculo cuidarán su salida, buscarán alternativas para evitar futuros enjuiciamientos porque tienen algunas deudas y casos en su contra. ¿La Fiscalía abrirá el proceso por el bullado caso INAPapers? ¿La Contraloría revisará todos los contratos “a dedo” con los medios de comunicación y otras empresas allegadas a funcionarios del gobierno? ¿La Asamblea Nacional dará paso a los juicios políticos y a una fiscalización efectiva?
En la estrategia de contra insurgencia impuesta desde el ministro de Defensa no hay que descartar que también el 2020 estará sometido al miedo y al terror. No cabe duda que la persecución y el hostigamiento estarán al orden del día y desde ahí, por cierto, se quiere consolidar, a largo plazo, un modo de gobernar para impedir otro levantamiento, la mínima protesta y, sobre todo, ahondar el sometimiento a la política exterior de EE.UU. para América Latina.
El primer trimestre del 2020 será clave para entender por dónde se conducirá el gobierno si al mismo tiempo que no puede manejar la economía reciba los primeros impactos de una oposición diversa y dispersa. Conforme avance el nuevo año sentiremos todos cómo la economía colapsa a favor de unos pocos y también a la prensa comercial y pública esforzándose por salvar los negocios de los grandes banqueros y de los grupos oligárquicos.