Por Orlando Pérez

Mira de frente, no pestañea ni titubea cuando necesita afirmar sus posturas y sus decisiones. La he visto muchas veces mirar directamente a los ojos, sin necesidad de levantar la voz o que le tiemble el rostro. Y algo más, que no es menor y pocas veces surge de improviso o de la nada: si tiene que cambiar de ruta, medio de comunicación o un nombre para definir su agenda, no se hace lío y luego evalúa.

Así fue una ocasión que preguntó: “¿Por qué no voy a ir a la Amazonía?”. Alguien contestó: “Porque allá apenas hay un 8% de votos (del total nacional)”. Y sin respirar contradijo: “Si voy a ser la presidenta de Ecuador no puedo dejar de ir a la Amazonía”. Casi de inmediato se armó un viaje por cuatro provincias, ochos ciudades e hicimos entrevistas en 18 medios de comunicación en dos días y medio. ¿Resultado? Levantó la votación que le había sido adversa a la Revolución Ciudadana en esa región del país.

Fue la primera vez como candidata presidencial en julio y agosto de 2023. Antes ya hizo campaña para la Asamblea, en 2021 por su provincia, Manabí. En aquella ocasión se puso al hombro todo el trabajo y llegó a la legislatura. Desde ese momento se puso en evidencia la experiencia de organizadora, de administradora y de estratega en un proceso político, después de haber sido una de las principales colaboradoras del círculo cercano de Rafael Correa en su gobierno desde el año 2008.

El lunes 10 de febrero lo recordamos cuando conversamos en una entrevista. Antes de llegar al gobierno de la Revolución Ciudadana no había desarrollado una trayectoria política ni había tenido militancia alguna. Se había afiliado a un partido en su provincia, porque por aquellos años no existía el movimiento que ahora se llama Revolución Ciudadana. Alguien le dijo que buscaban personas en la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, cuando ya gobernaba Correa, presentó su currículum y fue aceptada casi de inmediato, en marzo de 2008. Escaló posiciones, con su trabajo y por su carácter también, hasta llegar a ser, en 2010, coordinadora general de agenda estratégica presidencial. Luego fue vicecónsul del Ecuador en Madrid, viceministra de Gestión Turística en el Ministerio de Turismo y luego secretaria general de Despacho Presidencial.

Todo ello parece poco y mucho al mismo tiempo. Y es verdad que gracias a esa experiencia y determinación muchos funcionarios, ministros, embajadores y en general militantes de la Revolución la conocieron y ahora la tienen como una referente de crecimiento político y de aprendizaje en un país, que desde hace casi ochos años, se ha instalado en el clivaje correísmo-anticorreísmo, con todo lo que ello ha implicado para muchos dirigentes: desde la persecución judicial y el hostigamiento mediático, por el solo hecho de haber sido parte del equipo de trabajo de Correa.

Si Diario Red puede publicar lo que casi nadie más se atreve, con una línea editorial de izquierdas y todo el rigor periodístico, es gracias al apoyo de nuestros socios y socias.

Por su carácter imprime seguridad y alegría al equipo. Al preguntarle si se afectó cuando vio en las pantallas de los canales un exit poll que le daba, supuestamente, el triunfo a Daniel Noboa, le pidió a su entorno que no crean en eso, que eso era mentira y conforme ingresen los votos la tendencia cambiará. Y así fue. Ahora lidera el escrutinio, porque se han detectado algunas irregularidades y bien podría superar con más de un punto a su adversario el candidato presidente.

Luisa González está indignada con lo que está pasando con las deportaciones de migrantes desde EE.UU. en condiciones humillantes: “Nuestros migrantes no son criminales para que los traten con cadenas en sus pies y en sus manos»

Indudablemente ser mujer, candidata a la Presidencia, de por sí es un desafío enorme. Lo dijo en la entrevista del lunes 10 de febrero: “Hemos vivido una campaña sin precedente, empezando porque en cada campaña me ponen un novio distinto… Es lamentable, pero cuando las mujeres ascendemos es porque fue pareja de alguien. No miran nuestra formación académica, técnica, la experiencia y la capacidad. Las mujeres somos capaces de lograr cualquiera de nuestros objetivos. Y con estos discursos lo único que quieren es meternos miedo y que demos un paso atrás”.

Por ello, además, ha logrado constituir una estrategia para ampliar su votación. Ha sostenido reuniones con decenas de personas de diversos sectores y de distintas ideologías, para ampliar su propia percepción de lo que vive Ecuador. No le gusta que le cuenten cosas de otros, sino que esos otros le hablen a ella o que ella los escuche y que le escuchen directamente. Y así, con todo el tiempo que eso conlleva, hay un amplio grupo de personalidades que pueden decir que la conocen y saben de qué es capaz si llega a ser la primera presidenta de la República del Ecuador.

Recuerdo que, al salir de una reunión con empresarios cuencanos, uno de ellos me tomó del brazo, mientras esperábamos que Luisa se hiciera fotos con sus simpatizantes que le esperaban en las afueras del edificio de la Cámara de Comercio de Cuenca. Me dijo: “Esta mujer no solo es valiente e inteligente, sino que tiene clarísimo el proyecto político y lo que quiere la gente de un gobierno moderno y con grandes objetivos nacionales”. Lo anoté y cuando se perdió la elección del 2023 me escribió un mensaje al celular: “Perdimos la oportunidad de tener una gran presidenta”. Antes de escribir este artículo le escribí para consultarle cómo veía el resultado del domingo 9 de febrero y me respondió de inmediato: “De nuevo tenemos otra oportunidad. Esta vez sí será, esta vez sí tendremos una presidenta ecuatoriana”.

De origen montubio, de la provincia de Manabí (la tierra de Eloy Alfaro), se asume como campesina, mucho más cuando va a su casa en la parroquia Canuto, cantón Chone. Y no porque siembre o coseche sino por su visión del mundo, por el sentido que le da a la vida y porque tiene en sus ancestros una cultura del relacionamiento con la naturaleza, con la gente de la ruralidad, con el campesino, con los hombres manabas, que son machistas y con ella se cuidan de expresarse en sus modismos. Por eso para ella no es difícil hablar con sus coterráneos, con los indígenas o los afroecuatorianos. Se siente a gusto, escucha y acepta tomarse fotos o hacerse selfies preferentemente con aquellas personas que con cierta timidez le piden una foto.

De ahí se explica su indignación con lo que está pasando con las deportaciones de migrantes desde EE.UU. en condiciones humillantes: “Nuestros migrantes no son criminales para que los traten con cadenas en sus pies y en sus manos. Si vemos a un perrito encadenado todos nos indignamos, todos vamos a protestar. Entonces, ¿por qué callamos cuando vemos a nuestros hermanos tratados así? Nuestros hermanos migran por la violencia, por la falta de acceso de educación y servicios”.

Entonces, ¿cuál es el desafío de Luisa González para ganar la segunda vuelta y ejercer la Presidencia de la República del Ecuador? Yo diría que se le escuche y se entienda que esa mujer encarna el sentimiento de indignación que ya abarca millones de ecuatorianos y ecuatorianas. Los medios corporativos no han dejado ese espacio para conocerla, pero también algunos de ellos han contribuido a su estigmatización, porque hay miles de videos con Inteligencia Artificial que apuntan a asesinar su reputación, ya no solo como mujer, que es bastante, sino como lideresa de un proyecto de transformación para superar más de siete años de neoliberalismo crudo y duro en Ecuador.

Por cierto, tiene una fortaleza física que le ha permitido correr dos o tres maratones, hacer largos recorridos en bicicleta en su provincia o escaparse de las reuniones del Buró Político para salir en bicicleta a su casa. Por eso reitera: “Siempre que me dicen que me toca descansar, respondo: Ya habrá tiempo de descansar cuando muera. Soy una persona hiperactiva. No puedo estar quieta. Duermo por intervalos, veinte minutos y sigo. Hay tanto que hacer y solo nos mueve una pasión y esa pasión que se llama Ecuador, que es de 18 millones de ecuatorianos, que nos inyecta una energía que no hay sueño, hambre, no hay nada. Aquí hay trabajo por revivir al Ecuador. Ellos son el miedo, nosotros la esperanza”.

Por RK