José Luis Morales Torres

La marcha en rechazo de la Proforma Presupuestaria del 2019 que establece una reducción de 145.1 millones de dólares para la Educación Superior en el Ecuador ha generado una serie de opiniones, críticas e incluso quiebres por parte de la ciudadanía.

Por un lado, marcados fehacientemente, están los que tacharon a la marcha como maniqueísmo político de los correístas en contra de Lenín Moreno y su gobierno, explicando que su lucha se anula al tener este tinte de representantes del expresidente.

Del otro lado de la observación, o mejor ya dicho análisis, están los que apoyaron la marcha y creen que ésta no debió reducirse a lo acontecido el día siguiente, es decir, contentarse con el supuesto acuerdo entre varios rectores y el gobierno de no reducir el presupuesto de la Educación Superior, ya que aún hace falta el debate en el pleno de la Asamblea Nacional como también que existe una afectación negativa todavía más grande en la sociedad con el plan económico que el gobierno ha presentado.

Apoyándome en el último punto de vista sucinto, expondré mi percepción de la marcha. Comenzando con la organización, gestionada por parte de los estudiantes de la Universidad Central del Ecuador se da la Asamblea General, el miércoles 14 de noviembre, en el Paraninfo Che Guevara, en la cual hubo una explicación breve respecto de lo que supondría el recorte del presupuesto a la educación superior, o sea, cómo las variables de ajuste serían la inversión y la capacidad de oferta académica así como el porcentaje del presupuesto devengado por la Universidad; luego se trata el tema de convocar a una marcha que exprese la inconformidad de los estudiantes universitarios de varias facultades de la Universidad Central sobre esta proforma presupuestaria. En este contexto, la auto-convocatoria de los estudiantes toma sentido y relevancia debido a que encausa la lucha rechazando medidas del gobierno que afectan de manera directa la capacidad de más bachilleres de entrar a la universidad, de mejorar la calidad de la propia educación, en contra de un Ejecutivo que toma a la educación como una política pública que puede ser relegada sin tomar en cuenta la afectación social que genera a corto y largo plazo.

Concluida la asamblea de estudiantes recalcando su carácter apartidista y de inconformidad frente al gobierno y su medida que atenta la gratuidad y el derecho a la educación superior, se decide la movilización pacífica para el lunes 19 de noviembre a partir de las 10:30 am, desde la Plaza Indoamérica, frente al Teatro Universitario, donde se reunirían varias Facultades como la de Ciencias Sociales y Humanas, Jurisprudencia, Comunicación Social, Ciencias Económicas, entre otras.

Esta marcha estuvo llena de consignas que daban cuenta de lo tratado en la Asamblea de Estudiantes, reflejando la oposición a la reducción del Presupuesto para la Educación Superior principalmente, entre ellas rechazar el carácter neoliberal de la visión económica del gobierno y proponiendo respetar el presupuesto y un mayor acceso a educación, puesto que es un derecho establecido en la Constitución.

Conjuntamente se corearon rimas contra un gobierno que le da más valor a los bancos que a la educación, dando lugar a una lucha estudiantil en contraposición a los gobiernos de corte neoliberal en América Latina.

Con base en estos hechos librados en la calle, es posible decir para mí, como estudiante, que se buscó y se busca la reivindicación de la educación frente a un gobierno que impone la austeridad en una inversión –no un gasto- de suma importancia para la sociedad y permite el desarrollo de la sociedad toda.

Y no es tan sólo eso, es la lucha frente al deber del Estado en un país como el Ecuador, en el que sus gobernantes prefieren la austeridad en servicios públicos como la educación en un período de crisis del presupuesto autoinfligido respecto a su evidente debilidad de recaudar impuestos.

A pesar de que la marcha estudiantil tuvo el plan de llegar hasta el Palacio de Carondelet, para mostrar su objeción al recorte presupuestario y plantear un diálogo directo con el gobierno (más allá del debate en la Asamblea Nacional), esta acción fue impedida por parte de la policía que bloqueó la entrada a la Plaza Grande, y se estuvo cerca de que la manifestación fuera transformada en lucha en violenta, pero los estudiantes decidieron desistir y no provocar, y se bajó hasta la estación de buses Marín Central, en la avenida Pichincha, a bloquear el tránsito vehicular y luego regresar a la Universidad Central con el fin de exponer las consigas ya mencionadas.

Los comentarios negativos de restarle peso a la lucha porque movimientos políticos inútilmente trataron de apropiarse de la marcha o que la lucha fue cooptada por correístas que detestan a Lenín Moreno sólo son eso, comentarios que no dan cuenta del logro de la auto-convocatoria estudiantil, de las convicciones de las y los compañeros universitarios, profesores y sociedad civil que, sin detenerse aún, buscan hacerle frente a estas medidas de recorte y propulsan que se incremente, anualmente, el presupuesto de la Educación Superior y así ampliar el acceso a más bachilleres; precisamente en una sociedad que requiere organizarse, como en otros países de la región, para luchar contra el modelo neoliberal que intenta anular los derechos que corresponden a todos.

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