Por Erika Sylva Charvet
Los acontecimientos desatados en el Ecuador a propósito de la pugna entre CREO y Pachakutik por el segundo lugar en las elecciones presidenciales del 7 de febrero de 2021, han puesto en evidencia el terreno político-ideológico común entre la ultraderecha y un sector del movimiento indígena liderado por Yaku Pérez Guartambel. Este terreno común se evidencia en los siguientes aspectos.
En primer lugar, una adscripción al proyecto ideológico-cultural del neoliberalismo orientado a cohesionar simbólicamente a la sociedad en torno a la demonización del progresismo y su identificación con su descomposición moral. Como lo hemos advertido a lo largo de la campaña electoral, en el caso de Pérez su adscripción a esta hegemonía oligárquico-imperial se expresa abiertamente en su rechazo al progresismo de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina a los que caracteriza como “dictaduras” y les endilga “corrupción”, además de su ausencia de antiimperialismo y su silencio en torno a la integración latinoamericana, emblemas de la izquierda histórica de nuestro país y de la región.
Un segundo aspecto de esta mancomunidad política entre la ultra derecha oligárquica y este sector indígena liderado por Pérez, es el concepto de política como reparto, que pudo apreciarse en el “diálogo” que sostuvo con Lasso este 12 de febrero en el local del CNE, a propósito de sus denuncias de “fraude”, cuando en el recuento de votos en la provincia del Guayas, cayó del segundo al tercer lugar de las preferencias electorales, alejándose de la segunda vuelta.
Lasso: “Yo le he ofrecido […] abra Guayaquil, candidato Pérez […] Si usted cree que en Guayaquil se hizo fraude, que abran el ciento por ciento de las urnas”.
Pérez: “Yo le hago otra propuesta. No abramos las 24 provincias. Está bien. No caigamos en los extremos. Ni solo Guayaquil, ni todo el país; ni solo una provincia, ni las 24 provincias. Hagámosle en las 16 provincias que tenemos nosotros anomalías”.
Así, como en el mercado negocian los mercaderes y pactan los precios de los productos con la consabida frase: “Ni para usted, ni para mí”, así, ante los ojos atónitos del país, Lasso y Pérez negociaban, ya no los hospitales, sino nada menos que los votos de los 13 millones de ecuatorianos y ecuatorianas, como si fueran de su propiedad, mercancías que se pueden comprar y vender.
Otro aspecto de esta identidad política es su absoluto desprecio a los mecanismos de la democracia formal cuando no se ajustan a sus intereses particulares privados. En ese caso, están dispuestos a romper con el Estado de Derecho, la ley y despojarse de toda legitimidad. No puede interpretarse de otra manera la descarada invitación que le hiciera Pérez a Lasso, en dicho diálogo, a torcer la voluntad del soberano expresada en las urnas, a fin de detener el triunfo Aráuz, cuando le dijo: “…para usted es muy difícil, es imposible ganarle al correísmo. Para nosotros es fácil, sí es fácil ganarle al correísmo […..] Apóyenos para que se reaperturen (sic) las urnas en las 24 provincias. Nada raro es que Aráuz del primer puesto caiga al tercer puesto y usted me acompañe en el debate en la segunda vuelta; usted como segundo y yo como primero”.
Y toda esta conspiración contra la democracia irónicamente se desenvolvía en la “Casa de la Democracia”, con la complicidad de los “guardianes de la democracia”, los vocales del CNE y los observadores internacionales, despojados de toda autoridad para hacer cumplir el Código de la Democracia, único instrumento que se podía aplicar en este caso para dirimir las disputas entre CREO y Pachakutic en torno al segundo lugar de las preferencia electorales. Llegaron al colmo de aprobar un “acuerdo” ilegal e ilegítimo entre las partes dejando fuera al resto de candidatos, especialmente al triunfador absoluto de la primera vuelta y creando así las condiciones para el escenario ideado por Pérez.
¿Qué poderes respaldan a este candidato indígena para que haga semejante propuesta a su contendor en una reunión en la que él era el convocante, el banquero el concurrente y el CNE el simple presta instalaciones? ¿Qué poderes lo respaldan para ser recibido con alfombra roja por la Contraloría y la Corte Constitucional en sus reclamos de “fraude” por su inconformidad de ubicarse en el tercer lugar de los resultados electorales? ¿Acaso no son los mismos que en escenarios encubiertos montan paralelamente un falso positivo contra Andrés Aráuz para pretender descalificarlo como candidato?
Indudablemente se está tramando un golpe electoral con las mismas fuerzas nacionales y extranjeras que participaron en el autogolpe institucional de Moreno en la consulta popular de 2018, entre ellas PK, CREO, PSC y AP, que controlan el CNE. Al igual que aquel, es un golpe contra el progresismo en el objetivo de mantener el actual modelo económico y político y el enmarcamiento del Ecuador en la geopolítica imperial para la región.
Las fuerzas progresistas nacionales e internacionales ya han convocado a una firme defensa de la democracia ecuatoriana. Ojalá el progresismo y la izquierda del movimiento indígena ecuatoriano denuncie y se oponga activamente a este pacto entre la derecha blanca-oligárquica y la derecha indígena-popular orientado a liquidar la unidad del pueblo y a mantener el dominio de las oligarquías y el imperialismo en el país.Q