Por Luis Varese
El triunfo ya inobjetable del profesor Pedro Castillo recoge años de lucha y años de frustración. Lucha por la tierra, por el agua, contra la minería irracional, en defensa de los territorios ancestrales de la Amazonía, defensa de la igualdad de género, defensa de los derechos de las mujeres. Lucha contra la corrupción, lucha por un Estado de Derecho en contra de los caprichos de un Congreso venal. Años de ello. Pero a la vez recoge siglos de opresión y de luchas libertarias de próceres y dirigentes indígenas, y de todas las nacionalidades.
La candidata Fujimori reclama contra la posibilidad de fraudes en mesas, contra irregularidades, y lo que es peor reclama contra la injerencia externa de la “izquierda internacional” del Foro de Sao Paulo. Ella, que no para de recibir apoyos de la más oscura derecha transnacional, como sectores del gobierno de los EEUU, de los Ibero Presidentes que son un seleccionado de la rémora política de la humanidad. De los partidos más conservadores de esta parte del mundo castellano parlante, de quien Keiko ha aprendido a atacar a los opositores en sus casas, como está haciendo con el Presidente del Jurado Nacional de Elecciones. De esa España inquisitorial nos llega la práctica del acoso contra el contrincante político y su familia. La derecha española junto con VOX, el partido que promociona estos oscuros métodos de acosar a los niños y esposas o esposos incluso en sus escuelas y domicilios. De qué se queja Keiko Fujimori, si uno de sus padrinos, el Marqués Mario Vargas Llosa, no hace más que buscar adhesiones en el exterior tratando de conseguir un Golpe de Estado, que en el Perú ya no debe darse y no porque no haya Oficiales Superiores que no lo piensen, sino porque la mayoría de ellos ya sabe lo que es sumergir al país en baño de sangre.
El Profesor Pedro Castillo, lápiz en mano, nos ha enseñado lo que es una campaña política casa por casa, comunidad por comunidad, pero sobre todo ha rescatado a los históricos movimientos sociales que se han producido desde la expulsión de Alberto Fujimori, hasta las marchas contra la corrupción. Pero más aún Pedro Castillo recoge a las peruanas y peruanos hartos de traiciones y dirigentes corruptos y los lleva de la mano hacia una nueva esperanza. Es una tremenda responsabilidad la que carga sobre sus hombros andinos. Le será muy duro gobernar en medio de una oposición mafiosa enquistada en el Congreso, contra los designios de todos los intereses oligárquicos nacionales y extranjeros. Para ello cuenta con el respaldo de millones.
En el Perú se han dado unas elecciones inéditas, que se enmarcan en el nuevo proceso de luchas contra el neoliberalismo. Han sido unas elecciones de “lucha de clases”. Pobres que han llegado al hartazgo absoluto de oír decir que el Perú es un país rico, que está entre los de mayor crecimiento económico del Mundo, y no sentir que eso beneficia a todas y todos, sino solo a unos pocos. Si Castillo logra avanzar en los primeros días de su mandato, iniciando las reformas anunciadas, es muy probable que podamos ir a una Asamblea Constituyente que abra las puertas a un Perú nuevo para el Bicentenario. Un Perú que reconozca a las nacionalidades que lo componen y a partir de ello establecer un proyecto nacional capaz de integrar a “Todas las Sangres”. No será fácil hacer las alianzas necesarias, el profesor Castillo tiene una formación sindical sólida que le debe permitir avanzar sin hacer transacciones que vayan contra el pueblo, contra la Soberanía Nacional, en fin en Contra de los intereses de la Patria.
En el país los radicales y sanguinarios son los fujimoristas y esa derecha neofascista que los acompaña y se refleja en ellos como los desclasados y la lumpen burguesía que son. El terror de perder sus beneficios ilimitados y de no poder seguir tratando a las mayorías nacionales “como peones de las islas guaneras del Siglo XIX”, (dice mi amiga) les hace perder la visión real de lo que es la población nacional. Su racismo y desprecio por el país ha llegado al límite soportable y ahora se enfrentan a una realidad nueva a la que deberán incorporarse.
Los años que se vienen serán duros. Lo primero es derrotar a la pandemia y en seguida o simultáneamente responder al país con las reformas prometidas avanzando en el camino de una sociedad justa y solidaria. No debe haber temor cuando se tiene la razón y se camina en el sentido de la historia, en el lado justo de la humanidad, en el lado de los pobres, de los desposeídos de siempre. Castillo ha demostrado que no le tiembla el pulso y la izquierda y sus huestes han demostrado un profundo amor por la Patria danzando en calles y plazas y votando por un Perú mejor. Vendrá un tiempo de confrontación y luego un tiempo de reconciliación indispensable. Con lo que no se puede conciliar es con la corrupción y quienes la representan. Y aquí no se trata de persecución política con falsas noticias o juicios fraguados. Es suficiente con lo que hay para ser justos y avanzar en restituir la confianza reconstruyendo los poderes del Estado y las bases de la democracia participativa.
La participación popular, las organizaciones de mujeres, de campesinos, de indígenas; los Sindicatos, las organizaciones barriales, los comités de defensa del agua y la tierra, todos esos son los componentes de participación a los que hay que oír y actuar con ellos. Será difícil no caer en la tentación del revanchismo, pero en el marco de la ley y creando una nueva Constitución que armonice a los diferentes sectores y a “todas las sangres” se debe lograr.
Cuántas veces se nos vienen a la memoria Juan Santos Atahualpa, Túpac Amaru, Micaela Bastidas o el mito de Inkarri que recomponiendo el cuerpo retorna, convirtiéndose en millones. La esperanza está puesta en Nuestramérica, desde México a la Argentina, ahora Bolivia y Perú. Siempre Cuba, Nicaragua y Venezuela en la lucha contra el Imperio y los facinerosos que lo representan.
Una última reflexión, me pegunto, cómo mujeres inteligentes u hombres leídos pueden justificar el apoyo a Fujimori, responsable de robos y asesinatos. Responsable de la esterilización de más de 300 mil mujeres de nuestro pueblo. Así comenzó el nazismo, así comenzó el fascismo, escondiendo sus intereses particulares y masacrando inocentes. El Marqués Vargas Llosa, la doctora Lourdes Flores Nano, son dos representantes de esa falsa aristocracia que añora al Virrey y desprecia a Bolívar o a Sucre, o a Andrés Avelino Cáceres y a Miguel Grau. Que aplaude la entrada de las tropas invasoras y que añora España, porque añoran ser colonia. Que cree que 200 años después se puede seguir tratando al Pueblo como esclavas y esclavos, al Perú como arca inagotable de riqueza personal y al Estado como botín e instrumento de sus fines avariciosos.
Los tiempos han cambiado, caminemos hacia la igualdad y la solidaridad. Hacia la fraternidad y la sororidad. Caminemos hacia ello y juntos entremos a un bicentenario bicolor y multicolor, con el país de costa, sierra y selva y la Patria Grande como bandera de Unidad Continental.