Por Mariano Nascone y Sebastián Nader

En la agenda de los medios masivos de comunicación, así como en los debates presidenciales, el análisis de la agenda de política internacional de los candidatos ha quedado, principalmente,   reducido al debate entre proteccionismo vs. libre comercio. Esto es coherente con la estrategia mediática que, en concordancia con la campaña de comunicación de Lasso, plantea una elección de opuestos absolutos como por ejemplo, entre correísmo vs. anti correísmo identificando al candidato Arauz en la primera y a Lasso en la segunda. Ante esto cabe preguntarse ¿existen otras aristas de igual o mayor importancia en la política internacional que deban considerarse en las propuestas de los candidatos? y de existir ¿por qué no son tomadas en cuenta? ¿a quién y cómo beneficia esta omisión?

Para comenzar con la primera pregunta es importante remarcar que el único instrumento formal para la presentación de propuestas es el plan de trabajo que los candidatos entregan al Consejo Nacional Electoral (CNE). Este instrumento adquiere relevancia porque los mandantes, es decir el pueblo ecuatoriano, puede ejercer control sobre la ejecución del mismo y sancionar con la destitución su incumplimiento. Por lo tanto, las propuestas expresadas por fuera de estos planes son valiosas para entender la postura de los candidatos pero carecen de un valor formal al momento de ser exigidas. Este elemento no es menor, si se toma en consideración el antecedente inmediato de la gestión de gobierno de Lenin Moreno que fue diametralmente opuesta con los objetivos del plan que lo llevó a la presidencia. Si bien, como consecuencia, no llegó a su destitución -algo que en la historia política del Ecuador pre 2007 era frecuente – se expresó en las urnas donde Alianza País alcanzó apenas el 1,4% de los votos. Este rechazo a las políticas llevadas a cabo por el actual mandatario, lo posiciona como el presidente en ejercicio con menor imagen positiva de la historia del continente – apenas un 9% – y desembocó en la expulsión de su propio partido. Hecho político que también se hizo presente en la campaña presidencial donde el candidato Arauz asocia al candidato Lasso de haber cogobernado la gestión de Moreno, y Lasso a Arauz de pertenecer al partido político que lo llevó a la presidencia. Más allá de una u otra estrategia de campaña, lo cierto es que no será posible captar el voto ciudadano si las propuestas de campaña se asocian con lo desarrollado por Moreno.

En el plan de trabajo de Lasso, la política internacional se desarrolla tan sólo en nueve propuestas que se repiten a lo largo del apartado denominado “Política Internacional”. Para este candidato la política internacional se reduce a seguridad y bienestar económico y en esa línea, omitiendo la cuestión de seguridad, plantea la inserción comercial de Ecuador en el mundo como su principal objetivo. Las propuestas que se presentan para alcanzar ese objetivo incluyen la continuidad de la Alianza del Pacífico, el desarrollo de nuevos tratados de libre comercio (TLCs), acuerdos bilaterales, “recibir bienes y servicios de calidad elaborados en el extranjero a precios competitivos”, la utilización de tribunales internacionales para resolución de controversias y la promoción del turismo (aunque de este último no se explica cómo). Asimismo, utiliza recursos ya conocidos en el continente, como por ejemplo, por el expresidente Macri en Argentina acerca de la necesidad de “no estar aislados y volver a insertarse en el mundo” (lo que traducido significa un férreo alineamiento a la política exterior de los Estados Unidos), y la permanente colocación de Chile como un modelo a seguir (uno de los países más desiguales de América Latina y el mundo). Ello, aunque matizado, encuentra similitudes con la política exterior llevada a cabo por Moreno, quien lejos de lo que su plan indicaba, debilitó toda experiencia de integración regional como la salida de la UNASUR renunciando a ser la capital suramericana, el alejamiento de la CELAC, ALBA, o acciones como la entrega de Julian Assange, el endeudamiento desmesurado con el FMI, las bases militares estadounidenses, entre otras.

Por otro lado, la propuesta oficial de Arauz consta de treinta y seis propuestas en el apartado denominado “Justicia global, soberanía e integración”. En sus objetivos se mencionan retomar el diálogo y las alianzas regionales e internacionales, la justicia global (en medio ambiente, finanzas, bienes comunes, migración, trata, género, la paz y la soberanía), el respeto al derecho internacional, la libre movilidad, la promoción de las exportaciones y el incremento de su valor agregado. Entre las propuestas planteadas para cumplir con este objetivo se destacan: la integración en base a una agenda sectorial y estratégica, retomar UNASUR y CELAC (incluye la integración en conectividad, finanzas, energía, salud, ciencia y tecnología, seguridad, educación, medioambiente y comercio), impulsar las exportaciones dinamizadoras de la economía interna, revisar los tratados de libre comercio, retomar la OPEP, los derechos humanos, reforzar los consulados, repatriar talento humano y un manejo humanitario respecto de la movilidad.

Comparando ambos planes de trabajo es notorio que existen numerosos temas de importancia más allá del comercio. La agenda mediática dominante ejerce un notable silencio respecto de la integración regional, la justicia global, los derechos humanos, la movilidad humana, los migrantes (reducido sólo a la utilización de la migración venezolana), el talento humano entre otros ejes temáticos y sectoriales de interés para el Ecuador en la arena internacional. El enfoque respecto al libre comercio es, sin lugar a dudas, una diferencia entre ambos candidatos ¿pero qué hay respecto de otros asuntos de importancia? La respuesta es sencilla: Lasso no propone nada al respecto mientras que Arauz proporciona un detallado listado de acciones concretas.

Finalmente, existen temas de importancia estructural en la política internacional más allá del comercio internacional. El problema es que Lasso, al igual que la prensa, los omite en su agenda. A los fines electorales, no resulta rentable explicitar que se continuará con la política exterior desarrollada por Moreno. Ante ello, el mejor camino es la omisión.

Por ello, en relación a la segunda y tercera pregunta, referirse sólo al libre comercio le facilita la postura anticorreista al candidato de CREO. Esta propuesta presenta inconsistencias de raíz, por ejemplo, ¿cómo logrará un crecimiento de la producción agrícola haciendo competir el maíz importado con el nacional en el mercado interno?

Limitar el debate y la opinión pública al viejo antagonismo entre proteccionismo y libre mercado es incompleto y falaz. Es incompleto porque la agenda internacional de un país requiere de muchas más dimensiones que la comercial, que por si quedaba alguna duda, la pandemia se encargó de clarificar. Y finalmente es falaz porque el plan de trabajo de Arauz no propone una posición antagónica al libre comercio sino su revisión para que estos tratados estén alineados con el buen vivir y con los ejes estratégicos de la política internacional que Lasso, por acción u omisión, no presenta.

En cambio, el candidato Arauz ha realizado acciones concretas en materia internacional como un viaje a Washington en demostración de diálogo con los organismos multilaterales de crédito con los que inexorablemente deberá renegociar en caso de ser electo; un viaje a Argentina para gestionar el inicio de aquisición de vacunas que será la prioridad del nuevo gobierno en tiempos de pandemia; una visita a la asunción del presidente Arce, electo democráticamente en Bolivia, que muestra la apuesta por recuperar la integración regional, como enuncia en su plan de trabajo y que tan necesaria se ha vuelto por ejemplo, para cooperar entre los países en contraposición a la guerra comercial por la compra de vacunas.

En conclusión, el gran beneficiario de esta estrategia político-comunicacional de omisión de los temas más importantes de la agenda internacional es Lasso porque le permite insistir en una división correísmo vs. anticorreísmo. Esta simplificación irreal le permite ocultar cuáles son las consecuencias del libre comercio en términos humanitarios, sociales, laborales, medioambientales y productivos. Sin embargo, se deja de lado en el debate y opinión pública la discusión real que está en juego el próximo domingo que es entre soberanía y dependencia. El perjudicado, lamentablemente, termina siendo el votante quien recibe una información sesgada cuyo impacto podría condicionarlo a elegir una opción cuyas consecuencias les serán perjudiciales inevitablemente en materia de recuperación y ampliación de derechos. El ex presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón, afirmaba que la mejor política nacional es la política internacional. Sin dudas los países de América Latina no podrán superar los efectos de la pandemia si no cooperan entre sí, y fortalecen su posicionamiento en el ámbito internacional ante un mundo cada vez más multipolar. Queda claro que el candidato Arauz es quien mejor está leyendo las implicancias que tendrá para Ecuador no seguir este camino, como así también, los intereses de los poderes concentrados por impedirlo. 

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