Al transformar a los Magos en reyes nos hemos ocultado el verdadero mensaje de la visita de los Magos al niño Jesús en Belén. Nos hemos puesto en una perspectiva de poder, riqueza y privilegios y nos nacemos incapaces de entender que el mensaje es todo lo contrario. Por lo mismos dejamos de creer en nuestra capacidad para cambiar las cosas, la vida, la sociedad, las Iglesias. Volvamos a comprender que 2020 será lo que lo haremos, y mejor si así lo queremos.
LOS MAGOS NOS LLEVAN A LO ESENCIAL
Los Magos no eran reyes, ni tres, ni judíos, sino sabios, científicos y posiblemente sacerdotes de una religión ‘del Oriente’ de Palestina, es decir, personas de gran experiencia capaces de guiar a sus pueblos hacia una convivencia feliz. Los Indígenas de Abya Yala llaman a estas personas ‘chamanes’ o ‘yachac’, es decir, los grandes conocedores no solamente de la naturaleza y de sus poderes curativos, sino también y sobre todo de los seres humanos, sus conflictos, sus anhelos y sus capacidades.
Los Magos habían discernido una señal en el cielo, o sea, ‘divina’, que les podía llevar a encontrar una sabiduría mayor donde “un rey recién nacido”. Por eso decidieron ponerse en camino hacia esa sabiduría mayor. En esa búsqueda se dejaron guiar por una estrella que les indicaba el camino hasta llegar adonde un recién nacido en casa de la familia de un pobre carpintero. En él reconocieron el ‘príncipe’ de una nueva sabiduría, el enviado de Dios -o Mesías-, por eso lo adoraron y le ofrecieron sus preciosos regalos. “Vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor”, contaban unos pastores según les habían dicho unos ángeles. Los Magos regresaron a su país llevando la Buena Noticia de un Dios que se ha hecho pobre para que se salven los pobres, y todos con ellos.
Los tiempos en que nació Jesús eran muy difíciles, más difíciles que los de ahora -a pesar de que estamos demasiados castigados por el desgobierno que tenemos. Su país, Palestina, estaba colonizado por el ejército del imperio romano cuya violencia era legendaria: asesinatos masivos, pueblos quemados, mujeres violadas, gentes crucificadas, impuestos enormes, una violencia permanente y mortal. Al nivel religioso, la élite más pudiente de la capital se había apoderado de la religión para mantener y aumentar sus grandes privilegios. Por eso habían pactado con los romanos e imponían leyes e impuestos que mantenían a sus compatriotas en la esclavitud y la pobreza extremas: era una vida sin esperanza.
Hoy ¡cuánta desesperanza nos está agobiando! Irrespeto de las leyes, venalidad de la justicia, opresión de los ricos, asesinatos y prisión sin motivos legales, esclavitud de los grandes propietarios y en las fábricas y supermercados, religiones que oprimen y explotan… Este año 2,020 no nos depara mucha esperanza. En ese panorama, “lo peor está por venir” si no levantamos cabeza ni arrimemos nuestros hombros. En Belén de Palestina, los Magos encontraron la Buena Noticia y la sabiduría mayor de un Dios haciéndose pobre para salvarnos desde la pobreza digna. Eso es lo esencial que se llevaron los Magos. Eso es lo esencial de la Buena Noticia de Jesús que, luego, proclamará: “¡Felices los pobres -según Lucas- y los que tienen el espíritu de los pobres!” -según Mateo. Allí Jesús se refiere a los pobres responsables, organizados, activos, solidarios, creyentes en el Dios de vida… ¿Eso somos nosotros, esos pobres dignos, responsables, organizados, activos, solidarios, creyentes del Dios de la vida? ¿O nos dejamos ganar por la acumulación de bienes, el individualismo, la insolidaridad? ¿Creemos en el proyecto de Jesús de Nazaret que es la “Civilización de la Pobreza”, como lo dijo el papa Francisco en uno de sus últimos viajes fuera del Vaticano?
Después de 2,000 años tal vez no hemos entendido bien esta Buena Noticia de un Dios pobre y salvador desde los pobres y la pobreza digna. ¿Creemos en la pobreza digna, resultado de las necesidades básicas satisfechas, fruto del compartir solidario y de la fraternidad real? El mayor problema de nuestros países es la acumulación de riquezas, porque es la consecuencia del empobrecimiento de millones de personas, el despojo descarado de los pueblos y la destrucción inmisericordia de la naturaleza… ¡No hay peor ciego que aquel que no quiere ver! Los Magos se llevaron lo esencial de la vida, las claves de la felicidad, las bases de la convivencia armoniosa: la sencillez de vida, el compartir equitativo, la organización solidaria, la participación creativa y la alegría colectiva.
Esa es la sabiduría que vino a traernos el niño pobre que visitaron los pastores y los Magos, que siguieron los pobres de Palestina… sabiduría mayor hecha Reino de Dios, proyecto personal, colectivo y socio-político-económico. Vaciaron sus cofres de ricos para llenarlos de vida nueva, amor sin frontera, armonía con el cosmos y felicidad colectiva. La Buena Nueva anunciada en Belén es esta nueva manera de vivir la economía como organización del compartir equitativo, la política como defensa de los derechos humanos y la convivencia diaria como fraternidad en la justicia.
¿Es este esencial que estamos decididos a vivir en este nuevo año para salir de los atolladeros en los que nos hundimos más y más? Ayudémonos a salir de nuestra ceguera, nuestra indiferencia y nuestra falta de fe. Saquemos sabiduría de nuestras raíces cristianas y de nuestras culturas milenarias para vivir una pobreza digna, convivial y alegre.
2020 SERÁ LO QUE LO HAREMOS, Pedro Pierre
Comenzamos el año en medio de dudas y expectativas. No cambian el año por las fecha del calendario sino por nuestra decisión de hacerlo diferente y mejor nosotros. Todos los días son iguales: somos nosotros que los hacemos buenos o malos, según nuestra manera de vivir. Somos nosotros que ponemos fechas, aniversarios, días especiales, fiestas que celebrar… El año será lo que hacemos entre todos y todas, cada uno aportando nuestro granito de arena. Más estaremos en hacer cosas buenas mejor resultará para todos. Si nos despreocupamos y si hacemos mucha maldad, todos sufriremos de un año menos agradable. Nuestras vidas están ligadas en el bien y en el mal.
Fuera buen hacer una revisión de cómo estamos y qué hay de bueno en nuestro alrededor. Al quemar el año viejo, ¿qué hemos quemado de malo en nuestra vida y qué de malo en nuestro alrededor y en nuestro país? El cambio de año no es más que una invitación a la esperanza, porque la vida es esperanza. Toda vida se resiste a morir. Toda vida atropellada tiene la capacidad de renovarse si le damos una nueva oportunidad. La creación no es una historia de ayer: la creación continúa hoy. El cambio de año es una invitación a dar una nueva oportunidad a la vida, a nuestra vida colectiva, a mejor vida para nuestro país. Por eso que presentamos deseos y votos a las personas que nos rodean y… al mundo entero.
Cambiar de año es una invitación a renovarnos y hacer cosas nuevas. Cambia lo que cambiamos… “¡Camarón que duerme se lo lleva la corriente! El año nuevo es la oportunidad de hacer una revisión de vida. ¿Dónde están los aspectos positivos y negativas de nuestra vida individual, familiar, profesional, social, política, económica, cultural…? Porque de todo eso somos hechos. Si no lo hacemos, otros lo harán para nosotros, pero según sus intereses. Para eso están los medios de comunicación… y las redes sociales que entran cada vez más en nuestra vida privada e íntima… porque se lo permitimos, porque se lo facilitamos.
Tomemos la decisión de vivir mejor, de ver lo bueno que pasa en nuestro alrededor, en nuestro país y nuestro mundo. Los profetas de calamidades y los hacedores de la maldad no hacen más que aumentar la maldad que a veces nos agobia, destruir la esperanza que se nos escapa, y hundirnos en el quemimportismo y el borreguismo. ¡Año nuevo, nuevas oportunidades, nuevo amanecer, nuevas miradas, nuevas fraternidades, nuevas realidades!
No pensemos que estamos solos. Otros piensan, dicen y deciden lo que pensamos, decimos y decidimos nosotros individualmente y en familia. “¡Juntos somos más!” ¿Con quiénes nos vamos a unir para construir un año nuevo, una vida mejor, un país diferente? Por supuesto que los problemas van a seguir, la maldad nos va a golpear, nuestras autoridades van a seguir trabajando por sus intereses a costa nuestra… Pero depende de cada uno de nosotros colaborar con la bondad o con la maldad. Construir la bondad hace retroceder la maldad y apoyar la maldad la hace más destructora…
La bondad y la maldad son resultados de nuestras decisiones. Tampoco culpemos a Dios que no pide cosas imposibles: “Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte… Si tu corazón se desvía, perecerás sin remedio… Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia.”
¡Feliz año 2020, de vida, de fraternidad, de justicia, de amor!