¿Lenín Moreno es un estorbo para una mayoría de los ecuatorianos? Por encima de su poca capacidad de liderazgo (no solo para conducir al país, ni siquiera puede poner orden en su propio gabinete), se levanta una enorme molestia, una rabia nacional contra el “Primer Mandatario”, la cual aumenta día a día, y más después de alguna de sus esporádicas apariciones en cadenas nacionales pregrabadas. Y el malestar no mejora ni porque cuenta con un blindaje mediático comparable solo con el existente en los meses previos a la caída de Jamil Mahuad.
Incluso, por como actúan ahora los llamados líderes de opinión de la Costa (cuidando la imagen de Otto Sonnenholzner), parecería que ya está echada la suerte de Moreno. ¿Todo depende de unos poderes fácticos, de los dueños reales de los bancos y de cierta embajada?
La reunión sostenida el jueves 23 de abril de 2020, entre el Presidente y Vicepresidente, habría zanjado algunas disputas entre el bloque que defiende a Moreno (los Ruptura, Michelena y Santiago Cuesta) y Sonnenholzner. La entrega de las secretarías de Comunicación y de Inteligencia solo atenúan esa disputa, quizá con un cálculo muy claro: dejar que los “nuevones” se quemen en esta crisis, pensar en una retirada táctica del Vicepresidente y, con una crisis económica más aguda, dejar en manos de la Asamblea una salida democrática a la catástrofe política que esto conlleva.
Como no hay claridad, porque no hay debate público, con un bloque mediático jugando con quién quedarse en caso de una crisis constitucional (¿ya nos hemos olvidado el papel nefasto que jugó El Comercio, dirigido por José Hernández, tratando de salvar a Jamil Mahuad en 1999?) y en medio del pánico que les produce el retorno de Rafael Correa, parecería que el hoyo oscuro de la desdolarización se aproxima a su momento más cercano, con todas sus consecuencias.
Hay más de un entendido y varios expertos pronosticando el fin de la dolarización, no porque haya una necesidad sino porque Moreno y sus acólitos empresariales y banqueros han preparado el terreno para ello. Que la crisis sanitaria les llega como un gran pretexto es otro debate. Lo de fondo es que ya trabajaron para eso, haciendo cálculos y cuentas, midiendo la ganancia, pero sobre todo usando a Moreno, como lo hicieron con Mahuad, para tenerlo al frente del peor fracaso político, en el cual la ganancia de esos ‘todopoderosos’ es extraordinariamente suprema.
Hoy por hoy, la decisión o la determinación del nuevo escenario político estaría en manos de Sonnenholzner. Hay varias razones para eso: aunque haya llegado a dedo a la Vicepresidencia, en las últimas semanas ha probado la política cruda y dura de un país destrozado, donde él mide cada paso en función del rédito político y también porque ya sabe quién se le opone dentro del gabinete. Y estando del lado de Moreno eso se hace aguas, pierde peso específico. Es más, ¿no será para él también una duda sustancial arrastrar consigo todos los errores, violaciones a la Constitución, demandas nacionales e internacionales de lo que hicieron quienes salieron del malhadado Consejo de Participación del extinto y nefasto Julio César Trujillo?
No cabe duda de que ahí jugarán un rol deliberante los socialcristianos, no tan amigos del Vicepresidente, pero con quien podrían entenderse mucho mejor que con Moreno y sus acólitos (léase: Guillermo Lasso y quienes lo secundan en el gabinete). Clásicos en gobernar sin estar en Carondelet, los socialcristianos preferirán tener a un guayaquileño, de familia costeña con grandes recursos, y con relaciones sociales y económicas muy claras a la hora de tomar decisiones.
En cambio, desde Quito, ni los banqueros o esos llamados “hombres prominentes” que donan plata para limpiar sus culpas, pero que no aceptan pagar más impuestos, solo defenderán a Moreno hasta el momento en que les convenga. Es decir, ¿cuando ya vean que es un problema para sus propios negocios y para su prestigio “social”, harán lo mismo que con Mahuad: dejarlo en EE.UU. bien instalado y que desde allá no diga ni pío nunca más? Por tanto, las condiciones parecen estar dadas para la salida de Moreno. Pero eso tendrá su proceso de maduración en la misma proporción con la que la crisis sanitaria se agudice, a consecuencia del torpe manejo técnico, administrativo y mediático de Romo, Roldán, Michelena y Martínez. Y, en Ecuador, esos procesos son tan vertiginosos que en 24 horas pueden desembocar en lo menos pensado