El comportamiento del gobierno nacional se explica en la “filosofía” del “viejo zorro” de la política el “historiador” Enrique Ayala Mora. Bajo sus consejos posiblemente compraron a la dirigencia del taxismo, del FUT y de un sector del movimiento indígena que ahora coordina y opera políticamente con los asesores de la Vicepresidencia de la República. En su obsesión y sed de venganza del correísmo le importan un pepino los pobres, su condición de “socialista” de corbatín y toda la tinta gastada en sus innumerables libros (algunos de compra obligatoria en escuelas, colegios y universidades) a favor, dice él, de los trabajadores.
Un día antes de la mesa de diálogo entre Gobierno y Conaie el audio -de una conversación patética y reveladora de la conducta ética y moral de Ayala Mora- puso en evidencia cómo se ha manejado la política nacional en los dos últimos años. Y, luego, un documento (todavía no verificado) de la Inteligencia Militar sobre el levantamiento popular también clarifica la lógica del momento político, el sentido de la imposición fondomonetarista y el impacto de una manifestación masiva, popular e intersectorial en la conciencia de los ecuatorianos.
Los pergaminos del intelectual “socialista” han quedado marcados con sangre y veneno. Obsesivo en su vanidad apolillada, Ayala Mora se retrata así mismo en su doble condición: conspirador en contra del levantamiento popular y oportunista colaborador de Lenín Moreno y de paso de las directrices del FMI (sin dejar de mencionar de cierta embajada). Cada frase, entonación y calificativos que salen de su boca, a veces con el sarcasmo de quien se cree impune ante la historia, no hacen sino develar a todos aquellos que lo encumbraron en un altar de supuesto moralismo académico. Y es más: en su retrato se reflejan otros más, quizá más agazapados, que no han sido grabados, pero que piensan igual, actúan igual y son de aquellos que señalan con el dedo a todos los demás.
Lástima por la historia del Partido Socialista, pero también es cierto que hace rato esa organización está manchada de pactos y acuerdos oscuros para legitimar al capitalismo de la peor estirpe. ¿Ayala Mora no es acaso el rector de una Universidad que ahora mal lleva el nombre del Libertador y que en su cargo sacaba dinero para depositar en cuentas de bancos estadounidenses? ¿Esa investigación no fue explotada por los medios privados y comerciales solo porque ese rector era un envenenado opositor de Rafael Correa? ¿Ahí no había, al menos, indicios de corrupción o de “salida de capitales” públicos al exterior? ¿Qué dirá ahora el heredero del rectorado de la Universidad Andina, al que le fue devuelto el cargo por la acción típica de lo que revela Ayala Mora en ese audio?
Igualmente, el “socialista de corbatín” prueba la naturaleza del gobierno actual y de sus acólitos en los medios y en los portales pelagatos: cínicos, con un doble estándar para juzgar a los actores políticos y para defender las libertades de los perseguidos. Cada uno a su modo subsiste ante la sociedad desde una enajenación política. Antes toda acción policial era parte de una lógica autoritaria y totalitaria, ahora es en defensa de la democracia y la paz. No importa si cierran una radio o meten presos a centenas de personas. Tampoco cuenta el sentido de la responsabilidad pública. Para Ayala Mora y sus acólitos en el gobierno y la prensa importa el poder por el poder, la naturaleza de su conservadurismo y el empleo bien pagado por los grupos fácticos, a través de diversos mecanismos que les garantizan una supervivencia a costa de sus supuestos principios democráticos.