Por Luis Herrera Montero
En el debate para la segunda vuelta, la ciudadanía del país debe reconocer que la candidata Luisa González superó a su adversario. No podemos admitir que un binomio proponga primero elevar la edad de jubilación, dato ante el cual el candidato Noboa fue desenmascarado, ya que tal barbaridad se colocó en su plan de gobierno. En el debate, de forma totalmente demagógica, Noboa se comprometió a cumplir con la seguridad social. Algo similar sucedió en materia de servicios públicos, ya que destacó la educación pública gratuita, pero antes, su binomio emitió discursos opuestos a la educación pública, en una actitud claramente alineada con lo privado como sinónimo de democracia y progreso educativos. En la misma línea de comunicación de absurdos, se escuchó a Daniel Noboa afirmar que la SENESCYT se incorporaría al Ministerio de Salud. Nuevamente su opinión la modificó este 1 de octubre de 2023, y de manera inaudita pareció presentarse como un paladín del libre ingreso. La ridiculez pasó los límites de la decencia, cuando constatamos propuestas sobre la no continuidad de la dolarización, a través de pronunciamientos de Verónica Abad, la mismísima candidata a vicepresidente; con total descaro, el candidato Noboa, pretendió deslindarse del tema de la dolarización, afirmando que es un objetivo del Grupo de Puebla, que articula a varios integrantes del progresismo latinoamericano. Entonces la mentira está al desnudo, se emitieron falsedades durante este período de segunda vuelta o dichas falsedades se las socializó en los cambios de discurso durante el último debate. Aseguro que toda a oferta de gobierno del binomio Noboa-Abad es demagogia y de las más desvergonzadas.
Noboa y Abad no deben desempeñar sus cargos como gobernantes de nuestro país. Urge pues evitar tal acto de irresponsabilidad. El dolor de muchas madres y muchos padres, por el fallecimiento de algún familiar, a causa de la violencia y la inseguridad que vivimos, no puede ignorarse, como tampoco el dolor por tener que migrar a otra nación, abandonando a hijos e hijas, por la falta de empleo y por la total carencia de reales posibilidades para sobrevivir en Ecuador. Culpabilizar a otros de tal catástrofe es un acto de injusticia para la conciencia ciudadana y democrática. Es hora de despertar, de impedir la manipulación. Gobiernos de ricos solo perjudican a los pueblos, porque instauran regímenes para su lucro o adictivo deseo de acumular riqueza a diestra y siniestra, aunque se perjudique a las grandes mayorías
Ante todo, lo mencionado, es lamentable constatar datos de encuestadoras, que socializan sondeos que ubican datos del 50% o más para el representante del oligopolio Noboa, el más grande del país. No deseo imaginar el futuro que se nos avecina si ese sector termina triunfando en las elecciones. Ecuatorianos la grave ingobernabilidad no puede seguir. Debemos condolernos de la cantidad de muertes que la narco-economía y el narcoterrorismo ha provocado, problema ante el cual el señor Noboa, en pleno debate, habló generalidades con poca claridad práctica e insistió en la tabla de cantidades máximas admisibles para la tenencia y consumo de drogas, como gran temática a eliminar; es decir, enviará a prisión a personas con desordenes de salud mental y adicción. Sabemos que actualmente las cárceles de Ecuador son campos de muerte o necropolítica. Asumir que Rafael Correa es el responsable de tal realidad, es tan solo una muestra de que ciertos ecuatorianos y ecuatorianas son víctimas de la más penosa manipulación. La habilidad de los medios para engañar se ha reposicionado en la política nacional. Basta de creer que el correísmo asesinó a Villavicencio, el cinismo político no puede ganar. Nadie ha demostrado tal hecho y las sospechas son infundadas. Otra vez la mentira y la desinformación manejando la capacidad de entendimiento de una parte de nuestra población. Es indignante que parte de la ciudadanía no despierte y que desee sufragar por un binomio con innegables pretensiones oligárquicas.
Por lo expuesto, las interrogantes legítimas, desmereciendo toda acusación sin evidencias, deben direccionarse hacia la situación de crisis socioeconómico y crecimiento atroz de la violencia y número de muertes. Pudimos impedir tal contexto si nuestra memoria hubiese sido activada. Ecuador vivió un hecho trágico el 30 de septiembre de 2010. Hace trece años, este acontecimiento inició con una revuelta policial. Unas horas luego, los ecuatorianos y ecuatorianas constatábamos un intento de golpe de Estado. Recuerdo que el comportamiento de la Policía Nacional fue de una agresividad excesiva en contra de la población, que se había movilizado para precautelar la continuidad de un gobierno. Ese mismo día observamos como diversidad de caudillos, de las derechas y oligopolios nacionales,tomaron los locales de los medios públicos. En ese preciso instante, imaginé la perversidad que significaría la recuperación del gobierno nacional por parte de aquellos representantes de tiendas políticas alineadas con el neoliberalismo. No me equivoqué, el ascenso al poder estatal de estos sectores se produjo con la traición de Lenín Moreno y con el triunfo de Guillermo Lasso. Actualmente, atravesamos seis años de ingobernabilidad y desastre nacional, que pudimos prevenir si tan solo la ciudadanía rememoraba lo sucedido aquel 30 de septiembre.
No fue posible evitar que tales caudillos tomen el gobierno y que hoy vivamos en crisis económica, desmantelamiento en todos los servicios públicos, inseguridad en niveles de absoluto descontrol, violencia y muerte con índices tan altos; Ecuador está marcando un récord nacional y posicionándose como uno de los más inseguros y violentos del mundo. Así de triste es la reactualización de masivos procesos migratorios al exterior, esahistoria se ha repetido en tan poco tiempo. Quienes consideran que no hubo la triste noche neoliberal son indolentes y corresponsables de la actual tragedia. Igual de inadmisible resulta que ciertos personeros de política no puedan diferenciar entre este retorno del neoliberalismo y lo vivido durante 10 años del gobierno alineado hoy con el movimiento político de Revolución Ciudadana. Confundir ese período como algo similar a lo producido por el neoliberalismo, es un acto de irresponsabilidad, pues igual de inaudito sería equiparar al gobierno de Roldós con el de Hurtado o al de Borja con el de Febres Cordero.
En el presente, el descontrol es tan agudo que no cabe repetir la historia con otro presidente de sectores pudientes del país. Por el contrario, debería llamarnos la atención e indignarnos por el descaro que tienen de postularse con caretas de demócratas, cuando en realidad son oligarcas, característica que quedó evidenciado en los dos debates; no procede insistir en necedades. El pueblo está divido entre quienes desean impedir la catástrofe neoliberal y los que se dejan manipular. Debemos sostener el deseo de cambios urgentes e inmediatos para salir de la crisis y del dolor nacional. No podemos dejar que los oligopolios y oligarquías controlen el Estado en su totalidad, que nadie nos manipule y nos castigue con la permanencia derealidad actual. Debemos apoyar a la opción que puede empezar a sacarnos de la terapia intensiva en que se encuentra nuestra nación, el binomio Noboa-Abad será igual o peor que los gobiernos de Moreno y Lasso . Solo el pueblo unido puede recuperar la democracia y el bienestar social.