Por Luis Varese
¡El indulto es un insulto! Es la consigna que se grita en las calles de Lima y de las principales ciudades del Perú. En una nueva maniobra desestabilizadora el fujimorismo trata de rescatar de la cárcel dorada al jefe de la mafia, esta vez utilizando al Tribunal Constitucional.
El indulto al criminal Fujimori es un insulto a todas las peruanas y peruanos que sienten amor por el país. Es un insulto a la democracia tan duramente conquistada, un insulto a los próceres, a los héroes de las guerras del Perú, un insulto a los revolucionarios que dieron su vida por una Patria mejor, un insulto a las peruanas mutiladas por la barbarie genocida de las esterilizaciones masivas. Un insulto finalmente a toda Nuestramérica, que superó la era de las dictaduras condenando a los dictadores. No hay olvido ni perdón, porque el dictador no se arrepiente en lo más mínimo.
Los crímenes de Lesa Humanidad no prescriben y no son susceptibles de ser indultados. El Estado Peruano es signatario y forma parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por lo que las decisiones de ésta son vinculantes. Ya con anterioridad la Corte se pronunció contra el indulto al reo Alberto Fujimori Fujimori.
“Resulta necesario que, además de la situación de salud del condenado, se tomen en cuenta otros factores o criterios tales como que se haya cumplido una parte considerable de la pena privativa de libertad y se haya pagado la reparación civil impuesta en la condena; la conducta del condenado respecto al esclarecimiento de la verdad; el reconocimiento de la gravedad de los delitos perpetrados y su rehabilitación; y los efectos que su liberación anticipada tendría a nivel social y sobre las víctimas y sus familiares”. Sostiene la Corte y ninguno de ellos ha sido cumplido por el ex dictador.
Pero no solamente no ha sido cumplido, sino que desde su prisión, él ha seguido dirigiendo el grupo mafioso que a veces encabeza su hija Keiko u otras su hijo Kenji. Es decir no hubo ni un solo acto de reflexión autocrítica, o propósito de enmienda. No existe el reconocimiento de la gravedad de los delitos perpetrados. No existe tampoco la decisión de repatriar los millones robados al estado Peruano, cuyo monto real es desconocido, ni mucho menos de la reparación civil que merecen las víctimas. Es decir los tres jueces del Tribunal Constitucional que votaron a favor del indulto decidieron, quién sabe por cual motivo non santo, indultar a este dictador criminal, que tanto daño hizo a las peruanas y peruanos.
Fujimori no está condenado por juicios políticos. Fujimori sufre condena por crímenes de lesa humanidad en dos casos concretos de asesinato de estudiantes de la Universidad de la Cantuta y de ciudadanas y ciudadanos en una casa en Barrios Altos, ejecutados por un grupo de exterminio denominado el Grupo Colina, que estaba bajo su mando. Tiene otros casos y sentencias por corrupción, peculado y latrocinio en contra del Estado Peruano. Uno de los más graves y que aún no culmina su juzgamiento, es la esterilización forzada de casi trescientas mil mujeres, por parte del Estado Peruano a través del ministerio de salud, en una práctica propia del nazismo, dirigida por el propio Fujimori.
El Presidente Castillo debe encabezar la lucha por un nuevo orden Constitucional.
No hubo, finalmente la vacancia. Se sabía antes de iniciar la sesión del Congreso, pues la extrema derecha no tenía los votos suficientes. Ha sido un triunfo de la democracia y de la frágil institucionalidad del Perú.
Lo que sí se requiere es retomar el programa inicial por el que fue elegido, al menos en los temas que tienen que ver con el agro, el gas y la defensa de la Soberanía. Además, hoy se requiere un pronunciamiento firme del Presidente Pedro Castillo en contra de la Corrupción, la impunidad y los crímenes de lesa humanidad cometidos por Fujimori, contra el pueblo peruano.
El Presidente Castillo, tiene una nueva oportunidad que le ofrece la Historia, para incorporarse a la voluntad popular y entregar en el Bicentenario, un país renovado con profundas reformas estructurales indispensables para la supervivencia del país que lo eligió. Tiene la oportunidad de defender la Soberanía Nacional atendiendo las necesidades de peruanas y peruanos e todos los frentes que son atendibles incluso por parte de un Estado, cuyo poder Legislativo no facilita esta tarea. Hay que demostrar a quienes de manera irresponsable le acusan de traidor a la Patria, por haber hablado de una salida al mar para Bolivia, que la Patria se defiende contra las transnacionales, contra los mercaderes de la salud, contra los que explotan de manera brutal a peruanas y peruanos en minas, pesca y agricultura. Contra los irresponsables de la minería ilegal o contra quienes trafican con nuestros recursos naturales y sobre todo humanos. La Patria se defiende pagando los impuestos y cobrando los impuestos para la construcción y reconstrucción de escuelas y hospitales destruidos justamente por los vende patria, que conforman la lumpenoligarquía que dirige al país.
El Presidente Castillo tiene la oportunidad de ponerse al lado de la Historia componiendo un equipo de asesores de gente capaz y honesta destinada a darle al gobierno una dirección en defensa de la Soberanía Nacional y la redistribución de la riqueza nacional. Es evidente que requiere de apoyo. Debe aceptar la Unidad de la Izquierda y entender que hay mujeres y hombres con grandes capacidades y amor verdadero por el país. Ya es hora que deje de buscar conciliación con una derecha que lo repudia, lo discrimina e insulta, no solo a él sino a la enorme mayoría del pueblo peruano.