Por Daniel Kersffeld

Según se desprende de “El retorno de la geopolítica”, discurso Del pasado 27 de abril de 2022 en Londres, cuando todavía era canciller del gobierno de Boris Johnson, el enfoque de la nueva Primera Ministra del Reino Unido Liz Truss (foto, con la reina Isabel) se basa en tres ideas-fuerza: una fuerza militar más poderosa, una seguridad económica más amplia y la conformación alianzas globales más profundas.

El conflicto en Ucrania
El eje principal de su proyecto geopolítico se centra hoy en el conflicto en Ucrania: la defensa de esta nación, es la defensa del “mundo libre”, de “la libertad y la autodeterminación”. Según ella, resulta imperioso contribuir así a la supervivencia de Ucrania, porque “si Putin tiene éxito, habrá una miseria incalculable en toda Europa y terribles consecuencias en todo el mundo”.

En su lectura, no se trata de impedir que los agresores desistan, sino de que fracasen. De lo contrario, nada menos que la “seguridad global” se verá resquebrajada: “nunca más nos sentiremos seguros”.

Por ende, resulta claro que el principal enemigo del Reino Unido bajo su conducción será Rusia, a la que acusa de haberse alejado de la Unión Soviética, una potencia que “pese al daño causado en el mundo”, logró actuar “con algún grado de racionalidad” en el escenario mundial. Además, su reputación actuaba como un limitante para su desempeño a nivel internacional.

Hoy Rusia, según Truss, no conserva los valores de la antigua Unión Soviética: ha violado múltiples medidas sobre el control de armas y se ha convertido en una real amenaza para los países de la OTAN. Incluso, su mal desempeño económico llega a afectar el funcionamiento del G20.

En esta misma línea de pensamiento, Vladimir Putin es sólo un “operador deshonesto” sin ningún interés en el cumplimiento de las normas internacionales. Su aparente fortaleza sólo radica en el petróleo y el gas, utilizados como recursos para ganar poder hacia el exterior.

Ahora bien, desde el punto de vista de la fuerza militar, Truss considera que el Reino Unido deberá hacer mucho más que lo que hizo hasta entonces, más allá de sus sustanciales aportes de armamento y de la capacitación efectuada a las tropas ucranianas desde mucho antes de que el conflicto estallara.

Así, en medio de la crisis energética en que se encuentra la nación, la nueva Primera Ministra apoyará un sensible aumento en el presupuesto destinado a la defensa.

Cambio de estrategia
De igual modo, planteará un cambio de estrategia, ya no para la defensa de Ucrania, sino directamente para el ataque contra Rusia, el que deberá ser efectuado de manera tradicional, por tierra, mar y aire, y también con técnicas más vanguardistas, con ataques provenientes del espacio y del ciberespacio.

Por ello, y frente a Rusia, el Reino Unido deberá tener un papel de responsabilidad y de resguardo frente aquellas naciones del “flanco oriental” que más sufren el avance de Putin en Ucrania. Por ende, Londres se comprometerá a defender a Polonia con una mayor cooperación militar, y el mismo nivel de compromiso se alcanzará frente a los Balcanes Occidentales y a países como Moldavia y Georgia.

Para prevenir futuros conflictos, Londres apuntará a la idea de una “OTAN global”, extendiendo la membresía de la organización a otros países, del Atlántico, y sobre todo del Pacífico, teniendo en cuenta la existencia de “amenazas globales”. No será extraño que se activen renovadas alianzas con Japón y con Australia, entre otros motivos, para “asegurarnos de que democracias como Taiwán puedan defenderse”.

Además del aspecto puramente militar, el Reino Unido y las principales potencias occidentales deberán golpear a Rusia desde lo económico, con nuevas y más profundas sanciones. Así, Truss se enorgullece de pertenecer al país que ha sancionado a “más personas y organizaciones que cualquier otra nación, afectando a los bancos, los oligarcas, las empresas de defensa, las reservas del Banco Central y los suministros de petróleo y gas de Rusia”.

El factor China
Pero desde el gobierno británico son conscientes de que la dureza del ataque a Rusia no podrá ser mayor si China sigue cooperando con Moscú. En este sentido, reconoce el enorme potencial económico de la potencia asiática y su papel cada vez más importante a nivel global, pero llega a advertir que si no sigue las “reglas”, China podría detener un ascenso que muchos asumen como inevitable. Según su opinión, Beijing debería tomar nota de las consecuencias que hoy se ciernen sobre Rusia.

Por otra parte, el gobierno de Truss se muestra interesado en ampliar las relaciones económicas con el mundo libre, estableciendo nuevos mercados en naciones que también se encuentran en ascenso y que deberían quedar bajo el paraguas comercial británico, como son los casos de India e Indonesia.

En todo caso, el profundo credo neoliberal de la nueva Primera Ministra resulta elocuente cuando afirma que “El libre comercio y los mercados libres son el motor más poderoso del progreso humano”, por lo que “siempre defenderemos la libertad económica”.

Un tercer punto a tener en cuenta en el nuevo gobierno de Liz Truss se centrará en la conformación de “alianzas globales más profundas”, que contribuyan a la generación de mayor prosperidad y una más amplia seguridad. O lo que la nueva mandataria concibe como la “Red de la Libertad”.

Ante lo que considera como la avanzada rusa contra el mundo libre, Londres incentivará a las instituciones multilaterales como una suerte de estrategia defensiva a nivel global cuyos principales puntales serán la OTAN, el G7 y la Commonwealth, a las que considera como “vitales”.

De igual modo, el esquema de alianzas deberá ser reforzado no sólo a partir de la relación histórica con Estados Unidos, sino también con naciones como Australia, Japón, India, Corea del Sur y Sudáfrica. En tanto que el G7 deberá ser definido como una “OTAN económica” y debería establecerse una amplia red política y comercial con los 141 países, de todos los continentes, que votaron por sancionar a Rusia en la ONU.

Al menos en esta primera aproximación, en el proyecto geopolítico de Liz Truss no hay mención alguna a Américas Latina: apenas un señalamiento sobre México, como integrante del TLC que comparte con Estados Unidos y Canadá y al que buscaría acercar al Reino Unido. Obviamente, no hay tampoco ninguna mención a Argentina ni mucho menos al conflicto con Malvinas.

Sus intenciones son claras desde un primer momento e implican un enfrentamiento mayor con Rusia, su enemigo declarado, y un involucramiento todavía más profundo en el conflicto en Ucrania, ya que se trata de “nuestra guerra”, cuya victoria es “un imperativo estratégico para todos nosotros”.

Tomado de Pág. 12

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