Por Juan Carlos Morales
Los pueblos, a veces, construyen una identidad falsa de sí mismos. Pasó en la consolidación del Estado-nación mestizo. Aún se recuerda, por ejemplo en las Fiestas de Quito, la abundancia de paella, cante jondo y vino en bota (además de banderas de España en la ciudadela Jipijapa), en ese afán de parecerse toreros de España.
Este fenómeno -al que se le puede aplicar la categoría de estrategias de etnicidad- no es privativo del mundo mestizo. Hará unas dos décadas, algunas élites de indígenas de Imbabura se creen más incas que los incas, olvidándose de que fueron estos, en el siglo XVI, quienes exterminaron a sus abuelos en la laguna de Yahuarcocha (20.000 aproximadamente, según Guamán Poma de Ayala).
Ahora que nos encontramos en la apoteosis de las fiestas del Solsticio, que en algunas comunidades aún conservan el nombre de Jatun Puncha, Fiesta Grande, aún se insiste en llamar Inti Raymi, en los programas de mano de los gobiernos descentralizados.
Marcelo Naranjo, en La cultura popular en el Ecuador, Tomo V: Imbabura, Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares, Cidap, 1989, dice: “La primera ceremonia de las vísperas es el baño ritual en la cascada de Peguche… El baño de las vísperas tiene un claro sentido de purificación y se vincula íntimamente a los significados agrarios de la fiesta”.
Algo curioso, el investigador en ningún momento habla de Inti Raymi, sino de sanjuanes. Esto es porque el texto está escrito a finales de los ochenta, del siglo pasado, y aún no llegaba la mentada élite indígena que, literalmente, exportó varias festividades del Cusco, creyéndose incas. Un trabajo esclarecedor en este sentido, es el de Josefina Vásquez Pazmiño -Si quieren ser inkas que sean felices-, disponible en internet. Y más, no valdría la pena seguir llamando a la fiesta como Inti Raymi, primero, porque es un desconocimiento de los pueblos ancestrales -señoríos étnicos como los caranquis- sino porque el Congreso de Perú, en el decreto 27425, de 2001, reconoce como Patrimonio Cultural de ese país al Inti Raymi del Cusco.
El problema ocurre cuando las mismas comunidades desean elevar tal o cual fiesta a la categoría de patrimonio. Por ejemplo, el llamado Pawcar Raymi, que está declarado como patrimonio en el Perú, en Peguche no tiene ni cinco años con esa denominación. No hay que olvidar que Perú y Bolivia ya tuvieron una disputa por las ‘diabladas’. Y aún hay quienes creen que el Qhapaq Ñan hicieron únicamente los incas, quienes florecieron 90 años, frente a los pueblos ancestrales, quienes construyeron hace dos milenios sus caminos.