La Corte Constitucional se reunió el 21 de agosto último y dio paso a la primera fase de demolición de la Constitución de Montecristi. Al aprobar el dictamen, sin que se haga público hasta este momento, el informe completo contempla una reforma de alrededor de 77 artículos de la Carta Magna, con lo cual, en la práctica aniquilan el espíritu y su esencia.
Han llegado al extremo de incluir el tema de los transgénicos y la explotación de recursos naturales no renovables. Y por si fuera poco, ahora proponen que la misma Corte Constitucional sea sujeto de control político de la Asamblea Nacional y que ésta sea un órgano legislativo bicameral.
Igualmente, lo más trascendente y que se conoció por boletín de prensa es lo que sigue:
1.- El Consejo Nacional Electoral será designado de una lista presentada por el pleno de la “Cámara de Representantes” y el Tribunal Contencioso Electoral de ternas presentadas por las funciones Legislativa, Ejecutiva y de Transparencia (sin que en ésta ya conste el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social).
2.- El Defensor del Pueblo de una terna seleccionada por el legislativo.
3.- El Defensor Público de una terna seleccionada por la Corte Nacional de Justicia.
4.- El o la Fiscal General de ternas de la Corte Nacional de Justicia, del Ejecutivo y las Universidades, igual que el Contralor.
5.- La Judicatura, de cinco miembros, será integrada de una lista de 21 candidatos, los cuales saldrá de tres listas de siete propuestos por el Ejecutivo, la Asamblea y la Fiscalía.
Hay otros cambios sustanciales, pero en la práctica eliminan el concepto de participación y control social, además que devuelven a los partidos políticos y al poder público la designación de las principales autoridades de control, con lo cual ya sabemos que el bloqueo institucional será la norma, cuando las fuerzas políticas no obtengan una mayoría.
En otras palabras: ciudadano común que aspire a un cargo, por sus méritos, no tendrá otra opción que negociar con los partidos y movimientos políticos, que ya sabemos cómo se comportan en esos temas.
Hasta cuando se conozca a fondo el cambio radical que se proponen y la vía para su aprobación (en principio por consulta popular) se ha consolidado el aniquilamiento del espíritu de Montecristi y todo apunta a una configuración jurídica e institucional en función de la óptica de la derecha y los grupos de poder económico del Ecuador.
No solo que se ha configurado el esquema y la lógica -a través de una campaña mediática y política sin parangón alguno- sino que por la vía de una Corte Constitucional “de lujo”, aplicada y entonada con el más acérrimo liberalismo, gracias al dictamen de Julio César Trujillo y sus acólitos, tenemos otra Constitución en marcha sin pasar por una Asamblea Constituyente como lo determina el artículo 444 de la Carta Política vigente.
Todo esto ocurre como si se tratara de dar crédito a un aparato mediático implacable, perverso y denigrante. Han hecho todo lo que está en un libreto derechoso para acomodar a sus intereses y por los vericuetos legales una transformación de la cual quedarán marcados en la historia los actuales vocales de la Corte Constitucional.
Ya habrá tiempo para analizar más a fondo y quizá también esta propuesta abra otro escenario político para el país, pues con los resultados de las PASO en Argentina parecería que el miedo ha copado y ahora aceleran cualquier posibilidad de que en el año 2021 una fuerza progresista retome el poder.

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