Por Juan Fernando Terán
Ruta Krítica publicó en Twitter un video sobre las transformaciones laborales que los “expertos económicos” quisieran realizar en Ecuador. Ese video merece ser compartido y comentado pues los neoliberales criollos exteriorizan sus deseos más profundos.
Estamos en un momento electoral en el cual “hay que votar bien”. Pero ¿qué significa votar bien? No nos engañemos… el significado de aquella muletilla depende de los intereses de cada votante. Y ese es el problema. ¿Perciben los votantes sus intereses?
En el video publicado por Ruta Krítica, se observa que el economista Alberto Dahik argumenta que “las conquistas laborales” distorsionan la actividad empresarial y coloca como ejemplos a la participación en las utilidades, la jubilación patronal “carísima” y el incremento de los días de vacaciones según el tiempo de trabajo.
Para el economista Abelardo Pachano, los trabajadores agrícolas y los jóvenes que ingresan a la fuerza laboral son trabajadores con productividad más baja y “consecuentemente deben tener una remuneración inferior en alguna proporción frente al trabajador general, el trabajador urbano”.
El presidente de la Cámara de Comercio de Quito, Patricio Alarcón, plantea que las empresas deberían tener la posibilidad de desvincular con mayor facilidad de su plantilla laboral a los jóvenes “hasta cierta edad”. ¿Cuál podría ser esa edad? La presidenta de la Cámara de Industrias de Guayaquil, Catalina Costa, cree que los jóvenes de 15 a 35 años “ya no piensan como nosotros” pues tienen “deseos de trabajar de forma distinta” y a ellos “no les gusta la estabilidad laboral”.
Estas frases evidencian múltiples formas de retórica política que distorsionan y mienten sobre la realidad. Quienes se presentan a sí mismos como “expertos económicos” no hablan basándose en la ciencia, sus datos o sus métodos. Ellos buscan convencer a la gente sobre la necesidad de disminuir los derechos laborales. Y cualquier cosa puede decirse para lograr este propósito.
César Robalino proporcionó precisamente un ejemplo de esa retórica espeluznante al sostener que “los trabajadores se llevan la mayor parte de la productividad”. Esta frase, simplemente, no tiene asidero empírico. Todos los años, para poder calcular el Producto Interno Bruto (PIB), el Banco Central genera estadísticas sobre la distribución del ingreso entre empleadores y empleados.
Una de ellas es el “Excedente Bruto de Explotación” (EBE) el cual mide la parte del valor de la producción con la cual se quedan los propietarios del capital. Según la información sobre el Valor Agregado Bruto (VAB) generado en 2018, las remuneraciones recibidas por todos los tipos de asalariados equivalieron al 41% del VAB mientras los empleadores recibieron el 58% del VAB.
Esta distribución de la “riqueza” sesgada a favor de los dueños del capital no fue un acontecimiento extraordinario sino parte de una tendencia histórica permanente. Pero nada de lo anterior importa para quienes aprovechan cada oportunidad para hacernos pensar que “el capital siempre pierde”.
Y esto nos conduce a otro rasgo de esa retórica política: la historia solo existe cuando mencionarla le beneficia a la derecha. Cuando les conviene, los neoliberales criollos nos invitan a asumir que “los tiempos han cambiado” y que los derechos laborales deben ser “modernizados” porque las regulaciones les impiden incluso a los trabajadores alcanzar sus objetivos de bienestar. Sintetizando esta posición, Alberto Dahik sostuvo que la tercerización de los trabajadores no es un abuso sino una forma de “salir del abuso del Código del Trabajo”.
El “cambio” solo existe como ingrediente del discurso para las masas. Cuando se trata de favorecer a los empresarios, sin embargo, la coyuntura, la tendencia, la estructura o el proceso no existen. La historia se congela y no les demanda transformaciones al empresariado.
No importa si estamos en 1980 o en 2020. Con o sin recesión, con o sin inflación, con o sin moneda propia, con o sin libre comercio, el mensaje siempre es el mismo: los trabajadores reciben mucho.
Por eso, la microeconomía solo sirve para adornar la retórica política. Cuando establecen la relación entre productividad y remuneración a los trabajadores, ¿por qué los neoliberales no hablan de la relación entre productividad y remuneración al capital? ¿Acaso las “buenas normas” de conducta planteadas por la microeconomía ortodoxa solo se deben aplicar a “los giles”?
Si la retribución a un factor productivo debe efectuarse según su contribución al incremento de la productividad, ¿por qué existen empresarios y banqueros cuya participación proporcional en el valor agregado aumenta incluso cuando la actividad económica disminuye?
En el mundo sin tiempo ni memoria construido por el discurso conservador, los empresarios son siempre las victimas. No importa si son empresarios improductivos, fracasados, rentistas o especuladores… Ellos aparecen siempre retratados como una minoría laboriosa amenazada por las mayorías voraces, ambiciosas, ociosas e ignorantes.
No me sorprende que ese sea el mensaje de fondo. Lo que si no deja de sorprenderme es cómo “la clase media” sucumbe una y otra vez ante palabras que no representan su realidad. Me sorprende siempre observar que las ilusiones improbables atrapan a quienes no quieren entenderse como trabajadores. ¿Acaso todos los miembros de la clase media se creen “empresarios” en potencia? ¿El discurso del “emprendimiento” sigue obnubilando su raciocinio?
En las próximas elecciones, se pondrá en juego la capacidad de millones de ecuatorianos para percibir quiénes son en realidad y qué pueden esperar de una economía pequeña y dolarizada.
Si la clase media presume de ser “pensante”, entonces… Ojalá lo sea y evite votar dejándose llevar por las antipatías que fomentan los voceros empresariales. A esa clase media le invito a que analice e indague asuntos como los siguientes:
¿Cómo podría la agenda neoliberal afectar a los profesionales autónomos, consultores, trabajadores intelectuales, trabajadores calificados o funcionarios públicos? Lo que suceda con los trabajadores de 15 a 35 años, ¿influirá en quienes no se encuentren en ese rango de edad?
¿Le afectará a la clase media la reducción de las remuneraciones, la flexibilización laboral o la disminución de “derechos” en los trabajadores manuales, trabajadores agrícolas, trabajadores no calificados o trabajadores jóvenes?
Ojalá se animen a investigar sobre lo anterior antes de votar… La “mano invisible” no tiene piedad… Cuando un precio de equilibrio cambia en un mercado, ese cambio afecta a otros mercados.
Ojalá lo entiendan quienes no se creen trabajadores. Ojalá se ubiquen.