Por Abraham Verduga

Verónica a Tel Aviv y ahora… a lo importante. “Ecuador está en su peor momento”, la frase del Presidente de la República es lacónica, demoledora. El fiasco del gobierno del encuentro no tiene parangón. Lasso nos deja una economía en la lona y una deuda social escandalosa. A excepción de la banca, uno de los sectores que más creció en los últimos años, el resto del país va rumbo al precipicio, pero ya en caída libre. Tampoco es que haga falta decirlo, la realidad nos fagocita y nos oprime a la mayoría de los ecuatorianos, pero no deja de ser importante que esos datos que muchas empresas mediáticas se empeñaron en ocultar, hoy se hagan explícitos. Bien por la transparencia, Presidente Noboa, y bien por esa declaración de intenciones respecto a las acciones que se impulsarán para enfrentar esta terrible crisis, el enésimo fracaso del neoliberalismo. Ha dicho su Ministro de Economía que es hora de motivar que la sociedad en su conjunto haga esfuerzos adicionales, pero que la carga principal debe recaer en los más privilegiados. Chapó! Habló también el ministro Vega de propiciar un crecimiento con equidad. De acuerdo.

Ahora bien. La credibilidad termina donde comienza la incoherencia. Presidente Noboa, sería importante que además de las medidas propuestas en el “Proyecto de Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo” remitido a la Asamblea, sea usted el primero en ejemplificar como arrimar el hombro y obligue al Grupo Noboa, propiedad de su familia, a pagar las ingentes deudas tributarias que mantiene por años con el Servicio de Rentas Internas, más de 88 millones de dólares; y, de paso, ponerse al día con sus obligaciones patronales ante el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. El debate de los impuestos, señor presidente, es un debate central sobre la calidad democrática de un país. Es la pregunta de si la vida en sociedad significa “sálvese quien pueda” (o tenga), el que llega llega y el que no, ¡qué salado!, jodida suerte… O si la vida en sociedad significa arrimar el hombro. Es la discusión sobre si hay educación y un sistema de salud público de calidad, donde da lo mismo cuanto dinero tengamos en la billetera porque si nos enfermamos vamos a ser atendidos por profesionales de primer nivel, con los mejores equipos para cuidarnos. Es el debate sobre la seguridad ciudadana, sobre si el Estado puede desplegar medidas reactivas y preventivas para disminuir los índices de delitos. Es el debate sobre si el Estado, a fin de cuentas, puede asumir el rol de redistribuir la riqueza para cumplir con el Buen Vivir consagrado en la Constitución. El Ecuador no necesita más donaciones de sillas de ruedas ni limosnas de ricos; el país necesitas políticas públicas de largo aliento financiadas con impuestos. Presidente, usted como empresario sabe muy bien que la desigualdad es absolutamente ineficaz en este modelo económico. Sabe que la desigualdad es enemiga de la prosperidad y que genera dificultades para cosechar más rentas. Aun para a quienes los DD.HH. les parezcan una pérdida de tiempo, para esos a quienes les importa muy poco las condiciones de vida de la gente, deberían saber que reducir las brechas de desigualdad, haciendo que paguen más los que más tienen, es la clave para garantizar la democracia y, por cierto, para tener una economía más robusta. Presidente Noboa, es la hora de demostrar que su objetivo político va más allá de tener muchos likes en redes sociales, eso le funcionó muy bien en campaña. Hoy tiene la oportunidad de dejar la retórica e impulsar acciones concretas en beneficio de la mayoría social. Acciones que transformen este orden injusto, no una mera gestión de lo existente. La politica está para cambiar las cosas. Que ese “nuevo Ecuador” del que tanto habla sea, pues, una contundente realidad y no más de lo mismo con mejor marketing.

Por RK