Hicieron de todo para que Jaime Nebot los acogiera en sus brazos y de paso María Paula Romo optara por ser el binomio del Caudillo del Puerto. Y la jugada les salió mal por hacer lo mismo de siempre: jugar a dos o tres bandas.
Eso de andar jugueteando a amorío doble no trae buenos resultados: si Romo (y su consorte Iván Granda, en la práctica su marido) habla con Guillermo Lasso para “buscar gobernabilidad” y los socialcristianos se enteran por terceras personas, entonces es muy difícil hablar con Jaime Nebot de pactos, acuerdos y apoyos políticos para Lenín Moreno.
Romo y Juan Sebastián Cordero (que de paso no ha salido a defenderla y a su consorte por el uso indebido de naves policiales) ya jugaron a doble partida cuando dirigían la extinguida Ruptura de los 25. Primero lo hicieron con Rafael Correa, antes de ser candidato a la Presidencia y luego cuando ya la ejercía. Luego jugaron con la Izquierda Democrática y ahora lo hacen con CREO. No han cambiado. Su ADN de la traición les llevará en su momento, con absoluta seguridad, a salir del gobierno de Moreno, traicionándolo y diciendo que son tan puros y castos que difícilmente aceptarían actos de corrupción.
La alcaldesa de Guayaquil -heredera a dedazo de Nebot- ha usado una de las argucias socialcristianas para recabar apoyo popular: la inseguridad en el Puerto Principal. Y por otro lado una de las que aspira a reemplazar a la actual alcaldesa, la supuesta poeta Cristina Reyes, también ha ido por la cabeza de Romo y Roldán: apelar a la lucha contra la corrupción por el uso de naves policiales. Las dos no lo hacen por una autonomía personal, eso se concibe en plena consonancia con los comentarios de un Nebot evidentemente pragmático: Moreno ya no gobierna y el pacto con Lasso es una traición innombrable.
Mientras tanto el dueño del Banco de Guayaquil (por más que diga que ha vendido todas sus acciones y en paraísos fiscales luzcan todas sus propiedades) no ha sido habilidoso en cuidar las formas y salió a develar el pacto con Moreno, a quien denostó como ganador de la Presidencia y le tachó con epítetos de toda calaña. Ahora es ya candidato para el 2021 y posiblemente ha pensado en Romo como su binomio, como en su momento lo hizo con Auki Ttituaña, pensando que con eso jalona a un electorado “progre” del Ecuador y en particular de la Sierra. Obviamente habrá algo de inversión en eso. Lasso no hace nada sin ofrecer lo único que tiene: plata. Y, para camuflar su codicia política, habla ahora de gobernabilidad y de que si alguien quiere aplicar su programa de gobierno no se puede enojar ni oponer.
Por lo pronto, de lo que se filtra desde Carondelet, esos acuerdos de Lasso y Romo son mal vistos por el lado socialcristiano del gobierno. El “Vice” hace de todo para calmar a los socialcristianos y granjearse la posibilidad de repetir el cargo con Nebot; Santiago Cuesta mira cómo podrían caerse sus negocios por la relación socialcristiana con algunos empresarios; además de la poca incidencia del mismo Moreno en algunas jugadas que por su cuenta hace Romo y su “marido” alrededor de las ONG que abierta y solapadamente usan al gobierno para sus “consultorías”.
Claro, para ocultar sus jugadas y dobles amoríos políticos, Romo tiene a su fiscal para tapar los escándalos atacando a Rafael Correa. Volverán con nuevas “revelaciones” y así seguirán mordiéndose la cola hasta ganar tiempo y comprar votos en la Asamblea y evitar el juicio político.