José Antonio Figueroa

El pasado domingo 11 de marzo, Colombia vivió un proceso electoral legislativo  marcado por procedimientos inquietantes y con unos resultados que deben hacer meditar a las fuerzas progresistas. La suma de los votos conseguidos por la ultra derecha llegan casi a la mitad del total de los puestos en el Senado, habiendo sido el partido Centro Democrático el más votado, con casi 2’400.000, nutrido fuertemente por la victoria del ex-presidente Álvaro Uribe quien recibió 872.000 votos, y lo convirtió en el senador más votado de la historia política de Colombia. Junto al Centro Democrático otros partidos como Cambio Radical y el Partido Conservador tuvieron unos resultados muy positivos lo que permitirá que la extrema derecha, opuesta a los términos en los que se ha dado el proceso de paz con las FARC, constituya un frente que desde el Senado y la Cámara pondrá una gran resistencia a la implementación de los Acuerdos de La Habana.

Sin embargo, a pesar de los deslucidos resultados que sacó la izquierda en las votaciones legislativas, las encuestas señalan al líder izquierdista Gustavo Petro, liderando las preferencias en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en mayo, con el mismo porcentaje que el candidato de la ultraderecha Iván Duque.

Un virtual triunfo de Petro, haría que por primera vez en la historia de Colombia, un militante de izquierdas maneje los destinos del país, pero lo haría en medio de una importante oposición en el Senado y en la Cámara. De triunfar Iván Duque, los acuerdos logrados con las FARC en Cuba se irían a pique y el país entraría de nuevo en un ciclo dominado por la extrema derecha.

¿Cuáles son las propuestas principales de gobierno de Petro y de Duque y cómo se posicionan ante los acuerdos de La Habana? Gustavo Petro, quien fue alcalde de Bogotá y puso un fuerte énfasis social con programas especialmente dirigidos a los sectores más vulnerables, tiene un programa de gobierno cuyo punto principal es el de cambiar el modelo primario exportador que se ha afianzado en los gobiernos neoliberales. Ironizando con la campaña mediática de la derecha colombiana que sostiene que su llegada a la presidencia de Colombia sería la entrada del país al mismo camino de Venezuela, Petro ha sostenido que los gobiernos neoliberales de Colombia son los que han mantenido el mismo modelo que el de Venezuela porque ambos se basan en el modelo de exportación de materias primas. Petro propone una reindustrialización del país, con una atención especial a las regiones abandonadas y con una fuerte inversión social lo que lo pone a tono con varios de los acuerdos establecidos entre el gobierno de Santos y las FARC.    

Por su parte, Iván Duque plantea como uno de sus puntos principales de campaña un proceso de legalización de tierras que institucionalizaría el escenario de relatifundización que se ha profundizado en Colombia mediante la violencia política que ha producido el desplazamiento de más de 7 millones de personas en las últimas décadas en Colombia. Mediante un supuesto acuerdo entre grandes, medianos y pequeños propietarios Duque propone el afianzamiento de la exportación primaria y da un exclusivo énfasis a la producción palmicultora, que es una de las importantes actividades que actualmente desarrollan los grandes latifundistas que se han empoderado luego de la cruel violencia política y el desplazamiento rural en Colombia.  

El radical contraste entre estos programas permite entender por qué la maquinaria tradicional colombiana ha aceptado y promovido la campaña sucia contra la izquierda, que ha incluido atentados a la vida, violencia y manifestaciones de fraude, y llevaron a la salida de la campaña del candidato del Frente Alternativo Revolucionario del Común –FARC- Rodrigo Londoño, Timochenko, cuya actividad política legal constituía una de las expresiones más visibles de los acuerdos de La Habana. 

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