En términos económicos, y bajo las actuales circunstancias provocadas por la pandemia del COVID 19, las empresas farmacéuticas y biotecnológicas son las que más ganancias han reportado, convirtiéndose prontamente además en actores con un creciente peso político a partir de sus estratégicas alianzas con distintos gobiernos, tanto de los países centrales como así también de los periféricos.
En sentido, no es posible pensar el campo actual de las relaciones internacionales sin tomar en consideración a estos nuevos “actores no estatales”, es decir, a empresas como Inovio, Moderna, Novavax, Regeneron Pharmaceuticals, Astra Zeneca, Pfizer, Johnson y Johnson etc., las que además de aumentar sus ganancias desde el inicio de la pandemia, varias de ellas se han visto beneficiadas por redituables alianzas económicas con gobiernos como los de Estados Unidos y el Reino Unido, en un claro interés por encontrar la cura al coronavirus.
Asimismo, una combinación de ansiedad y de expectativas por parte de la sociedad global, en conjunción con un discurso político que las ha posicionado en la agenda pública, ha terminado por consolidar a estas empresas como actores con amplia capacidad de movimiento internacional y depositarias de un hondo anhelo de salvación.
La fuerte competencia entre China, Reino Unido y Estados Unidos, a la que últimamente se ha sumado Rusia y, en menor medida, Alemania y Francia, podrían acentuar anteriores disputas geopolíticas y al mismo generar nuevas alteraciones en el siempre dinámico campo de las relaciones internacionales. Bajo este esquema, ya no se trataría de una renovada “Guerra Fría” entre dos actores, sino de una verdadera carrera global, como la que vivió el planeta entre fines del siglo XIX y principios del XX, y en la que el premio sin duda es económico, pero también es “prestigio” y un inocultable rédito moral como capital simbólico.
Asistimos, por tanto, a una redefinición de la “geopolítica del poder”, tal como lo plantea el geógrafo suizo Claude Raffestin, en el que los nuevos hilos invisibles del poder son construidos en una suerte de alianza vital entre Estados y farmacéuticas para la futura producción y distribución de medicamentos y vacunas.