Por Daniel Kersffeld
Todavía sin mayor claridad en torno a la fecha de las próximas elecciones parlamentarias que tendrán lugar en el Reino Unido, resulta innegable que las Islas Malvinas está ocupando un espacio cada vez más visible dentro de la agenda electoral de los principales partidos británicos.
En la conferencia anual del partido Conservador, celebrada en el Manchester entre el 1 y el 4 de octubre, el stand montado por autoridades de las islas fue visitado por distintos funcionarios del gobierno encabezado por el multimillonario Rishi Sunak.
Sin duda, la visita del Ministro de Relaciones Exteriores, James Cleverly fue una de la más celebradas. No sólo se comprometió a visitar las Malvinas para apoyar su “autodeterminación”, sino que además y, con el objetivo electoral a la vista, manifestó que “sólo se puede confiar en un gobierno conservador para cuidar la situación y brindar los mejores intereses de este país”.
Las provocadoras declaraciones surgidas del encuentro de los conservadores pronto repercutieron en las filas del partido Laborista, que mantuvo su propio encuentro apenas unos días más tarde, entre el 8 y el 11 de octubre en la ciudad de Liverpool.
Stephen Doughty, el ministro en las sombras para los Territorios Británicos de Ultramar se refirió al asunto y afirmó que también el Partido Laborista tiene un “compromiso de hierro fundido” con las Malvinas, por lo que, en caso de llegar al gobierno, también sostendrán su “autodeterminación”.
Doughty añadió: “Las Malvinas son británicas. Los defenderemos. Y debemos garantizar la unidad y el apoyo de todos los partidos en ese sentido, no caer en juegos políticos falsos y divisivos”. En un sentido similar se expresó Anna McMorrin, quien supuestamente encabezaría la cartera de Relaciones Exteriores si es que en las elecciones triunfa el Partido Laborista.
Más allá del interés geopolítico que Londres ha mantenido desde su ocupación en 1833, y de la enorme riqueza ictícola presente en el Mar Argentino, las Malvinas poseen además un rédito estratégico para la economía del Reino Unido, tal como se pudo verificar en los recientes foros de los principales partidos políticos británicos.
Buena parte de las expectativas económicas en el Atlántico Sur se sitúan hoy en el yacimiento petrolífero Sea Lion, ubicado en la Cuenca Malvinas Norte. Por las exploraciones prospectivas ya realizadas, el bloque cuenta con amplias reservas comprobadas de gas y de petróleos, medible en aproximadamente 500 millones de barriles.
A principios de este año, las autoridades británicas de las Islas informaron que las decisiones finales sobre inversiones se iban estudiar a lo largo de 2024, y que cuanto antes se comenzaría con los trabajos técnicos de exploración. Se espera que tras 30 meses de operaciones ya se podrá contar con los primeros embarques de petróleo.
En la actualidad, la exploración del bloque Sea Lion, ubicado en la plataforma continental argentina, es realizada por Navitas Petroleum, una compañía de capitales israelíes asociada a la británica Rockhopper Exploration Plc., propietaria inicial de la licencia para realizar exploraciones en esta zona desde 2010.
Navitas Petroleum, reconocida actualmente como una de las empresas petroleras con creciente protagonismo pese a tener poco más de un lustro desde su fundación, mantiene inversiones y recursos en lugares tan distantes como el Golfo de México y el Mediterráneo Oriental.
Por sus actividades en el bloque Sea Lion. realizadas bajo licencias ilegales expedidas por las autoridades ilegítimas de las Islas Malvinas, el gobierno de Alberto Fernández sancionó a Navitas en 2020 con la prohibición de operar en suelo o mares bajo jurisdicción argentina por 20 años. Eso no ha impedido que la empresa continúe operando sin permiso en territorio argentino.
A nivel de la geopolítica global, la principal apuesta defensiva del Reino Unido está enfocada hoy en la preservación de sus estratégicas relaciones con Ucrania, frente a su frontal enemistad con Rusia y en una coyuntura de incertidumbre frente a los recursos económicos que pueda continuar enviando el gobierno de Joe Biden al de Volodímir Zelenski.
Sin embargo, y pese a la perspectiva enfocada prioritariamente hacia el norte europeo, las Islas Malvinas continúan como un objetivo a ser resguardado de manera imperativa dentro de la estrategia imperial diseñada desde Londres.
La política de defensa llevada adelante en el Atlántico Sur tiene además otra lectura, ya que para el alto mando militar británico constituye un modelo de lo que debería ser la acción militar y, eventualmente, la participación en un enfrentamiento bélico en pleno siglo XXI.
La conservación de las Malvinas es interpretada como un factor necesario para el posterior despliegue bélico en otros escenarios más complejos e incluso distantes a nivel geográfico, como sucede actualmente con Ucrania.
En una reunión celebrada a principios de julio con el Comité de Defensa del Parlamento, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Sir Tony Radakin, subrayó el compromiso del Reino Unido con la preservación de las Malvinas frente a cualquier tipo de amenaza.
Frente a las consultas realizadas por los parlamentarios sobre la capacidad militar británica para encarar una respuesta de manera aislada, Radakin aseguró que el de Malvinas, “es uno de los pocos escenarios en los que podrían pelear solos”, tanto desde el punto de vista militar como político, sin descuidar además “la psique de la nación” a vencer, en referencia a la Argentina.
El éxito militar de las Fuerzas Armadas británicas estaría descontado, además, por “la base que tenemos en las Malvinas y nuestra presencia continua, con (los vehículos) Typhoon, una pequeña presencia del Ejército, nuestros barcos que están en las Malvinas, y la capacidad de apoyar eso con submarinos, portaaviones y escoltas”. En suma, un enfrentamiento con Argentina, “no constituiría una preocupación”.
Sin embargo, Para Radakin, cualquier operación bélica “sería muy diferente a la de 1982”, ya que el peligro real para Gran Bretaña es que “la situación se vuelve más urgente con los informes recientes sobre la construcción de instalaciones militares argentinas cerca del territorio británico en la Antártida, con la asistencia de China”.
Ya sea por intereses geopolíticos o geoeconómicos, el peso de las Malvinas se ha ido fortaleciendo con el correr de los años. En la actualidad, en medio de los graves conflictos que se desarrollan en Ucrania y en Medio Oriente, y frente al continuo incremento del precio del petróleo, las Islas adquieren además un sentido estratégico que el Reino Unido está capitalizando a su favor.
Desde Argentina, y en la actual coyuntura electoral, resulta imperativo tomar esta realidad en cuenta como un elemento central para definir la futura política exterior de la nación y continuar así con el reclamo por su soberanía.
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