La incapacidad de Moreno para generar crecimiento lo ha llevado a tomar una enorme deuda pública, que en su mayoría está hoy fuera del país vía fuga de divisas.

El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, acaba de anunciar la llegada de un nuevo cargamento de deuda externa desde el FMI y otros organismos por 7.500 millones de dólares (8% del PIB) hasta fin de año. Sin advertir la norma constitucional, el presidente anunció que cancelará gastos permanentes con endeudamiento externo. Azorado por el desgaste de su credibilidad, la nula capacidad política en la Asamblea y su desidia, Moreno termina su mandato con una política económica de “todo vale”. El presidente entregará en 2021 una economía absolutamente adicta a la deuda externa para sobrevivir.

Las cifras son diáfanas. En 2007, Correa recibió una deuda externa del 24,9% del PIB. Durante los primeros 7 años de su mandato ésta se redujo y desde 2014 volvió a subir; en cualquier caso, Correa entregó el país con una deuda externa similar a la que recibió (25,7% del PIB) pero creó cientos de millones de activos públicos; es decir, el patrimonio de la sociedad creció. Moreno, por su parte, entregará el Gobierno con una deuda externa mayor al 50% del PIB según los cálculos de CELAG[1]; es decir, en 4 años duplicará la deuda externa sin activos público ni obras a la vista. Si la inversión pública cayó y el Estado supuestamente se achicó, entonces ¿qué hizo Moreno con todas esas divisas fruto de la deuda?

Para entender el ciclo de endeudamiento hay que mirar los flujos de entradas y salidas de las reservas internacionales. Utilizando información del Banco central, el gráfico 1 muestra los flujos que alimentaron o drenaron la reserva internacional de forma acumulada desde 2017 hasta julio de 2020.

La figura muestra que la economía perdió más divisas de las que recibió. En 43 meses recibió 34,2 mil millones de dólares, de los cuales 27,3 mil millones (80%) provienen de deuda externa y 6,7 mil millones (20%) de divisas del petróleo[2]. Por su parte, en el mismo período han fugado divisas por un valor 35,4 mil millones, de los cuales más de 20 mil millones (56%) fueron a pago del servicio de la deuda externa, 9,3 mil millones por giros netos del sector privado (5,8 por giros bancarios y 3,5 mil por pérdida netas de billetes y monedas de las bóvedas del Banco Central) y 6 mil millones por salidas netas del sector público.

De esto se desprenden dos conclusiones: I) a pesar de la gran contratación de deuda, la reserva igual terminó perdiendo 1.200 millones de reservas (34,2 menos 35,4). En decir, la deuda externa contratada (27 mil) sirvió para repagar la misma deuda (20 mil) y para financiar la fuga del sector privado (9,3 mil millones entre giros y salida de bóvedas). II) Moreno construyó una bomba de tiempo absolutamente insostenible; deja como herencias una economía que contrata deuda para pagar deuda. Estos nuevos desembolsos por 7,5 mil millones tendrán el mismo fin, lo que, sumado a los 27 mil millones ya recibidos, totalizaría más de 35 mil millones de dólares de desembolsos en 4 años.

En el terreno de economía política, lo que existe es una disputa por apropiase de los escasos dólares que genera la economía. En este escenario, la nueva deuda con el FMI solo es un paliativo para que los grandes tenedores sigan recibiendo su dividendo trimestral y para que los importadores puedan alimentar la tasa de ganancia. Como contrapartida, a la austeridad la sufrirán millones de ecuatorianos desempleados y subempleados que hoy son víctimas de la Ley Humanitaria que garantizó una rebaja del salario por ley (de hasta 50%).  El objetivo es comprimir el salario y el consumo, para así liberar esos dólares de la reserva para repagar deuda externa y fugar riqueza de los grandes capitales. El modelo de acumulación de Moreno consistió en la contratación de ingentes cantidades de deuda externa pública que terminaron en manos privadas en el exterior.

¿Deuda interna o externa?

La principal crítica a nuestro argumento será que durante 2007-17 la deuda interna subió e impone serios riesgos. Sí, la deuda interna subió. Pero la trampa en la crítica es no reconocer la diferencia entre deuda interna y externa. Dos puntualizaciones:

  • La deuda interna provoca inexorablemente liquidez doméstica que, de ser bien manejada, reactiva la economía vía la circulación interna del dinero. Provoca que la rentabilidad de los tenedores (seguridad social, Banco Central o banca pública) realimente el balance contable de prestamistas y prestatarios, es decir, agricultores, empresarios, afiliados, sector público, etc. La creación de un sistema encadenado de deudores y acreedores es bueno en tanto y en cuanto los fondos de ambos se utilicen en la economía doméstica generando efectos multiplicativos sobre la producción y el empleo. La deuda interna no tiene por qué ser un problema, pues la recirculación de esos flujos produce 3 efectos: I) bajo riesgo de insolvencia, dado que la misma deuda crea niveles de empleo e ingreso suficientes para repagarla, II) el Estado puede recuperar el crédito con mayor recaudación de impuestos fruto del aumento de actividad económica. III) Mayor empleo minimiza el gasto público en asistencia social y servicios públicos. Por ejemplo, la crisis provocó que más de 600 mil niños dejen la escuela privada e ingresen a la pública; todos esos nuevos costos para el Estado son evitables con un sistema de creación de deuda interna.
  • La deuda pública interna es idéntica a la deuda interna de la banca privada. No existe ninguna diferencia técnica, más allá de razones ideológicas sustentado en el mantra de que lo público es “malo” y lo privado “bueno”. De hecho, en Ecuador existe suficiente experiencia histórica para saber que, en momentos de crisis, los intereses de la banca privada no coinciden con los intereses del público. Esto volvió a quedar claro en 2019 cuando la banca privada intentó aprobar una ley que le otorgaba prioridad máxima sobre los dólares en momentos de iliquidez (la propuesta de los 4 balances en el Banco Central y de la Junta de notables), incluso sobre los intereses de la seguridad social y del Estado. Nuevamente, en su informe del 5 de octubre, el FMI insiste en la “independencia” del Banco Central y la creación de los cuatro balances.

[1] Para la proyección hemos usado la información oficial de nuevos desembolsos que ha hecho público el ministro de Economía 11% del PIB (FMI, CAF, BID, China, Banco Mundial) y le hemos restado los pagos en servicio de deuda que hará el país hasta inicios de 2021 (2% del PIB) y el ahorro de capital por la renegociación (2%). A este saldo le hemos sumado el saldo de deuda que estaba declarado hasta abril de 2020.

[2] La diferencia entre exportaciones de hidrocarburos menos la importación de derivados.



Por Editor