Por Lucrecia Maldonado
Los directivos de escuelas y colegios están felices porque ha vuelto la materia de Cívica. Con mal disimulada indignación, preguntan a sus profesores: “¿Por qué habrá eliminado el señor Correa la materia de Cívica?” Y los docentes a su cargo ponen cara de lo mismo, casi con lágrimas en los ojos al corroborar: “¡Sí! ¿Por qué?”
Supongo que por lo mismo que se robó algo así como setenta mil millones de dólares del erario nacional, o por lo mismo que ejerció el influjo psíquico para que Odebrecht creara un caso de corrupción hecho exclusivamente para perjudicarlo, o por lo mismo que metió presos a cientos de periodistas, o por lo mismo que provocó el terremoto del 2016, o tal vez por lo mismo que ordenó la caída del meteorito que extinguió a los dinosaurios.
Sin embargo, como en los casos mencionados, ocurre que en el gobierno de la Revolución Ciudadana, presidido por Rafael Correa, no se eliminó la asignatura de Cívica (tampoco se robó la cantidad mencionada, ni tiene influjo psíquico, ni metió preso a ningún periodista, ni provocó el terremoto o la caída del meteorito). Lo que pasó es que a los contenidos de esa materia se les puso otro título: Educación para la Ciudadanía. Así como en algún momento una materia se llamó Castellano y luego pasó a llamarse Lenguaje y Literatura, o como en otro momento otra materia se llamaba Historia y Geografía y luego se la denominó como Estudios Sociales. Solo que, seguramente, eso no era tan grave ni llamaba tanto la atención porque no se hizo durante el gobierno del ‘señor Correa’.
También se dice por ahí que estamos felices porque ha vuelto la materia de Ética y porque además añadieron otra materia que se llama Integridad. Todo esto en el gobierno del ‘señor’ Noboa, cuyo padre o cuyas empresas deben al fisco alrededor de noventa millones de dólares en impuestos, y que además arregla los procesos de autorización y contratación pública para que sean asignados a empresas de su tía o de su familia cuanto antes, digamos antes de que alguien se dé cuenta del tráfico de influencias.
¿Pero de qué trata la tan promocionada materia de Cívica, otrora denominada con perversión nunca vista Educación para la Ciudadanía? Es de suponer que sobre todo se trata de enseñar a cantar el Himno Nacional, pues el fervor por volver a darle un rol protagónico en el pénsum se desató después de que la periodista Alondra Santiago utilizara dos fragmentos de su letra para introducirlos en una composición suya de crítica al gobierno de Noboa en la cual mencionó algunas verdades, entre ellas la de que el mismo presidente Noboa no conoce la letra del Himno (solo mueve la mandíbula inferior como un muñeco de ventrílocuo, hay decenas de videos que lo testifican), lo que provocó diversos accesos de patrioterismo, a cual más patético, que terminaron en la deportación de ella aunque supuestamente este es uno de los gobiernos más respetuosos de la sacrosanta libertad de expresión, no como el del otro señor.
Tal vez también la materia de Cívica tenga entre sus objetivos resaltar la importancia de las fechas históricas y su celebración, no importa si el pasado 10 de Agosto, por ejemplo, el mismo señor Noboa ni se acordó de ordenar izar la bandera en el palacio de Carondelet, ahí, encima del balcón donde su esposa graba sus videos de influencer.
Tal vez también enseñe a respetar las regulaciones y leyes tanto del derecho nacional como del internacional, haciéndose de la vista gorda de que el cinco de abril pasado se produjo una de las más violentas violaciones a convenios internacionales, cuando fuerzas militares y policiales, armadas y ocultas bajo pasamontañas, tal cual delincuentes comunes, tomaron por asalto la embajada de México para sacar a rastras a un asilado político que además ya había cumplido su sentencia y gozaba de prelibertad, y luego refundirlo en una cárcel de máxima seguridad con el pretexto de que si no se hacía eso se iba a perder una consulta popular tan inútil y/o artera como otras…
Se supone que, por otro lado, las materias de Ética e Integridad enseñarían el valor de la verdad y de la sinceridad. O sea a hacer todo lo contrario de lo que ha hecho el señor Noboa cuando estaba en campaña electoral y ofreció bajar los precios de la canasta básica y mantener los de los combustibles para luego, nada más posesionarse, elevar el IVA al 15% con el pretexto de una extraña y sobreactuada invasión a un canal de televisión por gente que obviamente no fue procesada, e incluso algunos afirman que cobraron honorarios por representar tal proeza, y continuar elevando los precios de los combustibles como si nada, posiblemente presa de un ataque de amnesia en donde perdió por completo los papeles de lo que prometiera al respecto unos meses antes nomás.
Pero lo que importa es que ahora ya nadie cantará “Ya a tu pecho, a tu pecho rebosa…”, no se reirá bajito durante el minuto cívico diciendo “Gloria a ti (papas con ají),/ gloria a ti (bolas de maní)”… y se aprenderá de memoria no solo la segunda, sino las seis estrofas del Himno Nacional… ¿o tampoco?