Lenín Moreno dejará más temprano que tarde un país en trizas, no solo en la economía que ya es bastante (nadie compra o vende porque no hay seguridad ni confianza), sino que los casos de corrupción política y administrativa se van acumulando. Los decretos y medidas a favor de la gran banca y de los importadores revelan a un gobierno entregado en cuerpo y alma a las élites, bajo el supuesto de que lo protegerán en caso de huida y salida abrupta del poder.

Pero más allá del “Primer Mandatario” hay una acción colusoria del jefe supremo del Consejo Transitorio, del contralor ilegítimo Pablo Celi y de todo el aparato mediático conservador que no sabe dónde poner la cara de su supuesta independencia cuando ven lo que han provocado en la institucionalidad ecuatoriana.

1.- Empecemos por el mayor de todos los males del año pasado y de lo que va del presente: el Consejo de Participación Transitorio. Ahora quieren anular la quinta función del Estado porque ya no les conviene, pero, ¿para designar a dedazo fue la herramienta constitucional por excelencia?

a) Todas sus decisiones parten de un origen anticonstitucional y luego cada una de sus designaciones han sido la prueba más palpable del “dedazo limpio” y para colocar en los organismos de control a la pléyade de “anticorreístas”, sin importar su preparación y mucho menos la transparencia de su gestión.

b) Julio César Trujillo coloca a sus amigos y allegados (como Ramiro Ávila, quien escribió un libro haciendo loas al “pensamiento” de ex demócrata cristiano) con el fin de afinar la persecución política y el desmonte de las bases de la Constitución de Montecristi, vía resoluciones y veredictos anticonstitucionales.

2.- El Consejo Nacional Electoral es hoy por hoy la más fiel prueba del manejo arbitrario, abusivo, partidario y anti ético.

a) Salvo uno de sus miembros, los consejeros actuales no tienen ni idea de lo que es un proceso electoral y sus complejidades. Cuando aprendan su trabajo, ya habrá denuncias de fraude por todas partes y las elecciones habrán pasado.

b) Entre Diana Atamaint y Luis Verdesoto se disputan los puestos en provincias, en el Instituto de la Democracia y en las múltiples áreas administrativas para colocar a sus amigos de la Flacso y de Pachakutik. Y en medio: una implacable presión socialcristiana con el fin de que no quede una sola tuerca suelta para garantizar el triunfo de los candidatos del Caudillo del Puerto el 24 de marzo próximo.

c) Los consejeros confiesan públicamente, al mejor estilo de la partidocracia, sus diferencias y sus chantajes y frente a eso Elizabeth Cabezas y Julio César Trujillo callados; cómplices y encubridores de lo peor que ha podido dar el Consejo de Participación Transitorio para la garantía del acto democrático por excelencia en Ecuador que son las elecciones, aunque sepamos que a eso no se reduce la democracia.

3.- La Corte Constitucional llegó viciada desde la convocatoria a la selección de jueces. Más de una denuncia queda en el archivo porque para Julio César Trujillo era vital tener ahí a Ramiro Ávila y a Enrique Herrería –de alas ideológicas extremas, en apariencia, pero útiles para aparentar pluralidad- y a dos o tres jueces bien cooptados por la USAID desde los noventa.

a) Llegan a la Corte para perseguir a los anteriores jueces, deshacer muchos fallos en contra de las transnacionales y de organizaciones y personas afectadas en sus derechos por empresarios e instituciones públicas (por ejemplo los casos en contra de Jaime Nebot).

b) Bajo el supuesto de que tienen al frente de la Corte a un “patricio” de la constitucionalidad -solo legitimado por la prensa y las élites económicas- todo lo que salga de esa institución será sacramentado sin chistar. Así podremos ver más adelante como “escloresionan” a la Constitución y al espíritu de Montecristi.

4.- El Consejo de la Judicatura y la Contraloría, tomado por los socialcristianos y Lenín Moreno, sí saben para qué están ahí y solo actúan según sus fobias y venganzas. La justicia, como nunca antes, escoge y resuelve casos para hostigar todo lo que huela a “correísmo”. Y como hay una fiscal que empieza a decidir por cuenta propia ya mismo la echan y pondrán a uno de sus adláteres.

a) Han iniciado procesos mal sustentados en contra de muchísimos funcionarios del gobierno anterior sin importar las formas ni el debido proceso. Ahora Iván Granda, con un nuevo cargo y convertido en adalid de la moral, relacionado muy de cerca con la ministra del Interior y bajo el yugo de Sebastián Roldán, impone a la Fiscalía lo que aparentemente debe procesar. Su aversión anticorreísta no da paso ni a la denuncia sustentada ni verificada o verificable.

b) El sinnúmero de casos iniciados, por el odio y el afán de venganza, más temprano que tarde colocarán a Pablo Celi y a otros en la picota de la historia; porque es obvio que quien es señalado por Carlos Pólit como uno de los artífices de los procesos fraguados a favor de Odebrecht no tendrá dónde ocultarse cuando los organismos internacionales (que ya empiezan a procesar) lo señalen como un actor ilegal e inmoral en sus actuaciones.

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