¿Qué pasaría en cualquier democracia republicana, formalmente establecida, si dos o cuatro periodistas (con un supuesto prestigio ganado por su labor) dicen las redes sociales que hay una conspiración en marcha contra el Presidente de la República?

La respuesta obvia sería convocarlos a un espacio, instancia o institución democrática para que pongan las pruebas por delante, con transparencia, para garantizar la vida del Primer Mandatario, el desarrollo de la democracia y de la misma vida de la gente, si en medio hay una catástrofe sanitaria.

No, pero en Ecuador no hay una democracia republicana, ni instituciones garantistas de la misma. Por el contrario: hay periodistas irresponsables diciendo cualquier cosa y con ello intentan consagrarse como los salvadores de un país o de un presidente.


Como se observa en los dos tuits (de los cuales se hicieron eco otros periodistas muy agenciosos) la insinuación sobre una acción conspirativa desde el correísmo tiene un sesgo reiterativo de ver en todo el “cuco” del ex presidente ecuatoriano ahora residente en Bélgica. No hay día, hora y semana que estos y otros supuestos comunicadores aludan al correísmo para culparlo de todos los males del Ecuador.

Más allá de su legítima postura política, estos periodistas tienen ante todo una responsabilidad concreta: decir la verdad. Y añadiría algo más: no servir a las agencias internacionales, sobre todo gringas, ni tampoco a esos generales y sus acólitos que siembran de dudas y sospechas con el solo afán de garantizar sus privilegios.

No olvidemos un detalle importante: en octubre la radio Pichincha Universal fue cerrada y acusada penalmente de incitar al desorden público. Sin ninguna prueba, bajo el informe del ministerio de Defensa, además de las acusaciones de otros periodistas, el proceso sigue su marcha y además hay la amenaza de quitar la frecuencia.

Si se actúa de ese modo con una emisora, ¿por qué no se hace lo mismo con aquellos periodistas que divulgan supuestos informes de Inteligencia, palabras o mensajes de oficiales o simplemente informaciones falsas? ¿Ya no hay una instancia que vigile y regule este tipo de infracciones? ¿Para eso querían anular la Ley Orgánica de Comunicación? ¿Desean la impunidad absoluta al servicio de intereses oscuros?

Obviamente, no queda duda del interés de esos periodistas y de otros actores políticos por proteger al actual gobierno, para victimizarlo y con ello mantener el estado de impunidad sobre varios casos de corrupción y la responsabilidad concreta de la catástrofe sanitaria.

Esta fue la resupuesta del comandante del Ejército ecuatoriano, general Luis Altamirano, con lo cual queda claro qué pretendían los periodistas:

Por supuesto, el último párrafo dice mucho de la situación. Hubo declaraciones y/o comentarios de un coronel, pero para Miguel Rivadeneira eso ya fue la prueba madre de una conspiración correísta. De todos modos, de lo que se sabe hay descontento en las Fuerzas Armadas del Ecuador por el tratamiento de la pandemia, por el alto número de contagios entre sus filas y también, habrá que confirmar, por la pretensión de reducir su sueldo. Si las más altas autoridades del país bajan su salario a la mitad, entre los oficiales militares esto sería un golpe duro, según dicen algunos. Aquí la tabla de salarios, donde se puede calcular a qué cifra bajarían sus ingresos:  

Sin duda también hay en el sector de la salud y de la educación mucha preocupación por la reducción de salarios. Parecería que el gobierno con esto tendría recursos directos, pero la práctica indica lo contrario: a menos capacidad de consumo menos desarrollo del comercio en general. Pero al mismo tiempo, la decisión del Presidente huele más a populismo, como han dicho personajes como León Roldós o Fidel Egas. Si el presidente Lenín Moreno, además de recibir dos sueldos, prácticamente no gasta en nada porque vive en Carondelet donde sus necesidades básicas están cubiertas por el Estado.

Lo de fondo es otro: la pandemia requiere de decisiones claras y urgentes, pensadas y analizadas en un contexto concreto, pero no necesariamente vamos a salir de ella con populismo o posturas para las fotos y las portadas.

Por eso, es muy grave para una democracia que el periodismo oficialista, al servicio del gobierno y otros poderes (además de ciertas agencias y embajada) generen una “distracción” mediática con sus aparecimiento en redes sociales con mensajes bajo el prurito de que son personas con llegada y confianza a las fuentes militares.

Bien dice la investigadora Jhomayra Gavilánez, que “algunos periodistas no entendieron la necesidad de reconstruir una disciplina muy afectada por las dictaduras”:

Por Editor