Por Juan Fernando Terán
En América Latina, apenas la derecha gana las elecciones, sus periodistas e ideólogos suelen pedirle a la gente que “le dejen gobernar” al “Señor Presidente”. Los frutos del trabajo de este respetable personaje tardarán en madurar, hay que “darle tiempo” nos dicen… y con esta cantaleta pretenden mantenernos en actitud contemplativa durante años.
En Ecuador, sin embargo, las cosas son ligeramente diferentes. Desde antes de que Luisa González llegue a la Presidencia, la derecha ya comenzó a crear las condiciones simbólicas y materiales para no dejarla gobernar. Y lo hará aprovechando dos cosas que merecen nuestra atención para poder conjurarlas activándonos “como hormigas” desde abajo.
1-. El miedo no es “irracional” para quien lo padece y por eso puede ser manipulado según las necesidades políticas. Si hiciéramos un inventario de todas las cosas que la derecha ha dicho sobre Rafael Correa y la Revolución Ciudadana, nos encontraríamos con una larga lista de “cucos” puestos en circulación para atemorizar a la gente. Algunos han durado apenas unos meses, otros son más persistentes.
Pero, duren poco o mucho, los temores tienen que ser enfrentados. Y la forma de hacerlo es recurriendo a algo que las hermosas imágenes diseñadas con inteligencia artificial no pueden hacer todavía: dialogar con quienes son las víctimas del discurso del miedo. Entre ellos están muchos ciudadanos que están indecisos hoy pero que mañana podrían votar por los siete candidatos conservadores, anular su voto o votar en blanco.
No es fácil, sin embargo, conversar con las víctimas de una agresión simbólica cultivada sutilmente desde múltiples frentes. Y no lo es porque quienes padecen esos temores, no perciben siquiera cuál es su papel en el juego de la manipulación política. Para comenzar, muchos podrían afirmar que ellos no son borregos dominados por nadie y que ellos son los únicos en darse cuenta de “hechos” frente a los cuales el temor es una reacción prudente, legítima y racional.
Pongo un ejemplo. Quienes odian a Correa siguen difundiendo discursos según los cuales la Revolución Ciudadana solo espera “el momento justo” para convertir a nuestros hijos e hijas en gays, lesbianas, transexuales o intersexuales. Los militantes de la derecha más sofisticada dirán que aquello es parte de una agenda promovida por “el marxismo cultural”.
En cambio, quienes no son tan versados en los términos del discurso ideológico, nos contarán la historia de un docente en España, Chile o Estados Unidos que les enseña pornografía a los infantes o que les hace tocarse sus partes íntimas en clases.
Para que verifiquemos “por nosotros mismos” que esta historia es un “hecho”, para que verifiquemos con “nuestros propios ojos” que aquello no es fruto de la imaginación, los ciudadanos de derecha (que no se conciben a sí mismos como portadores de una ideología política sino simplemente como “buenos y preocupados padres”) nos invitarán a confirmar la veracidad de semejante denuncia buscándola en tuits o reels.
Esa es su forma de demostrar la verdad… Nos invitan a verificar lo dicho a través de redes sociales en las cuales cualquier persona, empresa o institución puede manipular a millones sin que ni siquiera lo perciban.
¿Cuál es el nombre de ese maestro chileno que corrompe a los estudiantes? ¿Cuál es la ley española que les permitirá tener relaciones sexuales a los menores de 12 años con adultos?
Ni pierda el tiempo preguntándoles. Se enojarán si uno les pide detalles sobre su denuncia. Ellos no cambiarán su odio a Correa, a la Revolución Ciudadana o a cualquier idea progresista. Dejemos que sigan definiendo así su identidad.
Para quienes somos trabajadores, esos odiadores no deben importarnos salvo en la medida en que sus mensajes atenten contra la posibilidad de tener nuevamente un país donde podamos vivir con dignidad, salud y educación. Para que eso no suceda, ubiquemos para qué somos buenos e involucrémonos en la discusión colectiva desde nuestras capacidades y conocimientos, buscando disipar los temores irracionales entre quienes pueden sucumbir ante ellos.
Dicho eso, y dejándoles a los psicólogos sociales la tarea difícil de desbaratar los mitos sobre el futuro de la sexualidad humana, paso a hablar de algo más mundano.
2-. González, Arauz y los correístas quieren acabar con la dolarización. Increíble pero cierto. Aunque más imaginativo, novedoso y gracioso es el discursito sobre los “marxistas culturales” y su adoctrinamiento LGTBI, este “cuco” vuelve a reaparecer en la escena política ecuatoriana.
Y lo hace en la boca de una de esas eternas vacas sagradas de la economía que siguen hablando porque los medios de comunicación empresariales les dan una palestra para hacerlo. ¡Qué impresionante! ¡Los ideólogos de pacotilla, nunca se jubilan!
Algunos días atrás, leí un artículo en ese sentido. Nada novedoso ni brillante pero sí capaz de hacer un refrito de viejos discursos que selectivamente escoge lo que dice y lo que no dice… según las conveniencias de la derecha ecuatoriana, por supuesto.
Por ejemplo, no dice que, en las últimas constituciones, las élites políticas se las arreglaron para evitar poner, explícita y categóricamente, que el dólar es la moneda oficial de Ecuador. Con la mejor “técnica” jurídica, se las arreglaron para que no exista una definición nítida al respecto.
Desde social cristianos hasta socialdemócratas, se hicieron los locos… y se hicieron los locos porque la plutocracia ecuatoriana no se casó con el dólar estadounidense para siempre. Su respaldo a la dolarización fue, es y será condicional a la satisfacción de sus intereses.
Cuando el dólar no le sirva, las élites, sus periodistas y sus ideólogos construirán el discurso para justificar la salida de la dolarización. Y eso… ya comenzaron a hacerlo… activando el “cuco” sobre el odio de los correístas al dólar estadounidense.
Para construir sus mensajes irracionales, la derecha ecuatoriana olvida mencionar que, una vez que los correístas detectaron la jugada que aquella desea hacer antes del 2030, los políticos progresistas están abanderándose de consolidar al dólar como moneda oficial de Ecuador. Por ello, por ejemplo, en junio de 2022, Pabel Muñoz propuso una enmienda constitucional que plantea que el dólar conste en la actual constitución como moneda oficial.
LA DERECHA ES LA QUE PODRIA QUERER LIBRARSE DE LA DOLARIZACION. Pero, aunque se lo escriba con mayúsculas o se lo difunda a gritos, poco importará para el ciudadano “despolitizado” que solo se preocupa de “ser buen padre”… si la manipulación simbólica convierte al temor en su principal criterio de discernimiento.
¿Por qué activar el temor a la salida de la dolarización en este momento? Porque la derecha vinculada a las finanzas, la exportación y el lavado de dinero quiere:
a). Impedir que el gobierno de Luisa González utilice el dinero que el Estado Ecuatoriano tiene fuera del país para reactivar rápida, contundente y masivamente la demanda de los ciudadanos y la producción interna.
La derecha no quiere una reactivación económica que le perjudicará políticamente a corto plazo y que podría hacer perder el control del Estado hasta el 2029.
b). Obligarle al gobierno de Luisa González a continuar utilizando el dinero que el Estado Ecuatoriano tiene fuera del país para cubrirle las espaldas al sistema financiero privado mientras los grandes empresarios continúan sacando dólares del país.
La derecha no quiere renunciar a la modalidad de asalto al patrimonio nacional que el expresidente argentino Mauricio Macri demostró como factible y rentable.
Para mantener el temor a la salida de la dolarización, los candidatos presidenciales de Guillermo Lasso tergiversarán el sentido de la llamada “reserva monetaria internacional”… y ocultarán, una y otra vez, en una u otra forma, que la dolarización ecuatoriana ha sido hasta ahora “una dolarización sucia”, es decir, una dolarización que no sigue “las leyes del mercado” sino el designio de los plutócratas locales.
Por eso, a diferencia de lo que podría suceder en Panamá o en alguna isla del Caribe que utiliza moneda de otro país como moneda de curso forzoso en su territorio, la dolarización ecuatoriana no presupone una oferta de dólares respaldada ni única ni exclusivamente por los movimientos de capitales efectuados por los agentes económicos privados.
En Ecuador, la “gente de bien” traspasó los costos de la dolarización hacia el Estado, obligándole a mantener al Banco Central una determinada cantidad de dólares en sus cuentas “públicas”, mientras los grandes capitalistas ponen su dinero “privado” a buen resguardo en el extranjero.
Se lo dijo en otra forma: el negocio de los grandes empresarios es sacar dólares del país mientras eso sea posible y no se note.
Cuando eso se nota, es decir cuando faltan dólares para realizar las transacciones locales, el Estado contrata deuda externa para inyectar dólares en la economía. Los dólares que vienen de afuera cubren el vacío que dejaron los dólares que los empresarios sacaron. Y esos dólares que vienen de afuera vía prestamos del Fondo Monetario Internacional, los pagaremos todos los ciudadanos en calidad de deuda externa. Ese es el “Método Macri”.
“Cubre tú Estado con deuda, mientras yo empresario saco dólares,” ese es el truco y no necesita ser escrito con mayúscula para ser verificado. Por eso, mejor concluyo sembrándole una duda:
¿Por qué la deuda ecuatoriana aumentó del 36 al 70 por ciento del PIB en los últimos seis años durante los gobiernos controlados por banqueros?
Si a Usted no le gustan las dudas y prefiere los miedos que le proporcionan tranquilidades… entonces busque los tuits o los reels de las vacas sagradas o sus patéticos terneros.
Ellos son especialistas en hacer terrorismo económico contándole historias en las cuales, desde siempre y hasta siempre, Correa y sus borregos son los culpables de todo.