Por Mariano Saravia
El ataque mafioso contra el supermercado de los suegros de Messi en Rosario conmocionó a la Argentina, y a buena parte del mundo.
Y la reacción de casi todos es la misma: “qué barbaridad, hay que actuar con más dureza contra estos bárbaros”. Lo repiten vecinos, periodistas y políticos de todos los partidos.
El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dice: “Hace 20 años que existe esta situación. Los narcos han ganado. Hay que revertirlo. Estamos con más de 4.500 efectivos allí, estamos invirtiendo dinero. Ese es el camino”.
Para la derecha opositora, no es suficiente, y piden más. Bullrich dice: “No hay lugar para soluciones a medias y respuestas graduales. Debemos usar todos los medios del Estado para derrotarlos, incluyendo las Fuerzas Armadas”. Rodríguez Larreta, su adversario interno del PRO, matiza: “Mi propuesta es un gobierno nacional presente y ocupado en recuperar las calles, con 3 mil gendarmes persiguiendo a los narcos mientras las Fuerzas Armadas blindan las fronteras”.
En tanto, el intendente de Rosario, Pablo Javkin, dice: “Dudo de todos. No es el accionar de una banda narco. Dudo sobre todo de las Fuerzas de Seguridad, puede ser por acción o por omisión”.
Algo de razón tiene, a la mafia narco le conviene que todo siga estable, para seguir haciendo su negocio. Si hicieron esto ellos, es porque algo está pasando, algo se movió. Y si atacaron a un negocio vinculado a Messi, es porque buscaban este escándalo, y lo consiguieron.
Uno debería entonces preguntarse: ¿a quién beneficia todo esto? Obviamente a los abanderados de la mano dura y de la supuesta “guerra contra el narcotráfico”.
Esas políticas nos llevarían a dos escenarios: o el de México, o el de El Salvador. Vamos por partes.
Primero, ¿sabés cuáles son los flujos comerciales más grandes del mundo?
1 narcotráfico (ilegal)
2 prostitución (ilegal, incluye el tráfico de personas)
3 sector financiero (bancos)
4 armas
5 alcohol
6 juego (casinos)
7 petróleo
8 tráfico de personas (ilegal)
9 laboratorios farmacéuticos
10 tráfico de bienes culturales (ilegal)
El narcotráfico, según la ONU, mueve unos 300 mil millones de dólares al año. Pero según cálculos más certeros que toman en cuenta el flujo en negro, llegaría a los 700 mil millones de dólares al año. Obviamente, tanto dinero se corresponde a una estructura gigantesca en organización, poder de fuego, poder de corrupción a funcionarios, etc.
¿Alguien puede imaginarse que esa semejante estructura va a ser vencida por la Armada Brancaleone (Bullrich, Milei y Espert o cualquier otro desaforado) diciendo bravuconadas?
En realidad, cuando escuches a un político que te “vende” soluciones mágicas sacando más policías o soldados a la calle, lo que está haciendo es exactamente lo contrario, está siendo cómplice de los mafiosos. Porque los mafiosos lo que necesitan es justamente eso: que el negocio sea lo más oscuro y prohibido posible, y “peligroso”, para poder subir los precios y obtener más ganancias.
Por eso, la supuesta “guerra” al narco solo lleva a un escenario como el de México, donde solo dejó más corrupción en las filas policiales, militares, judiciales y políticas; más violencia, más muertos, y como si todo eso fuera poco… más droga.
Si no es el escenario de México, puede ser el de El Salvador.
Allí, el autócrata Nayib Bukele está implementando una verdadera mano dura, aunque habría que confirmar eso, porque también se han probado negociaciones con las maras (pandillas).
Pero está escenificando una política de mano dura, con violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos, recortes de libertades públicas, del Estado de derecho y de la democracia.
Metió presos a 70 mil supuestos pandilleros, de los cuales por lo menos el 20 por ciento sin pruebas de serlo y sin debido proceso, a eso se suman ejecuciones extrajudiciales y hasta desapariciones.
Pero imaginemos que eso es lo que busca la Armada Brancaleone (Bullrich, Milei, Espert, se puede sumar Luis Juez, Amalia Granata y varies más). Imaginemos que eso quieren. ¿Qué pasa con los pandilleros que no mató o no encarceló Bukele? ¿Alguien puede pensar que esa mano de obra desocupada no se reciclaría en nuevas bandas criminales?
Imaginemos un joven salvadoreño de 20 años, tatuado, un pandillero que quedó “huérfano” de su mara. ¿Dónde vivirá, qué trabajo conseguirá, cómo se relacionará con otros, cómo se reinsertará socialmente? Y si no lo hace, obvio que volverá al crimen organizado.
Con lo cual, hay que decirlo con todas las letras: cuando el neoliberalismo deja la estela de marginalidad que deja, propone estas soluciones mágicas que llevan a guetos, más violencia, más odio y más muerte (de todos). Y ahí sí, se ve la otra cara del neoliberalismo, que se llama neofascismo.
No sé bien cuál es la solución. Pero SÍ sé cuál NO es la solución.
A veces no sé dónde tengo que estar. Pero siempre sé dónde NO tengo que estar.
Soluciones a lo Bukele y a lo Armada Brancaleone (Bullrich, Milei, Espert, Juez, Granata, Feinmann, Etchecopar) NO.
Quizá habría que investigar propuestas serias, multidisciplinarias, con tácticas, pero también con una estrategia a mediano y largo plazo.
Buscar acuerdos internacionales (o al menos regionales) para un problema de alcance mundial.
Una decisión política que sea salvar las vidas de los que hoy son descartables, como dice el Papa Francisco. Eso, en vez de buscar que se maten entre ellos por el control de una esquina.
Unas policías y unos ejércitos serios, profesionales, acompañados por una Justicia seria.
Cortar los circuitos financieros de las verdaderas mafias.
Y, sobre todo, generar las condiciones para que entrar al narcotráfico no sea la única opción para tantos pibes y tantas pibas de nuestro país. Eso se logra con más educación, más salud, más vivienda, más trabajo genuino. Es decir, con más justicia social. No con más mano dura.
Ahora bien, si alguien quiere una solución mágica, para YA. Que le crea a la Armada Brancaleone (Bullrich, Milei, Espert, Juez, Granata, Feinmann, Etchecopar). Que acepte el genocidio que proponen.
Pero esa persona que “compre” ese buzón, tiene que saber que cuando se pide mano dura, la mano dura generalmente es dura también de mira, y golpea al tun tun. Lo que se pide para el otro, puede volver como un búmeran. Guarda, puede caer esa mano dura en un conocido, en un amigo, en un familiar, en un hijo o hija, o en el mismo o la misma que la pidió.