La totalidad de los países que integran la cuenca del Amazonas representan casi el 70% de los miembros originarios de la UNASUR. El organismo – que se encuentra vigente – cuenta con mecanismos de cooperación genuina para la atención y gestión de riesgos y desastres naturales.

Desde un análisis geopolítico podría afirmarse que los incendios provocados en la Amazonía han impactado no sólo en Suramérica sino en el mundo. Como resultado de la ejecución, por parte de Bolsonaro, de un plan de gobierno que en materia ambiental concede soberanía sobre el uso de los recursos naturales a empresas extranjeras promotoras del extractivismo indiscriminado. Los incendios en la Amazonía no hacen más que confirmar las declaraciones en campaña del mandatario significando un “brutal retroceso ambiental que se observa en Brasil con la llegada de Bolsonaro al poder (1)”

Ante lo sucedido cabe preguntarse qué tipo de relaciones existen entre los países de la región en la actualidad que permitan desarrollar mecanismos de cooperación soberanos, ágiles y coordinados ante emergencias ambientales.

Al respecto, hubo pronunciamientos y declaraciones de importancia como es la Declaración del Grupo de Puebla, que conceptualiza la Amazonía como “nuestro futuro común” con una clara diferenciación en las reducciones de la tasa de deforestación – y consecuentemente de emisiones de Co2 – logradas en los gobiernos del PT y revertidas negativamente por el gobierno actual de Brasil. Otro esfuerzo genuino, es la declaración del bloque de parlamentarios progresistas del Parlasur, que solicitó que el Mercosur declare la emergencia ambiental en la región del Amazonas. Cabe recordar que en el Mercosur sólo dos de sus países miembros es parte de la cuenca amazónica siendo el resto, países asociados. En el caso de UNASUR, ocho de sus doce países miembros originales son países amazónicos.

Despejando algunas noticias falsas.

Uno de los mitos construidos por parte de la prensa hegemónica y alimentado por los gobiernos neoliberales en la región es que la UNASUR ha muerto, lo cual es falso. Según la normativa vigente representada principalmente por el Acuerdo Sede y el Tratado Constitutivo – su carta magna -, el organismo aún está vigente puesto que la salida de algunos de sus miembros mediante la denuncia del Tratado – actualmente sólo Colombia lo ha efectivizado – no significa la disolución del organismo. Existen causales expresas en la mencionada normativa que aún no se han cumplido. Con respecto al conflicto ambiental, vale resaltar que actualmente y hasta el 17 de abril del 2020 el ejercicio de la Presidencia Pro Témpore le corresponde a Brasil, lo que facilitaría el desarrollo de acciones de cooperación si este fuera el camino que eligiera el gobierno.

A diferencia del PROSUR, que es un Foro que hasta el momento sólo es una expresión de voluntades de algunos presidentes neoliberales en la región, UNASUR dispone de estructura e infraestructura vigentes. Sorprenden las declaraciones recientes realizadas por el presidente Piñera quien luego de participar en la cumbre del G7, y de reunirse con los presidentes de Brasil y Paraguay expresó el deseo de que “a través del PROSUR se desarrolle una infraestructura compartida” Ante esto surge la siguiente pregunta: ¿es que no existen mecanismos genuinos e instituciones ya construidas para tales fines?

Efectivamente la respuesta es sí. UNASUR además de estar vigente como organismo cuenta con más de una veintena de proyectos regionales aprobados por los doce países y financiados con fondos propios (Fondos de Iniciativas Comunes, FIC) Uno de estos proyectos, es el “Manual de cooperación para asistencia mutua frente a desastres en países parte de Unasur”. Una iniciativa aprobada en diciembre de 2015 mediante la Resolución UNASUR/CMRE/RESOLUCION Nº 023/2015 que siguiendo un novedoso criterio de convergencia, se nutre de los caminos allanados por la Comunidad Andina, las Resoluciones de la Asamblea de las Naciones Unidas, y demás instituciones como la Cruz Roja, entre otras. El manual, en la búsqueda de alcanzar una gestión integral del riesgo de desastres establece procedimientos eficaces de intervención elaborados por expertos de los doce países y destaca en sus principios -literal g- que: “(…) es responsabilidad de todos los Estados tomar medidas de preparación, respuesta y recuperación inicial a fin de reducir lo más posible los efectos de los desastres de origen natural, reconociendo al mismo tiempo la importancia de la cooperación internacional (…)”. A su vez, destaca el respeto a la soberanía nacional de cada país en las decisiones a tomar ante una emergencia. Para su implementación, se creó un Grupo de Alto Nivel – el GTANGRD – conformado por las Cancillerías y autoridades de los Sistemas Nacionales de Gestión de Riesgo de Desastres, de Defensa Civil, o su homólogo en cada país. Todo ello se ampara en el artículo 3, literal g del Tratado Constitutivo donde establece como uno de los principales objetivos de la UNASUR “la cooperación en la prevención de las catástrofes y en la lucha contra las causas y los efectos del cambio climático”.

No obstante, más importante aún que los avances expuestos, lo constituye el proyecto que el GTANGRD se encontraba finalizando para la construcción de un Centro para la gestión del riesgo de UNASUR. Esta oficina – de funcionamiento permanente – permitiría una rápida coordinación de acciones por parte de los miembros, al contar por ejemplo, con un mapeo de los recursos disponibles de los países para diversas situaciones de emergencia, mecanismos de procedimiento establecidos para el desarrollo de las acciones (como el caso del Manual), en definitiva: una planificación de la cooperación y ayuda entre los países de Suramérica tendientes a la realización de acciones de mitigación, preparación, recuperación y respuesta como así también de prevención en el marco de la cooperación o ayuda humanitaria.

Es importante resaltar que UNASUR posee una reconocida capacidad de reacción ante diversos problemas que atravesaron los países de la región como el caso de Bolivia en (2008), Ecuador (2010) o Paraguay (2012). Claro está, que para ello suceda se requiere de decisiones políticas que estén a la altura de las necesidades de la población, y en el plano regional, de liderazgos positivos capaces de entender la importancia que refieren los organismos de integración regional para alcanzar el desarrollo sostenible de nuestros pueblos. En el caso del gobierno de Bolsonaro parecería ir en camino contrario, coincidiendo con la Declaración de Puebla sobre el tema ambiental, que afirma que “de ser una solución Brasil pasó a convertirse en un gran problema”.

Este vacío de liderazgo regional muy lejos se encuentra de ser ocupado por el gobierno de Macri quién planteó como pilar de su política exterior una “inserción de Argentina en el mundo”, que en el plano de lo real se tradujo en el realineamiento de su agenda exterior a los intereses de los Estados Unidos, país que se retiró del Acuerdo de París. Más se aleja aún, luego de desestabilizar los mecanismos de integración regional como la UNASUR y el Mercosur. Sólo por colocar un dato, la Presidencia Pro Témpore de Argentina en UNASUR ejercida entre abril de 2017 y 2018, fue la que menos resultados obtuvo en los 10 años de historia del organismo. Tiempo atrás quedaron los liderazgos ejercidos por Néstor Kirchner y Lula Da Silva cuando el 16 de octubre de 2003 firmaron el “Consenso de Buenos Aires”, que significó la unidad política de ambos gobiernos necesaria para el relanzamiento del proyecto integracionista y las relaciones de los países de la región.

Los contundentes resultados electorales de Argentina en sus elecciones primarias, como antesala de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre de este año, así como las que se realizarán el mismo mes en Bolivia y Uruguay donde se espera una nueva victoria de los gobiernos progresistas, serán vitales para el resurgimiento de los mecanismos de integración regional como la UNASUR.

En un mundo globalizado y con mayores grados de multipolaridad en sus relaciones de poder, será imprescindible comprender en términos geopolíticos la debilidad y pérdida de oportunidades que significa que los países no se posicionen en defensa de su soberanía a través de bloques regionales. Para ello es necesario encontrar los mínimos comunes entre los gobiernos que permitan aprovechar los aportes que los organismos de integración pueden realizar al desarrollo sostenible de los países y al enfrentamiento de sus problemáticas, como en este caso, la emergencia ambiental de la Amazonía. Así como los efectos del cambio climático traspasan las fronteras de los países, también lo hacen las necesidades de integración de los pueblos de Suramérica que sufren sus consecuencias ante la inacción de algunos de sus gobiernos.

  1. Declaración del Grupo de Puebla “La Amazonía es nuestro futuro común”

* Director de la UNASUR (2015 – 2018) y Jefe de Departamento del MERCOSUR (2011 – 2015).

Tomado de : hhttps://www.nodal.am/2019/08/la-amazonia-en-peligro-que-podria-hacerse-desde-la-unasur-por-mariano-nascone-especial-para-nodal/

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