Por Ataulfo Tobar

En alguna de las decenas de entrevistas realizadas a la señora Luz Helena Arismendi, tras narrar con lágrimas su drama y tragedia de la desaparición de sus niños, al preguntarle: Qué mensaje le da usted a los niños y jóvenes del Ecuador tras vivir esta dolorosa experiencia con sus hijos dijo:

“…yo les digo a los niños y jóvenes que no confíen en la policía, si ven un policía huyan y aléjense lo más lejos posible, no son personas en quien hay que confiar, huyan de la policía pues está en peligro su vida”.
La tragedia de Doña Luz Helena Arismendi se cruza 34 años después con la historia de otra madre la señora Elizabeth Otavalo, madre desesperada de María Belén Bernal, con seguridad motivada por un pálpito, una corazonada caminó en solitario por la geografía del cerro Casitagua, asistiendo a un llamado incomprensible, un grito que aún resonaba en los matorrales.

El Casitagua es un volcán extinto muy cerca de Quito, en la línea ecuatorial, significa Monte malo de pie. Traducido del cayapa, del paez y del chol, ancestrales lenguas, que originalmente sería Caasetagual.
Tiene este topónimo algo que ver con el destino de los desaparecidos?, tiene que ver con los mitos de los primeros habitantes de estas regiones cercanas a Quitu?

Lo que si estamos seguros es que en el pie monte del Casitagua, se ubica la Escuela de Policía. El slogan o frase que leemos en el escudo policial “Servir y Proteger” ha quedado vaciado de sentido cada vez que un policía o una policía protagoniza un acto de violación de derechos a un ciudadano o ciudadana. Recuerdo con claridad las palabras de la policía Doris Morán y la madre de ella, cuando escuchábamos las grabaciones de audio extorsionando y generando falsas esperanzas a la madre de los niños Restrepo Arismendi. De dónde aprendió Doris Morán, mujer policía estas estrategias perversas para usufructuar del dolor de una madre, aprovechándose de su profunda congoja?.

Hace 34 años sucedió la desaparición de los hermanos Restrepo, María Belén Bernal una abogada, esposa de un policía en fuga tenía 34 años cuando es asesinada, coincidencia numérica o el monte malo de pie nos está diciendo algo, quizá que existe mucha información si los matorrales hablaran, o si el árbol solitario contaría sus anécdotas.

La simbología del escudo según la policía dice: “como pieza heráldica de primer orden se destaca de cuerpo entero un guerrero con la cabeza cubierta por un yelmo de acero; el brazo derecho levantado blandiendo una espada; con la mano izquierda sostiene un escudete plateado, en cuyo campo va inscrita la palabra “LEY”. Su pie derecho descansa sobre el lomo de un reptil dragoneado que representa el mal. El guerrero representa la fuerza de la Policía Nacional del Ecuador que reviste a los policías ecuatorianos de valor, abnegación y vocación de servicio, necesarios en la constante lucha, contra el mal, el desorden, la inseguridad. La espada representa la Justicia y Poder”.

Ilustrada retórica que cae en el vacío cuando un policía contrata un sicario para asesinar a su esposa y con ella a su propia hijita de ocho meses, por el simple hecho de liberarse de la demanda de la esposa y madre que exige el pago de pensiones alimentarias. Y para el vil acto, el policía le entrega al sicario su propia arma de dotación.

En el imaginario de los policías el castillo de Grayskull se funde con el niño divino vestido de policía, con la virgencita del Quinche con banda de la policía nacional y todos los santos posibles, la virgen del Tránsito, y hasta los sueños de los y las aspirantes a cadetes que quieren tomar la espada invocar el poder de Grayskull y convertirse en Hi Man para luchar contra la maldad personificada en skeletor; y los sueños de las niñas cadetes que se enfrentan sin haber olvidado a la cenicienta que se casa con el príncipe, ni tampoco a la bella durmiente que espera a su príncipe montado en un caballo blanco para liberarla de su maldición de pobreza y arreglar la vida. Llegan al castillo Greyskull y se dan cuenta que todo tiene su precio, que sacrificar la dignidad es pan de cada día, que debes asumir la orden sea lo que sea para mantener la estructura y el espíritu de cuerpo.

Aquí, en esta escuela del monte malo de pie, existe un imaginario torvo que se expresa en la opacidad de valores, se comenta que durante la formación de cadetes se les entrega un perro como mascota que les debe acompañar todo el tiempo de su aprendizaje y entrenamiento, cuando llega el tiempo de graduación, los cadetes para demostrar su elevado nivel de capacitación deben matar al animalito, arrancarle el corazón y comérselo, que gran pedagogía y metodología educativa está detrás de este acto de crueldad y deshumanización extremo.
Servir y proteger, un enunciado que se ha vaciado de valores y se ha inundado de crueldad y perversidad, que tristeza saber que en la escuela del mal se forman personas encargadas de servir a la ciudadanía y protegerla, se dice que el entrenamiento y la formación de los policías se basa en el principio del premio y castigo, premio cuando se demuestra haber aprehendido a cabalidad las enseñanzas y estrategias para servir y proteger, y castigo para pagar las fallas en el aprendizaje de las estrategias y metodologías recibidas al grito de “vuelta al árbol solitario carrera mar”.

La desaparición y asesinato de María Belén, la complicidad de ciertos miembros del cuerpo policial, el silencio de la jerarquía de línea de mando y antigüedad, la conscupiscencia, involucra al estado, con el mismo lenguaje carnicero se escucha a la voz de la autoridad anunciar que “volarán cabezas”, que pagarán su culpa los autores cómplices y encubridores del horrendo crimen, y cuando es tarde, demasiado tarde, creen que edulcorando o intentando poner una mano de gato de pintura sobre las paredes del castillo de Greyskull se cambia la imagen de la locademia.

Es momento perfecto para mirar, reflexionar y de ser posible levantar un prestigio fundamentado de una de las instituciones insignes de la seguridad, hoy tristemente célebre por su vinculación con el narcotráfico, por los asaltos a mano armada, por su involucramiento con las mafias organizadas.
Ahora es cuando cobra más sentido esa voz que suena con eco en nuestros oídos, “…yo les digo a los niños y jóvenes que no confíen en la policía, si ven un policía huyan y aléjense lo más lejos posible, no son personas en quien hay que confiar, huyan de la policía pues está en peligro su vida”. (Luz Helena Arismendi).

Por RK