Por Abraham Verduga

Que el Ecuador no gira en torno a un juicio político es una obviedad, pero este no es un juicio político más y su resultado nos compete a todos. La censura a Pablo Celi, personaje directamente responsable de la peor trama de persecución política que se haya desplegado en el país desde la vuelta a la democracia es un imperativo moral que supera todas las consideraciones institucionales, partidistas y electorales. Esta es una oportunidad inmejorable para hacer brillar la verdad, esa verdad secuestrada y torturada que tanto daño le ha hecho a la salud democrática de la patria, a todos nosotros.

Estarán quienes pretendan llevarse los “méritos” de esta censura, pero no olvidemos quienes fueron los responsables de que no exista informe de la Comisión de Fiscalización por presentar fuera de tiempo el pedido de prórroga para el juicio. Se han caído todas las caretas, se ha visto con claridad meridiana quién es quién en la Asamblea Nacional y qué intereses representan.

Hoy, el país entero tiene la oportunidad de dimensionar el daño causado por el odio político patrocinado por un gobierno nefasto que agudizó aun más los problemas con un Consejo Transitorio que engañó a muchos. No es la censura a una persona, compatriotas, ésta es la censura a la corrupción institucionalizada; es también un llamado de atención a la mala prensa que no dudó en presentar como “información” acciones con flagrantes vicios de nulidad, instrumentadas desde arriba, sin contrastar absolutamente nada.  

Pablo Celi tiene el mérito involuntario de, a través de su actitud criminal, colocar a la verdad histórica en el centro del debate político, y esto también abre la posibilidad de que confluyan en esta causa todas las fuerzas auténticamente democráticas y respetuosas de la constitución, sin que importe el color, ni la ideología. Ha llegado el momento de apostar aún más por la lucha contra la mentira como estrategia política. Porque sin verdad no hay libertad, ni democracia, ni derechos humanos, y eso te afecta a ti, a mí y a todos. Nunca más CELI CORRUPTO.

Por Editor