El Decreto 732 del desgobierno empresarial de Moreno suprimió la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo –Senplades-. Más allá de los detalles burocráticos sobre la división de las competencias o la degradación a una oficina en la presidencia, quisiera comentarles sobre el fundamento ideológico de la supresión de la Senplades.
La Senplades era la encargada de la planificación para el desarrollo. Reflexionemos con una pausa. Planificación para el desarrollo. Era la entidad que permitía sumar los idearios colectivos, refrendados democráticamente y expresados en la Constitución de Montecristi, y planificar –premisa esencial si realmente queremos algo en serio–. Senplades estaba a cargo de planificar el futuro para el Ecuador. Lo hacía aterrizando principios políticos a instrumentos técnicos consistentes y coherentes entre sí. (Ejemplo: el principio constitucional de “soberanía energética” debe aterrizar a prospectiva de consumo energético a veinte años plazo medidos en terravatios, a su vez en proyectos ubicados en cuencas hidrográficas con planificación territorial especial que tome en cuenta a las comunidades, a su vez en presupuesto con crédito externo o con fuente nacional, a su vez en instituciones –generalmente empresas públicas– que construyan, administren y operen, etc.)
Si el Estado –una de las expresiones colectivas e institucionales de la sociedad– no planifica su destino, quien va a terminar planificando es el capital. O lo que es lo mismo, la improvisación, guiada por los intereses cortoplacistas de los capitales especulativos, el riesgo país, de los matutinos televisivos del latifundio mediático, de los trinos tuiteros…
Si el Ecuador no planifica su futuro, serán otros quienes lo hagan. Eliminar la planificación para el desarrollo es aceptar la subordinación al colonialismo de la forma más lacaya. Quien planificará será la USAID. Quien planificará será el FMI.
En la misma semana que se suprimió la Senplades, se firmó el pacto con EE.UU. para el retorno de la USAID al Ecuador. En la misma semana que se suprimió la Senplades, se pactó una mayoría parlamentaria con el partido del banquero para implementar el acuerdo con el FMI. Ya lo dijo Anna Ivanova, la virreina colonial, “vamos a cambiar las instituciones”.
Y es que uno de los componentes del contrato de deuda con el FMI es el cambio de las reglas de planificación y presupuesto. Dice expresamente que el presupuesto debe venir “top-down” –de arriba hacia abajo– del Ministerio de Finanzas, y ya no de la Senplades.
¡Por eso es que el jurídicamente inexistente “plan prosperidad” es el mencionado en los documentos –incluyendo en los de la agencias de la ONU– aparenta prevalecer por sobre el Plan Nacional de Desarrollo aprobado a mediados de 2017!
Una de las últimas acciones de la Senplades del régimen del Buen Vivir fue dejar planteado el horizonte de planificación al 2030. Eso también se borró de la web. La Senplades nos propuso soñar un futuro: planteó con cifras concretas cómo llegar a la sociedad del bioconocimiento, nos habló de la planificación marino-costera –el Ecuador marítimo es más grande que nuestro territorio continental–, lideró la democratización del Estado para limpiarle de los conflictos de interés corporativos donde las cámaras de comercio decidían los destinos del país, elaboró los proyectos de leyes críticos para el desarrollo, ¡puso a disposición del Ecuador el más completo sistema de información sobre nosotros mismos…!
La supresión de la Senplades es el intento de suprimir nuestros sueños. Pero no lo lograrán. El mayor logro de la Constitución de Montecristi, fue posibilitar la materialización de su régimen de Buen Vivir con la Revolución Ciudadana; millones de ecuatorianos lo supieron sentir en carne propia. Y con esa vivencia, se construyó un estado mental que aspira a un futuro de posibilidades y no de resignaciones.
Ese estado mental, esa conciencia colectiva, ha sido sometido a una violencia psicológica equivalente a la tortura durante, ya, dos años. La violencia sicológica del “no se puede”, del “no puedes ser grande”, “no tienes derecho al futuro”, “eres un corrupto”, “se robaron todo”, etc. tiene la clara intención de romper ese estado mental de la esperanza, del optimismo, del futuro.
Pero no lo lograrán. Pronto despertaremos de esta nefasta pesadilla. Pronto retomaremos la senda del futuro, en colectivo. No nos quitarán el derecho al futuro.