Por Ramiro Aguilar
Sería bueno que Carlos Pólit, ex Contralor General del Estado, nos contara a través de su cuenta de Twitter ¿Cómo fue que Pablo Celi de la Torre fue a parar a la Contraloría? Durante años Celi fue el segundo a bordo del ente de control; el hombre de confianza de Pólit.
Pablo Celi, rompió la acción de personal con la que se le relevaba del cargo de Contralor Subrogante; y con el apoyo de un piquete de policías, se quedó de Contralor. Sería interesante saber si fue Gustavo Larrea, en ese entonces el “cerebro” del régimen de Moreno, o alguna otra persona, quién reclutó a Celi para arremeter contra el vicepresidente en funciones, Jorge Glas; y comenzar a tomar por asalto la institucionalidad nacional.
La vida le dio a Pablo Celi un sobrino llamado Raúl de la Torre, que entraba y salía de la Contraloría haciendo el trabajo sucio de su tío importante y de su tío abogado. Cuando Celi lo consideró oportuno, puso a su sobrino de secretario de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional. En otra ocasión, lo mandó, a trabajar de asesor del Gerente de Petroecuador; y aquí es dónde se le durmió el diablo.
El sobrino de Pablo Celi, hizo “negocios” en Petroecuador con una compañía cuyos ejecutivos estaban colaborando con el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Fue a Miami a reclamar un dinero y cayó en manos de las autoridades. En el Ecuador, cuando a Celi le preguntaron sobre su sobrino, dijo palabras más, palabras menos: “ni lo conozco”. Dicen que el equipo de fiscales de La Florida a cargo de los casos de corrupción que implican a latinoamericanos, es especialmente bueno. Seguramente se tomaron su tiempo, coordinaron el tema con el Departamento de Estado – que maneja la diplomacia -, y esperaron. Cuando acabó el gobierno de Moreno y Lasso ganó la elección, me parece que recibieron la bandera verde para actuar contra Celi y, supongo, le dieron toda la información a la Fiscal General del Ecuador.
Entre tanto, Pablo Celi era el héroe de la derecha ecuatoriana; de los periodistas; de los abogados constitucionalistas; de los activistas del Twitter, etc. No hay que olvidar que Celi pretendió destituir al CNE; inhabilitar al movimiento de la Revolución Ciudadana; y en un largo etcétera, llegó a ser el portavoz de Moreno la noche del domingo 13 de octubre de 2019, en la reunión con la que terminó el paro nacional. Incluso Jaime Nebot ha asegurado que Celi era la carta del golpe de Estado en caso de ganar Andrés Arauz las elecciones presidenciales del 11 de abril de 2021. Por el despacho de Celi en la Contraloría habrán pasado: los socialcristianos; los pachakutiks; los Enriquitos; la Lulu; el flaco García; ese otro par, los Abbott y Costello de los abogados constitucionalistas; los denunciólogos; y todos los que, a nombre de descorreízar el Ecuador, llegaron al botín de la institucionalidad.
La que evidentemente no pasó por ahí es la señora Diana Salazar. Ella fue políticamente funcional al grupo; pero de lo que se ve, no pidió favores a Celi y eso habla bien de ella.
Con las manos libres y con el expediente armado por este súper equipo de fiscales de La Florida, la Fiscal General decidió formular cargos contra el Contralor subrogante, hijo mimado del Consejo de Participación presidido por Julio César Trujillo y de la Corte Constitucional. Con la prisión de Pablo Celi, la señora Salazar emprendió también la tarea de enfrentar y desarticular la mafia de corrupción enraizada en la Contraloría General del Estado. Paradójicamente Celi sigue preso y todavía manda en la CGE. Increíblemente, la Asamblea Nacional no lo ha enjuiciado políticamente ni lo ha
En el Ecuador, cuando a Celi le preguntaron sobre su sobrino, dijo palabras más, palabras menos: “ni lo conozco”. Dicen que el equipo de fiscales de La Florida a cargo de los casos de corrupción que implican a latinoamericanos, es especialmente bueno. Seguramente se tomaron su tiempo, coordinaron el tema con el Departamento de Estado – que maneja la diplomacia -, y esperaron. Cuando acabó el gobierno de Moreno y Lasso ganó la elección, me parece que recibieron la bandera verde para actuar contra Celi y, supongo, le dieron toda la información a la Fiscal General del Ecuador. Entre tanto, Pablo Celi era el héroe de la derecha ecuatoriana; de los periodistas; de los abogados constitucionalistas; de los activistas del Twitter, etc. No hay que olvidar que Celi pretendió destituir al CNE; inhabilitar al movimiento de la Revolución Ciudadana; y en un largo etcétera, llegó a ser el portavoz de Moreno la noche del domingo 13 de octubre de 2019, en la reunión con la que terminó el paro nacional. Incluso Jaime Nebot ha asegurado que Celi era la carta del golpe de Estado en caso de ganar Andrés Arauz las elecciones presidenciales del 11 de abril de 2021. Por el despacho de Celi en la Contraloría habrán pasado: los socialcristianos; los pachakutiks; los Enriquitos; la Lulu; el flaco García; ese otro par, los Abbott y Costello de los abogados constitucionalistas; los denunciólogos; y todos los que, a nombre de descorreízar el Ecuador, llegaron al botín de la institucionalidad. La que evidentemente no pasó por ahí es la señora Diana Salazar. Ella fue políticamente funcional al grupo; pero de lo que se ve, no pidió favores a Celi y eso habla bien de ella. Con las manos libres y con el expediente armado por este súper equipo de fiscales de La Florida, la Fiscal General decidió formular cargos contra el Contralor subrogante, hijo mimado del Consejo de Participación presidido por Julio César Trujillo y de la Corte Constitucional. Con la prisión de Pablo Celi, la señora Salazar emprendió también la tarea de enfrentar y desarticular la mafia de corrupción enraizada en la Contraloría General del Estado. Paradójicamente Celi sigue preso y todavía manda en la CGE. Increíblemente, la Asamblea Nacional no lo ha enjuiciado políticamente ni lo ha destituido.
La Contraloría está en acefalía y no hay una sola acción concreta para remediarlo. Todo lo contrario, Celi, desde la comodidad de la Cárcel 4, ha nombrado a un subrogante del subrogante. Carlos Riofrío se llama el personaje. Vaya usted a saber de qué talante será el ñato que aceptó el encargo sin rubor alguno.
La Fiscal General habla mucho, eso es verdad; pero entre el ruido de sus declaraciones, hay que destacar una gran verdad: ella no puede llegar más allá. Ella ha hecho su trabajo, ha procesado a Pablo Celi y a su hermano Esteban – que era el pasador del sombrero. Más, no puede hacer. El resto le corresponde al Consejo de Participación Ciudadana, y no hace nada. A la Asamblea Nacional, y no hace nada. Definitivamente la clase política ecuatoriana ha puesto en evidencia que nadie tiene asco de su propia mierda.