Por Pedro Pierre
Aprovechemos este tiempo de campaña electoral paradetenemos a analizar cómo está organizado nuestro país. Así podremos en entender mejor las propuestas de los planes de gobierno de los candidatos. También podremos insertarnos mejor e influir en la dinámica económica, política e ideológica de nuestro país para hacerlo mejor.
LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA EN NUESTRO PAÍS
Ya en 1992 en su reunión de Santo Domingo (República Dominicana), los obispos latinoamericanos llamaban la atención a los cristinos: “En Pueblos de arraigada fe cristiana se ha impuesto estructuras generadoras de injusticia. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros países, porque los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsables del liderazgo ideológico y de la organización de la convivencia social, económica y política de nuestros Pueblo”.
Para entender cómo funciona la organización económica, digamos de entrada que la economía es la organización equitativa del compartir de bienes y riquezas para beneficio de todos los ciudadanos. La economía comienza cuando una persona decide producir algo. Por ejemplo, para sembrar maíz un campesino necesita una parcela de tierra, semilla, azadón o arado… Para construir una casa, un albañil necesita arena, piedra, cemento, tablas, pala, bailejo, sierra… Todo proceso económico necesita de 3 elementos básicos: el trabajador es el elemento indispensable, unas materias primas provenientes de la naturaleza y unas herramientas para facilitar el trabajo. Las actividades económicas desarrollan la producción, la extracción, la transformación, el comercio… Los frutos producidos por los trabajadores sobre la naturaleza benefician al sustento de la vida, las relaciones humanas, el desarrollo material y social, la creación de dinero… La regla de oro de la economía es el repartir y compartir equitativa para que cada uno tenga lo necesario para vivir dignamente.
El desarrollo inadecuado de la economía produce las desigualdades y la pobreza y miseria. Una de la causa principal de esta situación inhumana proviene de la acaparamiento o propiedad privada. Unos pocos se adueñan de la tierra, de las herramientas, del trabajo ajeno y de sus frutos, Esta situación produce el antagonismo de dos clases opuestas: la de los ricos que son propietarios y aprovechadores, y la de los pobres que desposeídos y explotados. Eso es la causa principal del empobrecimiento de la mayoría de la población: Se impide a los trabajadores gozar de los frutos de la naturaleza y de su trabajo. Son excluidos de la organización de su trabajo y de las decisiones en las actividades de producción, transformación, comercio, dinero… Se les impone un proyecto social desigual. Esta organización injusta de la economía se estructuró mediante la ideología del liberalismo o libertad extrema que organiza la sociedad en torno a la acumulación de bienes y dinero en unas pocas manos: Esa es la organización capitalista que cierra el camino a una vida digna, una organización social armoniosa y un desarrollo respetuoso de la naturaleza.
Frente a esta situación de injusticia siempre ha habido protestas, alternativas y propuestas económicas para el respeto de las personas, los derechos humanos y de la naturaleza. La experiencia de los pueblos indígenas, la historia del pueblo de la Biblia, el testimonio de muchos pensadores y el ejemplo de varios países nos dan elementos y caminos para organizar la economía de manera más conforme a dignidad del ser humano, a la convivencia social y el respeto a la naturaleza.
Los Pueblos Indígenas de todo el continente tienen otra manera más comunitaria de organizar la economía que se inspira en su cosmovisión y su práctica milenaria del ‘Bien Vivir’ o ‘la Tierra sin Mal’. El Pueblo más avanzado en este sentido es el de los Zapatistas en el Chiapas, México. Tienen la propiedad colectiva de la Tierra, el trabajo es de todos para el servicio de todos, la repartición de su frutos es equitativa y la armonía con la naturaleza facilita la salud corporal, mental y social.
La historia del Pueblo de la Biblia nos da valiosas aportaciones para una vida más justa y fraterna. Abraham y Sara y luego Moisés y Miriam tenían tres principios básicos: la libertad, o sea, no ser esclavos ni esclavizar a nadie, la equidad, o sea, el repartir equitativo de los frutos de la tierra a cada familia sabiendo que la tierra familiar no se compra ni se vende, y la fe en un Dios liberador con ellos.
Jesús de Nazaret retomó el proyecto de Abraham y Moisés, llamándolo el ‘Reino de Dios’ que es, según su primer discurso en su pueblo de Nazaret “buena noticia para los pobres, liberación de los cautivos (por las deudas), de los ciegos, de los cojos y proclamación del Año de la Gracia del Señor”, o sea, la devolución de la tierra a cada familia. Jesús condenó la acumulación de bienes y nos orientó para la buena utilización del dinero: “¡Con ese maldito dinero háganse amigos!” Para continuar la misión de Jesús, los primeros cristianos ponían sus bienes en común para que no haya ningún necesitado entre ellos. San Pablo lanzaba: “¡El que no trabaje no coma!” Y el apóstol Santiago reclamaba a los ricos por los malos salarios.
La conclusión es que el problema de nuestro país no son los pobres, sino los ricos que empobrecen a los demás. Por eso el papa Francisco es sumamente claro y duro en contra del sistema neoliberal: “Hoy tenemos que decir ‘no’ a esa economía que mata… !No a una economía de la exclusión! ¡No a la nueva idolatría del dinero! ¡No a un dinero que gobierna en vez de servir! ¡No a la desigualdad que genera violencia… Hoy todo entra en el juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil”.
En las próximas elecciones elijamos a personas capaces de enfrentar las estructuras económicas que generan pobreza. Esta situación de pobreza, según dijeron nuestros obispos latinoamericanos en Puebla (México, 1979) “no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas… que producen ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.
LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA EN NUESTRO PAÍS
Veamos el aspecto político diciendo de entrada que es la organización armoniosa del convivir nacional. El papa Francisco nos aclara sobre el asunto cuando dijo a las organizaciones sociales en Bolivia (2015): “La política no es un asunto de los ‘políticos’… Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”.
Esta reflexión del papa Francisco nos invita a diferenciar la política como servicio del Bien Común de la ‘politiquería’ de la mayoría de nuestras autoridades elegidas que utilizan su puesto para enriquecerse descaradamente. Mientras no saldremos de esta generalización cómoda para no implicarnos más, diciendo: “La política es sucia”, seguiremos cómplices de la corrupción de los malos políticos e indiferentes para un cambio en nuestro país.
Recordemos primero que la organización política nos incluye a todas y todos por ser parte del mismo país, y no sólo los que participan de las estructuras nacionales y locales. El Estado, apoyado por la policía y el ejército, está conformado por 5 poderes encargados de velar por la convivencia ciudadana: el legislativo con 137 asambleístas; el ejecutivo con el presidente, el vicepresidente y los ministros; el judicial con jueces, fiscales, Defensorías, Corte suprema y Corte Constitucional; el social con el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social; y el electoral con el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal de Contencioso Electoral. Nos guía y obliga a todas las y los ciudadanos la Carta Constitucional que la ley suprema de la nación: Por ejemplo, expone nuestros derechos en 72 artículos y los defiende si los conocemos y así lo exigimos. Si funcionaran adecuadamente, estos distintos espacios políticos defenderían nuestra dignidad, colaborarían a nuestro bienestar y conformaríamos una democracia participativa para nuestro beneficio general. Las organizaciones sociales, como dice el papa Francisco, serían el medio para logra más democracia, porque ésta consiste en expresar nuestras mayores necesidades, incidir sobre los métodos a utilizar para resolverla, participar en la realización de los proyectos, controlar y fiscalizarlos resultados.
El Pueblo de la Biblia durante la travesía del desierto organizó la participación de su gente mediante grupos para que tomaran decisiones afín de resolver los problemas que surgían entre ellos. Eso se llama la subsidiaridad que hace la democracia más efectiva. Una vez en Canaán-Palestina en tiempo de ‘Los Jueces’, tuvieron un gobierno colectivo compuesto de los líderes de las 12 tribus, llamados ‘Jueces’ o ‘Sabios’. Las decisiones que concernían a todos se tomaban en Asambleas generales de las tribus. Según el biblista brasileño Carlos Mesters, ‘Los Jueces’ o Líderes de las tribus seguían unos 7 principios políticos: 1. La igualdad y equidad se fundamentaban en la hermandad por ser todos hijos del Dios de Abraham y Sara. 2. La tierra era de Dios que la regalaba a cada familia, por eso no se compraba ni se vendía. 3. La organización descentralizada comenzaba por los clanes que eran unión de familias y las 12 tribus que eran uniones de clanes. 4. Las leyes que daban identidad se resumían en 10, llamadas los ‘10 mandamientos’: Era su Carta Magna que defendía la organización igualitaria. 5. La educación llegaba a todas las familias mediante una escritura simplificada. 6. La defensa contra los invasores de tierra era la tarea de los varones adultos que se unían al nivel de la tribu y entre tribus cuando era necesario. 7. Los sacerdotes no tenían propiedades: Vivían del diezmo (10% de lo que las familia producían en el año) y celebraban la memoria del éxodo de Egipto para mantenerla viva. Pero la llegada de los reyes por el año 1.000 antes de Cristo destruyó esta organización participativa. Los Profetas y los Sabios se encargaron de mantener vivo el proyecto de Moisés y Sara.
En su tiempo Jesús criticó continuó en la línea de los Profetas y los Sabios: Criticó duramente las autoridades de su tiempo tanto judías como romanas: “Los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos.” Por seguir a Jesús y mantener su organización fraterna e igualitaria, los primeros cristianos tuvieron que enfrentar las persecución del imperio romano esclavista: Lo calificaban de “bestia” que terminó vencida.
Hoy las alternativas al impero del neoliberalismo existen, por ejemplo, gracias a la resistencia y protagonismo de los Indígenas del continente. Par ellos, según su cosmovisión del Bien Vivir, el consenso comunitario es superior a la democracia. Nos enseñan también que una vida individual y colectiva respetuosa de la naturaleza y seguidora de su sabiduría es fuente de la armonía y de la justicia social.
Es bueno recordar una frases llamativas sobre la política. Ya en 1927, decía el papa Pío 11°: “La política es la forma más elevada de la caridad”. El gran profeta brasileño, monseñor Pedro Casaldáliga, proclamaba: “Si yo no me implico en política, no me implico en justicia ni en amor fraterno”. Y monseñor Desmond Tutu, obispo anglicano de África del Sur, se sorprendía: “No sé qué Biblia están leyendo quienes dicen que la Biblia no tiene dimensión política”. Concluyamos con el papa Francisco: “Al no atacar las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo… La inequidad es raíz de los males sociales”. En su carta “Todos somos hermanos y hermanas” nos indica los 4 caminos para lograr la meta del Reino que es la Hermandad universal: “La fraternidad sin frontera, la amistad social, el amor político y una espiritualidad liberadora”.
Actualmente en nuestro país los movimientos sociales son los espacios más adecuados para entender la política, confirmar los partidos y su candidatos, y encontrar los caminos participativos para transformar realmente la organización de nuestro país. ¿Cuándo saldremos de nuestro individualismo, consumismo y pasivismo para ser actores del país que soñamos y necesitamos?