El gobierno ecuatoriano se precia de dialogar, extender la mano y refrescar sus relaciones internacionales. A eso suma casi siempre una fuerte dosis de simulación para afrontar sus propias responsabilidades y echar la culpa, de todos los males de ahora, al gobierno anterior. Sobre el crimen contra los periodistas de El Comercio y la situación de Julián Assange todo eso se cae por su propio peso.
1.- El “caso” de los periodistas asesinados es de absoluta responsabilidad del actual gobierno y del colombiano. Bien sea porque no se ha transparentado la totalidad el proceso que devino en esos atroces crímenes o porque se dijeron tantas cosas para mitigar la avalancha mediática en contra de Lenín Moreno.
Si hay algo de responsabilidad sobre la incapacidad de afrontar el hecho está en la misma decisión del Primer Mandatario de cesar en sus funciones a César Navas y a Patricio Zambrano, ministros del Interior y Defensa respectivamente. ¿Si los cesó fue como premio o como castigo por el pésimo manejo operativo e informativo del hecho? (Bueno, parece que fue premio porque Zambrano ahora goza de un alto cargo en la Unesco en París).
Razón tienen los familiares del equipo periodístico al señalar que fueron engañados permanentemente por las más altas autoridades. Incluso, han sido cautos en no señalar a Moreno, pero muchos de ellos en privado recuerdan que cuando el Presidente de la República les habló de la negociación y del manejo operativo siempre tuvo como prioridad el rescate con vida de los periodistas, porque estaban en eso concentrados todos los aparatos de seguridad y las instituciones oficiales involucradas.
Hoy -como ese pésimo precedente que han sentado contra Rafael Correa- el mismo Moreno corre el riesgo de ser acusado, en el futuro, por cualquier funcionario o agente de seguridad como el responsable de no “hacer nada” para salvar la vida de los reporteros. Ojalá no le ocurra eso, pero hasta hoy solo hay una constatación: ese caso no es por culpa del gobierno anterior, no es que las Fuerzas Armadas estaban al mando de Correa o algo por el estilo. Todo lo contrario, pero gracias al concertado bloqueo mediático, ni el propio diario El Comercio asume con entereza la exigencia y defensa de una investigación transparente y frontal.
2.- Si todo estaba listo para la entrega del líder de WikiLeaks, Julián Assange, como se decía en la misma Cancillería entre los funcionarios, el dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de que es imposible considerar la “no entrega”, esto frenó el trámite en esa dirección, antes de la llegada de Moreno a Londres.
Julián Assange no es un “problema heredado”. Varios de los actuales ministros de Moreno, que en el año 2012 fueron asambleístas, alcaldes o altos dirigentes de Alianza PAIS valoraron como un ejemplo la decisión tomada por Correa de otorgar el asilo al periodista de WikiLeaks. Es decir, esa “herencia” no era una mancha ni mucho menos una irresponsabilidad legal, diplomática o política. Todo lo contrario.
Tras la gira por Inglaterra, Escocia y España, Moreno deja el sabor amargo y la sospecha de que más que cumplir con una política soberana reproduce el mismo discurso de Estados Unidos sobre Assange. Incluso, “coincide” en no llamarlo periodista sino hacker.
¿Dónde queda el humanismo que dice profesar el presidente Moreno si no comprende, en el marco de la teoría y práctica del derecho internacional y las relaciones internacionales, el sentido y el significado del asilo político como una institución humanitaria mundial, que ahora la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha destacado, tras responder a un pedido de Correa de hace dos años para solventar siete preguntas sobre “la institución del asilo en sus diversas formas y la legalidad de su reconocimiento como derecho humano”?.
Más allá de eso, Moreno parece querer quedar bien con el coro de opositores y detractores que tiene Assange (dentro y fuera del Ecuador), por encima de los criterios jurídicos y legales de decenas de entidades, ONG y personalidades sobre un caso histórico que no es precisamente el hackeo de documentos sino la revelación de cómo se vigilaba, perseguía y asesinaba a millones de personas en el globo por parte de la mayor potencia militar y nuclear del planeta.
Si de verdad el flamante canciller José Valencia y el mismo presidente Moreno se precian de transparencia invoquen ese valor político y expliquen al mundo entero cuál es el acuerdo con Estados Unidos sobre Assange o de qué modo van a proteger y salvar su vida. ¿Es mucho pedir un salvoconducto para trasladarlo a un lugar seguro, sano y adecuado para que prosiga su asilo o que venga, como ciudadano ecuatoriano que es, a suelo patrio para garantizar su seguridad y su integridad personal?