En un sui géneris: Cuento Medieval, Mark Twain, describe una situación paradójica. Una mujer abocada por la ambición de poder adopta identidad masculina para heredar el Ducado de un pariente. En el ejercicio del Ducado es acusada de haber embarazado a una dama de la Corte, lo cual es castigado con la muerte. Si el personaje de Twain prueba que no puede ser causante del embarazo por su condición de mujer, salva su vida de la pena de un delito, pero la pierde por otro, pues la usurpación también se castiga con la muerte.
¿Cómo resolvió el escritor la cuestión?
Pues no la resolvió. Literalmente abandonó la trama y los personajes ante la mirada absorta del lector. Dice, textualmente: “La verdad es que he colocado a mi héroe (o heroína) en una situación tan comprometida que no sé cómo arreglármelas para sacarle (o sacarla) de ella; y por eso prefiero desentenderme de todo este asunto y dejar a esa persona que se las componga como pueda… o se quede como está. Creía que iba a resultar bastante sencillo enderezar este pequeño entuerto, pero en este momento no lo tengo tan claro”.
El pequeño cuento de Mark Twain narra inicialmente una obsesión por el boato del poder, el Ducado, la silla del trono, la elegancia de la Corte, y la prosperidad asegurada. Sin embargo, luego de satisfecho el apetito de la vanidad, vienen las decisiones inherentes al ejercicio del poder, las cuales, en la mayoría de los casos, son complicadas y hasta dramáticas
Todo un plan de vida para llegar al poder debe ser sustituido inmediatamente por el plan del ejercicio del mismo.
No sé si en 1870 cuando Mark Twain escribió su Cuento Medieval sabía de la existencia de un pequeño país meridional llamado Ecuador que en esos años era gobernado por un monje laico, fanático y necio llamado Gabriel García Moreno. Lo que sí sé, es que la necedad y la insensatez de los gobernantes del Ecuador ha sido endémica.
Al igual que un aspirante a trono medieval, Guillermo Lasso, el presidente del Ecuador del año 2021, usó toda clase de argucias para llegar al poder. Créditos al 1% de interés anual y a 30 años plazo, ofreció. Que solucionaría los graves problemas del país en los primeros cien minutos de su gobierno, dijo, sin que le subiera el rubor al rostro.
Lasso, sin duda tuvo un plan para llegar a la presidencia; pero una vez sentado en ella, no tiene ni la menor idea de qué hacer, ni con quién hacerlo.
Como buen monarca medieval a su ausencia total de ideas ha sumado una militancia dogmática en la teoría de la Conspiración. Todos están contra él y su trono. Si se devela una investigación internacional sobre paraísos fiscales, evasión de impuestos y patrimonios ocultos, donde su rostro, desconocido hasta entonces por miles de millones de personas, aparece de portada del diario El País de España o el Washington Post, es el resultado de una conspiración internacional. Si su falta de ideas tiene paralizado al país, es el resultado de una conspiración interna de Rafael Correa, Jaime Nebot y Leonidas Iza.
El miércoles de la semana anterior, Lasso respondió las preguntas del bufón de la Corte que, a manera de periodista, hizo pasar un buen rato al presidente. El problema es que ese juego fue público. El Banco Pichincha fuera de línea más de una semana en perjuicio de sus clientes no es competencia del Presidente, dijo. La violencia en las cárceles es un problema de los guías penitenciarios, sostuvo. La revelación de los papeles de Pandora es un complot mundial, afirmó. El arlequín de la Corte, seguramente tenía en su garganta una pregunta que su posición en el entorno presidencial le impedía formular: ¿Cuál es su competencia Presidente, si nada es su competencia?
Necio e intransigente como buen monarca medieval Guillermo Lasso dijo que volvería a mandar a la Asamblea Nacional, esta vez fragmentado, su proyecto de Ley de Creación de Oportunidades que ni siquiera respeta la gramática, no se diga la Constitución.
Mientras escribo estas líneas, tengo toda la gana de dejar a Guillermo Lasso librado a su suerte, como hizo Mark Twain con los personajes de Cuento Medieval. Es tan irresoluble la trama que es mejor abandonarla. Allá que se arregle Lasso como pueda, que quede congelado en la incertidumbre absoluta de un cuento inconcluso. Una vez canonizado el santo Lasso, que se quede en los altares sin que nadie le rece. El problema es que no puedo. Vivo en el país que Guillermo Lasso preside y se me está acabando el oxígeno y se me pasa la vida viendo el desastre. Ya no estoy en edad de dispendiar los años; así que aquí me tienen, dándole insumos al Presidente.
No sea necio, su Ley de Creación de Oportunidades no sirve. Le estafaron. La única forma de revivir la economía del Ecuador es inyectándole recursos al ciudadano y a la pequeña y mediana empresa. Lamentablemente desde 1830 en el país el único motor de la economía ha sido el Estado, su gobierno no puede despellejar la administración pública. Vamos presidente, hay que sostener el empleo de los servidores públicos porque además de mantener la demanda agregada, es lo que permite la prestación de los servicios públicos. ¿Qué sentido tiene el Estado si no da salud, educación, seguridad, justicia a sus ciudadanos y ciudadanas? Veo con pena que usted ha asistido a muchas charlas de Teoría de la Conspiración y a pocas clases de Teoría Económica.
Le hago notar que usted está gobernando un país violento. El Estado que usted preside, está desde el año 2017, en descomposición; y un Estado en tal circunstancia, deja campo abierto a una violencia generalizada. Baje de su sillón Presidente, salga a la calle, constate que hay violencia social. Oiga la violencia verbal de sus asambleístas Villavicencio, Ordóñez y Cordero en sus discursos en el parlamento. Lea y mire la violencia que usan sus heraldos alias los 4 Pelagatos o La Posta. Observe la violencia escénica de Carlos Vera.
Cuide a sus radicales de Derecha, a sus irresponsables libertarios. Cuidado y le venden la idea – los democratacristianos son capaces de todo -, de que la autoridad se ejerce con represión. Un sistema político, escribe Michel Wieviorca, puede perfectamente a causa de sus crisis, su cerrazón, su total sumisión a un régimen o, por el contrario, su descomposición en un pluralismo caótico, crear las condiciones favorables para el surgimiento de conductas de violencia susceptibles de degenerar en actos de terror.
Dialogue Presidente, aprenda a oír. Comprenda que usted representa a un 20% de los votantes que son su núcleo duro y votaron por usted en primera vuelta. El restante 80% de los ecuatorianos y ecuatorianas no somos neoliberales ni somos sus partidarios. Suspenda los incrementos de los precios de los combustibles, tienen un efecto inflacionario mensual y no se olvide que la inflación es el más injusto de los impuestos. Ponga gente competente en los ministerios de Economía y Trabajo. En resumen, Presidente, ¡Hágase cargo!
Tomado de Desalineados