Editorial RutaKrítica
Los voceros gubernamentales no atinan a explicar la real situación de la economía y, en consecuencia, tampoco cómo afrontar las demandas sociales. Y en ese escenario tampoco ayuda la opacidad con la que se mueven las instituciones y sus titulares, ahora más interesados en retuitear todos los mensajes del Presidente de la República.
Con entrevistadores al servicio del poder difícilmente habrá un real debate y mucho menos un verdadero esclarecimiento de cómo está el país. Incluso, si alguien sale a decir que ahora estamos peor que antes inmediatamente es acusado de correísta y con eso se acaba el debate. O lo que hacen la Ministra del Interior, el Ministro de Gestión de la Política y el vocero oficialista el Secretario Particular del Presidente: repetir el libreto mediático para no quedar mal con los dueños de los medios y de paso tener canales abiertos, pero jamás dan noticias, certezas o alguna evaluación cierta y sin demagogia de cómo está el Ecuador. Y qué decir del Secretario General de la Presidencia, al parecer más ocupado en sus negocios que en la verdadera tarea: informar qué hace el gobierno y a quién está beneficiando con acciones no conocidas a fondo.
Si la caja fiscal está en rojo no es precisamente porque los precios del petróleo estén por los suelos o nos asole una desgracia natural. Tampoco porque estemos pagando las deudas y compromisos por los TBI firmados en los gobiernos de la partidocracia. Mucho menos estamos a punto de la crisis por el “enorme gasto público”. La verdad, como dicen ciertos especialistas, es por la incapacidad de administrar el Estado, por el entreguismo a las petroleras y, sobre todo, por las leyes aprobadas por la derecha legislativa para reconfigurar el modelo económico del gobierno anterior.
Y como todo se sabe: el actual escenario tiene el objetivo de crear las condiciones para una eventual renuncia de Lenín Moreno o la muerte cruzada y con ello, supuestamente, la entrega total y absoluta a los socialcristianos, que ahora empiezan a tomar distancia para lavar su imagen de gobiernistas y acólitos del morenismo. Todo esto al muy estilo febrescorderista, con el asesoramiento de Durán Barba y ahora Mario Elgarresta. Claro, no queda de lado el manejo oscuro y perverso del líder de Democracia Sí, movimiento convertido ahora en el nuevo AVANZA del prófugo R. González.
Si la encomienda socialcristiana al Consejo de Participación Transitorio se cumple a cabalidad no nos sorprenda que sea el propio Julio César Trujillo el que provoque la muerte cruzada dada “la calamitosa situación institucional y económica del Ecuador”, como acostumbra decir en las entrevistas con sus contertulios favoritos. Además, lo anterior, no vendrá precisamente de un exhaustivo análisis de la realidad ni mucho menos del efecto de la “década robada” como suele inventarse el poder mediático. Habrá una batería de justificaciones, tal como ocurrió con la Consulta Popular, para desmontar el poder del mismo Moreno, aniquilar cualquier opción legislativa para una sucesión presidencial o un diagnóstico de la salud del Primer Mandatario. Tal como lo hacía en su tiempo Febres Cordero y sus operadores con ropaje de izquierda.
Claro, todo esto también depende del crecimiento electoral de Jaime Nebot, que todavía no supera los niveles necesarios para apuntalar una candidatura firme y segura. Incluso habrá que conocer en su real magnitud la situación económica y, más que nada, la temperatura de una reacción social que cada vez se manifiesta desde los mismos sectores (maoístas y gremiales) que apoyaron a Moreno en la Consulta sin medir los efectos de su odio político.