Por Gonzalo J. Paredes
Es imprescindible analizar un supuesto pacto que provocó una catarata de “hábitos” rasgados. La abstención en una votación desencadenó la furia twittera de los que dicen apoyar a Correa y juraron irse para no regresar. Son cuestionadores a tiempo completo, siempre devorados por un aura de intelectualidad desmedida que les impide diferenciar entre los alcances que conjeturan un pacto y un acuerdo. Asimismo, inobservan, no puedo decir que lo hayan olvidado, la condición de preso político de Jorge Glas. Esto sin contar los otros casos de persecución política y los que están por venir, si se considera la fase indagatoria de la Fiscal General del Estado contra los miembros de la Comisión de Garantías Constitucionales por investigar al presidente de la República con respecto a los Pandora Papers.
Con base en la certeza de que Ecuador es parte de un plan en Latinoamérica para erradicar al progresismo (conocido como lawfare), Rafael Correa participó de un dialogo motivado en primera instancia por Guillermo Lasso y su aliado político Jaime Nebot. Después de 4 años de persecución, Correa trató de impedir una reedición del lawfare e implementar una comisión de la verdad que evidenciara la persecución de la que fue objeto la Revolución Ciudadana. El conocimiento público del acuerdo, posterior a la traición de Lasso a Nebot, generó suspicacia entre las facciones correístas.
Posteriormente, la Revolución Ciudadana ha fracasado en el intento de establecer una mayoría legislativa estable y capaz de erradicar la judicialización de la política en Ecuador. El progresismo debe entender que la vigencia del lawfare hará imposible detener al neoliberalismo. Son las dos caras de una misma moneda, y en una de ellas es muy visible el rostro de Jorge Glas. El exvicepresidente es un preso político, que por conveniencia (y por odio) no lo acepten las demás tiendas políticas es muy conocido, pero que varias facciones del correísmo no consideren como tema prioritario su salida de la cárcel es algo que raya en la deslealtad y la poca sensibilidad hacia la vida de Glas.
El correísmo debe enterarse que la Revolución Ciudadana está sola frente al gobierno en la Asamblea Nacional. Hace unos días, fracasó en su intento de que se debata en el pleno la interferencia de la fiscalía en la función fiscalizadora de la Asamblea Nacional. ¿Cuántos asambleístas de Pachakutik no apoyaron esta moción? ¿Cuántas veces se ha repetido las abstenciones y las divisiones? A pesar de esto, algunos todavía siguen creyendo que es posible un pacto legislativo con el movimiento indígena. Los crasos errores ideológicos en la elaboración de políticas públicas y en los acuerdos son analizar con el «estómago lleno» y mantener como referencias «mundos ideales», casi utópicos. El primero lo comete la derecha, el segundo la izquierda.
¡No sean tan puritanos!