Editorial RutaKrítica

Ya no cabe duda del pacto nebotmorenista: bajo la condición de sostenerlo en el cargo la derecha más oligárquica apoya al gobierno actual, ocupa todos los campos de la Justicia y modela el sistema económico para lo que resta de la década y posiblemente para la próxima.

Si en algún momento Lenin Moreno ilusionó a ciertos sectores con aquello del respeto a la “independencia de funciones”, un comunicado de la Secom lo desnudó por completo: “El gobierno del Ecuador rechaza la actuación de aquellos asambleístas que se presentan como morenistas… Las auténticas democracias y los sistemas legales independientes se caracterizan porque todo los habitantes, sin distinción, están sometidos a la Ley…” Sobran los comentarios.

Apenas presintieron que podrían perder la votación en la Asamblea para que ésta desautorice a una jueza de la Corte Nacional de Justicia la vinculación de Rafael Correa en un juicio forjado, prescrito y ya con sentencia en Colombia, inmediatamente se activaron todas las alarmas y cundió el pánico en Carondelet.

El secretario particular de Moreno, Juan Sebastián Roldán (ahora convertido en vocero, secretario de comunicación y ministro de la política), el viernes 15 de junio, lo explicó mejor en una “entrevista” en Radio Pública: “Lo que sucedió ayer responde a la falta de información, de comunicación y ahora queda clara la posición del Gobierno”. Por supuesto, cuando no hay claridad (porque no hay  política de comunicación) hace falta salir a interferir en las otras funciones del Estado. Y acotó algo que en su boca suena ridículo: “No podemos dejarnos presionar por el peso del Gobierno anterior”. Insistió en la supuesta postura de Moreno: “Transparencia y Justicia”. ¿Por qué entonces el comunicado y la exhortación a actuar contra Correa?

Todo ello aconteció en la misma semana cuando se destituyó al Consejo de la Judicatura, sin más razones que las de señalar y condenar la amistad de sus integrantes con el ex presidente Correa. Y en la misma semana que se nombró a sus reemplazos, nada más y nada menos encabezados por un socialcristiano de pura cepa, que de administración de Justicia no sabe nada y que su mayor mérito es haber sido contralor del Estado para tapar todos los informes de auditoría de la era febrescorderista.

No cabe duda, insistimos, que el pacto ‘nebotmorenista’ está en marcha y con ello, además deja de lado a todos aquellos que quisieron, desde una supuesta postura de izquierda digna y casta, hacerse cargo de todas las instituciones de control y de administración de justicia. Para ellos solo fue suficiente la Defensoría del Pueblo y quizá más adelante la Defensoría Pública. Donde está el hueso y la carne de la disputa política, del manejo real de los poderes y para solventar sus acciones (Judicatura y Frente Económico) es para la derecha dura y cruda del Ecuador.

¿Cuántos de los que estas semanas aplauden y hacen homenajes a Julio César Trujillo estarán pensando que él los representa y va a ser el vengador de los movimientos sociales y las causas de las supuestas organizaciones de trabajadores, indígenas y mujeres? Por supuesto, se tapan la nariz y siguen adelante en su afán de ocupar ciertos cargos y justificar su existencia política haciendo de la burocracia su trinchera de supuesta transformación social.

Ya no cabe ninguna especulación y mucho menos un travestismo para seguir pensando que Moreno y sus ministros del área social están por la transformación social a favor de los pobres y en función de las causas de la revolución. De hecho, esa palabra desapareció de la boca de todos los ministros, porque ahora lo que cuenta es la no existencia de ideologías, el capital privado, la inversión extranjera y el castigo a todo aquel que huela a correísmo.

La justicia en manos de los socialcristianos no solo perseguirá a Correa, que ya lo hace de caso en caso, de juicio en juicio y de mentira tras mentira, sino que a esos mismos actores sociales que osen protestar por las medidas económicas les aplicarán todo el peso de la ley, los informes de la Contraloría y el aparato represivo bajo la conducción de una embajada y sus asesores instalados ya en ciertos ministerios y cuarteles.

Moreno y Nebot consolidan de este modo el montaje de un precorreísmo. Y la historia está como maestra del sentido que adquiere para los socialcristianos el uso y abuso de la justicia, como por ejemplo cuando ya empezaron por desechar un juicio en contra de un banquero que le debía buena plata y responsabilidades al Estado ecuatoriano. Bienvenidos al precorreísmo duro y crudo.

 

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