Samuele Mazzolini

Los últimos acontecimientos en la frontera norte ecuatoriana, cuyos más deplorables hechos han sido el cobarde asesinato de tres periodistas, la muerte de 4 militares y el secuestro de dos civiles -hasta ahora en manos de grupos delincuenciales-, han desatado confusas dinámicas de todo orden, a nivel político, geopolítico y mediático.

El bien ganado apelativo de “isla de paz” que tenía el Ecuador no significaba que el país fuera un paraíso pacífico en la tierra, ni mucho menos, sino que ha logrado mantenerse exento, tanto de guerras sangrientas (basta con ver a los vecinos inmediatos), como de secuestros políticos y asesinatos a periodistas, tan trágicamente frecuentes en otras partes del mundo, y en la propia Latinoamérica, para no ir más lejos.

Qué desesperanzador ha resultado que a río revuelto hayan llovido los dedos acusadores de todo tipo, y en toda dirección. Mucho se ha escrito ya en medios y en redes sociales, sobre las supuestas culpas de la crisis actual.

Mientras desde las varias oposiciones van los ataques al actual gobierno por el fatal desenlace cosechado hasta ahora, desde el gobierno y todo su aparataje mediático oficial, con el entusiasta apoyo de muchos de los grandes medios privados, burdamente se culpa al gobierno anterior, como si no fuese irrefutable que en la década pasada no se tuvieron que lamentar crímenes de esta magnitud.

Cuan conveniente le resulta al gobierno, en su burda estrategia para endosarle todas las culpas al pasado, revivir los fantasmas de supuestos nexos del gobierno de Correa con las FARC, llegando al ridículo de sugerir que el desarrollo vial fronterizo, con el puente binacional en Mataje como ejemplo, habría sido para favorecer al narcotráfico; ¿quién asesora al presidente Moreno, para ni siquiera darse cuenta de que él mismo, no hace mucho, incluía a ese puente como una obra concluida por su gobierno?

En todo caso, burdas o no, las acusaciones contra del gobierno anterior cumplen bien la función de desviar la atención de serios, y cada vez más preocupantes, giros geopolíticos del país, en especial en su relación con los Estados Unidos gracias a la coyuntura, en apenas algunos meses, han recuperado un terreno que con Correa no pudieron conservar.

Seguramente Donald Trump no tendrá ni idea de quién será ese tal “Guacho”, ni estará tampoco al tanto del drama ecuatoriano desatado por sus crímenes; pero sus funcionarios de rango medio hacia abajo, si que deben estar muy inmersos en el tema, pues vaya que están metiendo goles de media cancha, como si de repente, tuvieran el arco contrario semi abandonado.

Así pues, el presidente Moreno recibió a finales de febrero al Subsecretario Thomas Shannon, quien muy jubiloso declaró que era el “momento propicio para refrescar las relaciones”. Nada de malo con eso, salvo que en diplomacia ciertas formas son fundamentales, puesto que implican niveles de representación y, por tanto, no es del todo normal que un presidente, como la máxima autoridad jerárquica de un país, se reúna con un funcionario de nivel medio, cuya contraparte jerárquica está apenas a un nivel de subsecretaría.

En todo caso, lo normal no siempre aplica para los EE.UU., y habrá que felicitar al embajador de Trump en Quito, Todd Chapman, por la jugada tan eficiente para su gobierno.

Seguidamente, a finales de abril, varios acuerdos bilaterales para la lucha contra la “delincuencia organizada transnacional” han sido ya firmados por la DEA y el embajador Chapman, con el Ministerio del Interior y la Policía del Ecuador. ¿Algo de malo con eso? Difícil saberlo, porque se trata de acuerdos “secretos”. Otra buena jugada del Embajador de Trump en Quito.

Actualmente, la más reciente causa de celebración para mister Chapman, y que le viene de perlas como cortesía del presidente Moreno, es el nombramiento del flamante Ministro de Defensa, el militar retirado Oswaldo Jarrín, quien ya fuera Ministro de Defensa en el 2005–2006, bajo la presidencia de Alfredo Palacio.

El regreso de Jarrín rompe con una época en que el Ministerio de Defensa estuvo a cargo de civiles, incluidas tres mujeres, algo inédito en la historia del Ecuador; si bien se trata de un experimentado y bien preparado ex militar -a primera vista un perfil que la compleja crisis fronteriza, quizás, requiere- resulta difícil entender que alguien de posiciones ultraconservadoras, haya aceptado ser pieza protagónica de un gobierno que se dice “socialista”.

¿Cómo la va a llevar el nuevo Ministro de Defensa, por ejemplo, con la Canciller, a quien hasta hace pocos días públicamente culpaba de afán de protagonismo para rescatar prestigio artificiosamente, y de sacrificar la imagen del país sin la menor preocupación… para beneficio personal, asunto impropio para un Ministerio”, en referencia a la candidatura de María Fernanda Espinosa a la Asamblea de la ONU?

Candidatura que, dicho sea de paso, es muy importante para fortalecer lo que ha sido (cada vez menos) una de las ramas progresistas del gobierno, y que sería un reconocimiento para la política internacional del Ecuador en la última década.

¿Cómo la va a llevar con la Ministra de Justicia, cuando se tengan que juzgar las violaciones a los derechos humanos y los delitos catalogados como de lesa humanidad atribuidos a ex miembros de las fuerzas armadas, e investigados por la Comisión de la Verdad bajo en gobierno de Correa, un elemento opuesto a la supresión del servicio militar obligatorio y negador de que el siniestro Plan Cóndor afectó alguna vez al Ecuador? ¿Aprobará el ministro Jarrín otra grotesca intimidación del Alto Militar en la Corte Nacional de Justicia, como lo hizo en noviembre 2015?

¿Cómo se manejará el flamante ministro Jarrín frente a las medidas implementadas para reducir las desigualdades entre tropa y oficiales, que cuestionan los históricos privilegios de estos últimos, como, por ejemplo, la sencilla y justa medida de que tropa y oficiales tengan un rancho con el mismo menú, o que, por lo menos, coman en la misma vajilla, sino en los mismos comedores?

Semejantes alcances de equidad no deben ser posibles en una “institución jerarquizada”, puesto que, según el ahora ministro Jarrín, por el contrario, serían para “crear división, restar autoridad, desmoralizar, crear desconfianza”  Como en cualquier empresa, no pueden estar el gerente, los accionistas y los obreros en el mismo lugar, no pueden tener los mismos servicios…»

No muy progresistas, que digamos, los criterios que ahora retornan a las Fuerzas Armadas.

En todo caso, lo que sí parece que irá de maravillas, es la relación del nuevo ministro con el talentoso embajador Chapman, a juzgarse por la cercana y confiable relación que el general Jarrín mantuvo con la embajada de los Estados Unidos, según los acuciosos reportes diplomáticos que la Embajadora norteamericana enviaba desde Quito, la ocasión anterior que Jarrín fue Ministro de Defensa.

Así, por ejemplo, en cable 06QUITO1910_a, del 2 de agosto 2006, la embajada reporta:

Luego de su regreso de los EE. UU., Jarrín declaró públicamente que había viajado a los EE. UU. para presionar al secretario Rumsfeld y al Secretario de Estado Adjunto Shannon para que proporcionaran una exención del Artículo 98 y aumentaran la asistencia militar a militar.

Entiéndase por artículo 98 el artículo del Estatuto de Roma que establece que la Corte Penal Internacional, CPI, no podrá requerir la entrega de estadounidenses acusados de crímenes de guerra o lesa humanidad a los países que tengan un acuerdo firmado con Estados Unidos; por Secretario de Estado Adjunto Shannon, entiéndase, oh coincidencia, el mismísimo Subsecretario Shannon que para “refrescar las relaciones” el presidente Lenín Moreno recibió en Carondelet, recientemente, 12 años después; por asistencia militar a militar, entiéndase relación directa de ejército a ejército.  

Otro cable el 06QUITO85_a del 11 de enero 2006, relata:

La Embajadora y el segundo de misión se reunieron el 10 de enero con el Ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, para discutir su próxima reunión bilateral de seguridad con el Ministro de Defensa colombiano, Camilo Ospina Berna…La embajadora expresó la preocupación del gobierno de EE. UU., por la afirmación del gobierno ecuatoriano de que el glifosato es inseguro y sus llamados a suspender la fumigación aérea a menos de 10 kilómetros de la frontera ecuatoriana…  Jarrín respondió que no elevaría el problema de la fumigación en su reunión con Ospina, y agregó que la Cancillería conserva la responsabilidad sobre las fumigaciones… Nos alienta saber que evitará el asunto problemático de las fumigaciones”.

En síntesis, la embajadora intercede directamente con el Ministro de Defensa, para evitar que éste trate con su homólogo colombiano, nada menos que lo que para ese momento era el tema más importante y sensible de la relación bilateral con Colombia: las nefastas fumigaciones que tanto daño hicieron a nuestra población fronteriza y a nuestro medio ambiente, denunciadas y combatidas por las organizaciones ecuatorianas de derechos humanos.

Para tranquilidad de la embajada, el ministro Jarrín, muy deferente y comprensivo él con las prioridades políticas de Washington, se comprometió a ni mencionar el tema. Vaya que los embajadores norteamericanos siempre tienen un gran poder de convencimiento.

El cable 06QUITO2151_a, del 28 de agosto 2006, muestra como la embajada era, a su vez, grata con los funcionarios receptivos a sus pedidos; para el caso, los Estados Unidos le financiaron al Ministro Jarrín la publicación de su producto estrella, el “Libro Blanco” que, a decir de la embajada, actualizaba el enfoque de seguridad del Ecuador hacia la nueva amenaza del narco-terror:

“El Grupo Militar de EE. UU. brindó asistencia financiera para el proceso de actualización de la política, lo que permitió al Ministerio de Defensa traer a dignatarios de defensa de Argentina y Chile. La financiación de EE. UU. también ayudó a pagar la impresión del texto y la presentación del 10 de agosto.”

Por “traer a dignatarios” se entiende el pago de sus vuelos; y por “la presentación”, se entiende los gastos del evento y el cóctel. Buen árbol benefactor al que se arrimaba el ministro.

Ahora bien, ¿por qué el Ministro de Defensa de un país soberano, debería tener relación directa, y agenda propia, con la embajada de otro país, cualesquiera que este fuere? Eso es lo sucedía con el general Jarrín y muy probablemente con muchos de sus antecesores también.

No faltará quien diga que una relación así era comprensible, puesto que le permitía al ministro conseguir favorcitos de la filantropía norteamericana, por aquí y por allá, para financiar su estrecho presupuesto institucional.

Lo más impresionante aquí, sin embargo, es que el general Oswaldo Jarrín se relacionaba con la embajada aún después de haber sido ministro.

El cable 07QUITO175_a , del 22 de enero del 2007, es muy revelador:

En una reunión el 19 de enero con la Embajadora, el ex ministro de Defensa Oswaldo Jarrin advirtió sobre una conversión de las fuerzas armadas ecuatorianas al estilo de Chávez…

La Embajadora se reunió con el ex Ministro de Defensa, Oswaldo Jarrin, en su residencia, el 19 de enero, para conocer sus puntos de vista sobre Larriva, nuevos nombramientos militares y avenidas para continuar la cooperación en materia de seguridad. Jarrin permanece cerca de los líderes militares actuales, proporcionándonos una visión bien informada sobre la institución…

… Jarrín advirtió a la Embajadora sobre lo que llamó una «toma de poder de estilo venezolano» por parte del presidente Correa. Jarrín dijo que los militares ecuatorianos probablemente pronto serán inundados por oficiales venezolanos y cubanos, probablemente a nivel de brigada. Señaló que la elección de Larriva para jefe de la defensa, el general Héctor Hugo Camacho Pauta, tiene un conocido récord de desprecio por la ética, que Correa podría manipular fácilmente para controlar las acciones de Camacho…

Jarrín expresó consternación por lo que caracterizó como las «mentiras» del nuevo gobierno sobre la inexistencia de producción de coca en Ecuador… La relación con Colombia es más amplia y más importante que las fumigaciones aéreas, dijo, y discrepa con la fijación actual del gobierno de Correa sobre el tema de la fumigación…”

Así pues, el ex ministro, perdón, el hoy otra vez ministro gracias al presidente Moreno, habría pasado a la categoría de asesor gratuito a domicilio, ya que muy presto acudía a facilitar su “visión bien informada” hasta la residencia misma de la embajadora norteamericana, lugar que, por cierto, constituye parte integral y protegida de la misión diplomática.

En el mismo cable 07QUITO175_a, la afortunada embajadora concluye:

“Jarrín es un conservador de línea dura y propenso al análisis alarmista, pero sus temores de una toma de poder al estilo de Chávez del ejército ecuatoriano y el aumento de asesores venezolanos y cubanos aquí, son preocupaciones que tomamos en serio y seguiremos monitoreando de cerca.”

Al final del día, la embajadora tuvo mucha razón al caracterizar de “alarmista” a su “bien informado” asesor, puesto que las predicciones de una inundación cubano – venezolana de las fuerzas armadas nunca, ni de cerca, ni de lejos, ocurrieron.

La embajada norteamericana, en cualquier caso, disponía puntualmente de información privilegiada y rigurosamente detallada de operaciones militares de frontera y de combate al narcotráfico. Para la coyuntura actual, cuando en desmedro de las propias Fuerzas Armadas y fuerzas policiales, se habla tan simplonamente de una supuesta permisividad fronteriza del gobierno de Correa, es útil conocer el siguiente comentario de la propia embajada, en su cable 07QUITO2570_a, del 29 de noviembre 2007:

“El nuevo liderazgo militar parece haber presentado al Gobierno del Ecuador un compromiso renovado de patrullar y controlar la frontera norte con Colombia. El fervor de presidente Correa con respecto a la soberanía agrega un ímpetu adicional a este compromiso”.

La mirada histórica y panorámica que nos ofrecen los cables diplomáticos de WIKILEAKS, nos permite entender cómo el ayer se encuentra con el presente. Los escépticos de estos históricos documentos deberían saber que los mismos son hoy en día aceptados en varias cortes del mundo, como evidencia en procesos judiciales.

No por nada se dice que WIKILEAKS partió en dos la historia del periodismo. Sus publicaciones, no solo que catapultaron a la fama a su editor en jefe, sino que, además, le merecieron una feroz persecución política, cuya única red salvadora, hasta el momento, ha sido el asilo concedido por el presidente Correa en el 2012.

A pesar de que el presidente Moreno quizás no entiende el fondo y la importancia de la actividad periodística de WIKILEAKS, y que se refiere a Julian Assange, equivocada y simplistamente, como “hacker”, y que tampoco está consciente de cuánto en el mundo se valora la valiente actitud protectora del Ecuador, es de justicia reconocerle su mérito en haberle otorgado al periodista Assange la nacionalidad ecuatoriana para incrementar su protección, algo que ni el propio Rafael Correa llegó a hacer.

Es, por tanto, incomprensible cómo ahora, de protegido y asilado político reconocido por la Naciones Unidas, Julian Assange haya pasado a estar totalmente incomunicado, sin derecho si quiera a visitas, ni a comunicación telefónica, algo que resulta imposible de entender para cualquier analista serio desde el exterior.

El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos del Ecuador lo ha condenado en un contundente pronunciamiento. Un presidente no debería incomunicar a un periodista y privarlo de derechos humanos básicos, así sea que sus opiniones, supuestamente, contravengan cualquier tratado de asilo, algo que también es muy discutible.

En cualquier análisis político, una pregunta básica es: ¿a quién ha beneficiado una coyuntura? Quizás, en un futuro no muy lejano, futuras acciones como las de WIKILEAKS nos permitirán entender mejor por qué míster Chapman y su país tendrían buenos motivos para agradecer al despreciable y sanguinario Guacho, por todo el terreno político esta coyuntura les ha permitido recuperar en el Ecuador.

 

Por admin