Por Ramiro Aguilar

Francisco Barbosa, Fiscal General de Colombia, llegó al Ecuador con una carpeta bajo el brazo. Vino a reunirse con la Fiscal General del Ecuador, Diana Salazar ¿Qué trajo Barbosa? Las pruebas del supuesto aporte de “Uriel”, un guerrillero el Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN, a la campaña de Andrés Arauz. Todo esto después de que la revista Semana de Colombia, publicara un reportaje donde sacó a la luz la presunta contribución de USD $ 80.000 dólares por parte de los “elenos” a la campaña de UNES. Con este antecedente, doña Diana Salazar abrió una investigación previa y no solamente mandó una carta rogatoria de cooperación penal internacional a Colombia, sino que mandó a traer al Fiscal Barbosa.

La publicación de Semana se dio siete días antes de las elecciones presidenciales del 7 de febrero. Barbosa llegó justo después, en pleno conteo de votos, en medio de la reunión Lasso/Yaku.

Dejemos estos datos aquí, por un momento, y abramos el lente un poco más.

Lenin Moreno Garcés es el presidente peor evaluado y con más baja credibilidad de Sudamérica. Un traidor político que no ha podido traer ni siquiera las vacunas para el Covid. Un obsecuente servidor del Fondo Monetario Internacional. Un alma oscura y extraña. Personaje de humor degradante, discurso ramplón. Un presidente de estas características que, además, está a menos de cien días de dejar el poder, no es buena compañía para nadie.

La Fiscalía General del Ecuador no es la vitrina de la eciencia. Solo en los últimos dos meses el sicariato ha matado a un candidato a la Asamblea Nacional (Cholo Mendoza); al jefe de la banda de “los choneros”; y al presentador de TV Efraín Ruales, sin que la scalía haya identicado a quienes ordenaron sus crímenes.

En otras palabras, ni Lenin Moreno, ni la señora Salazar, tienen el prestigio internacional suciente para traer al Fiscal de Colombia etado. Lo usual, en estos casos, es que después de la petición formal, la contraparte internacional remita los documentos requeridos. La venida del Fiscal de Colombia en persona, es absolutamente inusual.

Si la visita es algo extraña; su temporalidad lo es más. Barbosa llega casi inmediatamente después de que se supiera que Andrés Arauz ganó la primera vuelta electoral con el 32% de los votos.

Paralelamente a la visita de Barbosa, los medios posicionaron a Guillermo Lasso y Yaku Pérez como la pareja política del momento. Un puñado de actas con inconsistencias dan la diferencia de votos suciente para que Lasso deje a Pérez fuera de la segunda vuelta. Al candidato de Pachakutic no se le ocurrió mejor idea que pedir a Lasso que acepte una reunión personal para, juntos, dar anuencia al CNE para una reapertura de urnas incluso mayor de las que tienen actas con inconsistencias. Si Lasso acepta, como en efecto aceptó; y si en efecto ganó, el cándido Yaku, el rey del Saxo, se compromete a apoyarlo en las elecciones de abril. Para Pérez las diferencias con Lasso no son conceptuales, son tan solo una formalidad caballeresca; la represión de octubre del cogobierno Moreno/Lasso, un detalle menor; y el hecho de que Lasso apoye las medidas del FMI, una niñería.

Hasta aquí todo a lo bien, como dicen en Colombia, salvo que los medios corporativos vendieron la boda Lasso /Pérez, como el néctar de la civilidad política. Las portadas de los diarios llevaron exclusivamente sus dos fotos. Arauz, el ganador de la primera vuelta con casi doce puntos de diferencia, desapareció del imaginario mediático.

Es obvio que solo uno de los dos será el contendor de Arauz en abril. Parece que ese será el banquero Guillermo Lasso. Otra vez, como en algunos juegos de azar, la banca gana. El tema es que doña Diana Salazar, entró en escena. Ella, también es demasiado débil políticamente para meterse en un asunto que supera, de largo, incluso el poder terrenal de su cargo como es la elección del presidente de la República.

Recapitulemos: Un gobierno desprestigiado trae al Fiscal de Colombia; una scal superada por las exigencias cotidianas de su cargo, se entrevista con él; y abre una investigación previa. Todo en medio de un ejercicio mediático para poner en la retina de los ecuatorianos a los candidatos que quedaron en segundo y tercer puesto, sacando de escena al ganador.

Periodistas extranjeros han visto esta movida como una jugarreta abiertamente antidemocrática, con injerencia del único poder real capaz de mover al gobierno de Duque a enviar a Barbosa al Ecuador; y darle la palmada en la espalda a la señora Salazar para que se meta en la aventura inverosímil de pretender procesar a Arauz en plena lid electoral. Ese poder, a la luz de los analistas internacionales, no es otro que el gobierno norteamericano y su aliado incondicional Colombia. Obviamente, con la aquiescencia del gobierno de Moreno.

No creo que el gobierno de Joe Biden, quiera usar las mismas prácticas del gobierno de Trump -que casi partieron a los Estados Unidos y dejaron lastimada su democracia-; para boicotear las elecciones presidenciales de Ecuador. No obstante, tiene música que la burocracia menor del Departamento de Estado (su ocina de asuntos latinoamericanos), haya armado la movida con una torpeza mayúscula.

Por supuesto que quizá el gobierno norteamericano no tiene nada que ver. Que la explicación más sencilla sea que Salazar leyó la revista Semana y llamó a Barbosa para decirle: “Venga al Ecuador y pase dejando las pruebas en mi despacho”. A lo que el Fiscal de Colombia pudo responder: “Con gusto señora, pero me manda el avión o me paga el combustible”. Desde luego, doña Diana pudo acceder con esa generosidad espléndida de autoridad de país petrolero.

Todo es posible en los países tropicales. Lo que no es posible, ni siquiera en ellos, es impedir con una investigación penal individual una elección general. Las investigaciones deben darse después de las elecciones. Si no, sería fácil la maniobra: enjuicie penalmente al candidato que no le guste hasta dejar en la elección solamente a los que agradan a quienes están en el poder.

USA o no USA, hay que estar alertas. Las autoridades designadas por los concursos o los dedazos de Julio César Trujillo, son capaces de cualquier cosa.

Tomado de Desalineados

Por Editor