Ya se lo dice cada vez más universalmente: “¡El sistema neoliberal ha fracasado porque es totalmente incapaz de librarnos de la pandemia del coronavirus!” ¡Qué contradicción! porque no se iba a inventar algo mejor: “¡Marcaba el fin de la historia!”… aunque sus mentores, el 1% de la Humanidad, buscarán por todos los medios ‘resucitarlo’. Es la gran oportunidad para sustituirlo por un sistema humano y respetuoso de la naturaleza. Eso depende de una conciencia que se vuelve artesana del gran cambio económico, política, social, cultural y religioso que necesitamos. “¡O muere el sistema neoliberal o muere la civilización humana!”, escribió el Washington Post en la capital mundial del neoliberalismo.
El fracaso del actual sistema mundial
Frente a la pandemia del coronavirus, las organizaciones mundiales han sido incapaces de hacerle frente eficazmente. Ningún país ha propuesto una reacción global. El mismo sistema neoliberal ha sido ineficaz para sostener su organización financiera de mercado bursátil y no sabe decir la cantidad de empresas multinacionales que han colapsado o que China ha comprado a ‘precio de gallina muerta’… Peor han podido fomentar desde los ministerios de salud alguna respuesta eficaz para proteger a sus ciudadanos. En Estados Unidos se rechaza de los centros de salud a los contaminados que no tienen seguro social y se lo condena a morir en la calle. Trump se queda como payaso mudo, pero sí envía a Europa 40,000 soldados con su material militar para hacer maniobras conjuntas, ¿para enfrentar qué ‘enemigo potencial’?… En Guayaquil, ni se recoge los cadáveres de los fallecidos en la calle… Ni hablar de las Instituciones internacionales: la ONU, la OMS (Organización Mundial de la Salud)… están incapacitadas de proponer alguna alternativa. Europa se encuentra perdida sin propuesta común para enfrentar la pandemia. No se trata sólo de ‘¡Sálvese quien pueda!’, sino “¡Muérete sin piedad!’ Lo reconoció el mismo presidente francés. ¿Y los grandes medios comerciales de comunicación internacionales? ¡Muy bien, gracias! “Estamos en una mal momento que vamos superando. No se preocupen. Hemos pasado por peores situaciones”.
¿Y América Latina? Los gobiernos neoliberales que desbancaron o traicionaron los gobiernos progresistas se empeñaron en fomentar la corrupción, a destruir lo que se había hecho a favor de la salud y a desbaratar la integración latinoamericana. En Ecuador, somos un país a la deriva, con un presidente ausente, un sistema de salud desbordado, un ministro de economía que tiene la desfachatez de pagar 300 millones de deuda al FMI mientras somos el país con más muertos por el coronavirus. En Brasil los militares afirman que están dispuestos a apoyar a quien sustituya el actual presidente. Por otra parte, se niega ayuda financiera internacional a Venezuela para enfrentar la pandemia. Estados Unidos impone nuevas sanciones económicas a Irán que busca apoyo monetario contra el coronavirus. Israel persigue su invasión de Palestina y mata a más y más palestinos que resisten y protestan. ¡Qué perversidad la del neoliberalismo que no sabe contar los muertos que provoca por millones, pero sí, acumular millones dólares de ganancias a costa de países destruidos y pueblo asesinados!
¿Qué Organizaciones populares o qué países destacan en esta lucha contra la pandemia del neoliberalismo? Las Organizaciones sociales, sindicales, campesinas, indígenas, juveniles, feministas… no han dejado de protestar y proponer alternativas. Pero ¿quiénes los escuchan…? ¡fuera del papa Francisco! Los 3 países que se han lanzado en la lucha solidaria contra el coronavirus son China, Rusia y Cuba, por ser no tan neoliberales que se diga.
A las Iglesias no les va mejor por privilegiar la dimensión espiritual en vez de la solidaridad, el compartir, la compasión, la ayuda para enfrentar la enfermedad y el hambre. ¿Van a salir alternativas creíbles y eficaces de las promocionadas devociones populares, adoración masiva del santísimo, cadenas de oraciones, rosarios cotidianos, misas por televisión o facebook…? ¿Dónde está la ‘opción por los pobres’ tan cacareada por jerarquías encerradas en sus templos y un clero de sacristía? Hace 41 años, monseñor Leonidas Proaño regresaba de la reunión episcopal latinoamericana de Puebla, México. Los obispos del continente acababan de comprometerse por una ‘opción preferencial, profética y solidaria por los pobres’. El mismo monseñor nos decía en la primera reunión nacional de las Comunidades Eclesiales de Base de Ecuador en Santa Cruz de Riobamba que la opción por los pobres era “una opción por las causas de los pobres y por su liberación de la miseria… manera actual de la Iglesia de América Latina de seguir eficazmente a Jesucristo”… ¡Palabras, lindas palabras! que se quedaron en los libros, libros que ni pudieron leer muchos seminaristas, aduciendo sus profesores que el Vaticano había condenado esta teología de la liberación… ¡Iglesia desprestigiada e Iglesias que se vacían! ¿Qué dirán ahora las Iglesias evangélicas que apoyan cada vez más descaradamente a gobiernos neoliberales como en Brasil, Bolivia y Estados Unidos? ¿A qué santo milagroso o a qué pastor salvador de sus pecados van a acudir los millones de pobres latinoamericanos, que no dejan de aumentar y morir?
Si somos tan incapaces de actuar, a lo menos démonos cuenta que los actuales sistemas neoliberal y religioso han colapsado y deben ser tirados a tacho de la basura o al crematorio. La Tierra no resiste más los efectos de nuestra destrucción y está cansada de soportar una Humanidad que la contamina mortalmente. ¿No será el coronavirus un aviso que nos dice: ‘La próxima vez los elimino a toditos’? Antes de que sea demasiado tarde, empecemos a encontrar alternativas de vida personal, espiritual, económica, sanitaria, social… afín de no retornar sin más “a la normalidad” que nos ha llevado a tal catástrofe. Si no, ¡lo peor está por venir! Y ya llega. Los cristianos tenemos mucho que aportar a este gran cambio indispensable y urgente para vivir como humanos y hermanos.
La Pascua de Semana santa… o ¡Rumbo a una nueva Humanidad!
Hace unos pocos días, leyendo o escuchando uno de los muchos comentarios sobre el coronavirus, me quedó grabada la frase siguiente: “Al origen de la humanidad, pasamos a ser humanos cuando empezamos a defender juntos a los más débiles”. El autor hablaba que con esta pandemia, estábamos “contra la pared”: o seguimos entrado por la puerta de auto-suicidio planetario o damos un salto cualitativo hacia una humanidad mejor, cuidando de la Tierra y de los más débiles. Una humanidad nueva mediante una nueva creación, obras de nuestra autoconciencia humana. Terminaba diciendo el autor que no había más alternativa. Es hora de pasar de ‘gusanos’ que nos arrastramos a ‘mariposas voladoras’.
Casi enseguida relacioné dicha frase con el momento en que nos encontramos: la Semana santa. Claro no es una Semana santa como las demás. No habrá las multitudinarias procesiones del viernes santo donde se recuerda a un muerto que, para la inmensa mayoría de los peregrinos, no resucitó, porque están ausentes de las celebraciones del sábado de gloria y del domingo de resurrección. Y los grandes medios de comunicación nos pasarán las películas noveladas y tergiversadas de un Cristo bandolero, de un Mesías espiritualista, de un soñador ingenuo, de un rebelde fracasado por creer en un dios que ama la sangre humana, anciano escondido en el cielo de los fantasmas que creamos los humanos para tranquilizarnos. ¡Fuera de las procesiones del viernes santo, no pasa nada porque seguimos iguales! Iguales de pobres, iguales de individualistas, iguales de corruptos, iguales de desorganizados, iguales de inconscientes, iguales de cobardes, iguales de consumistas y materialistas. ¿Nos despertará el coronavirus?
¿“Ser humano es empezar a defender juntos a los débiles”? porque ‘ser inhumano’ es ser indiferentes a lo que le pasa al vecino; porque ‘ser inhumano’ es acumular bienes y dinero sin aceptar que es el precio de la sangre y muerte de muchos pobres; porque ‘ser inhumano’ es preocuparse más del cielo que de la tierra y de los humanos; ‘ser inhumano’ es vender armas para asesinar pueblos enteros, es traficar drogas con la complicidad de instituciones podridas; ‘ser inhumano’ es pagar salarios de miseria condenando a jóvenes, mujeres y adultos a vivir como animales; ‘ser inhumano’ es negociar con la religión para imponer un cristianismo ‘opio del pueblo’… ¿Por qué estamos tan lejos de la primera semana santa y nos cuesta tanto entender el mensaje original de Jesús?… porque nos conviene, porque preferimos la mediocridad a la dignidad, y la maldad a la felicidad…
Resumiré la misión de Jesús y la meta de su Pascua -pasión, muerte y resurrección- en la frase que abre este artículo: Jesús nació, vivió, murió y resucitó para que lleguemos a ‘ser humanos’, es decir, a defender juntos a los más pobres, tal como lo hizo él. Por eso lo mataron porque defendía al Dios de los pobres y no una divinidad inventada por los ricos para defender sus privilegios y tapar sus fechorías. Jesús vino para el Reino y no para salvarnos de pecadillos que poco tienen que ver con la defensa de la vida y de la dignidad de los pobres. Las autoridades imperiales y religiosas de su tiempo necesitaban de pobres, de muchos pobres para seguir siendo ricos, opulentos y creyentes de un falso dios que los protegiera de cualquier cambio. Parece que con el paso de los siglos nos quieren seguir imponiendo esta religión del imperio, del dinero, de la violencia y de la muerte sin resurrección. Pero parece también que hemos comenzado a romper el círculo de la mentira y de la opresión, si comenzamos a pensar quién fue Jesús y cuál era su proyecto de Reino: “Ser humanos por defender juntos a los más pobres”.
Que esta Semana santa nos revele, más numerosos y decididos, la verdadera misión de Jesús, el verdadero rostro de Dios, el verdadero objetivo del Reino, el verdadero sentido de la vida: “Defender juntos a los pobres”. Esa es la Pascua que necesitamos todos. Entonces ‘¡Rumbo a una nueva Humanidad!’, entre todos y desde los pobres organizados.