Iván Sierra
Como la mitad de mí es optimista empedernida, creo que cada lunes mis artículos llegan a nuevos lectores, por eso reitero mis críticas a la mala prensa, esa que Pulitzer calificaba de “cínica, mercenaria y demagógica” y que la creía capaz de crear pueblos igualmente cínicos, mercenarios y demagógicos.
Mi otra mitad, por cierto, es tan pesimista que cree que nadie lee mis artículos, por tanto puedo volver a escribir sobre las deficiencias y excesos de la mala prensa, esa que ahora ha vuelto a cogobernar, pero que nunca dejó de ser un actor político como lo reconoció el periodista Andrés Carrión hace pocas semanas: “… Nosotros dictábamos sentencias desde los micrófonos […] éramos actores políticos y al mismo tiempo éramos periodistas…”.
Construyendo sobre lo anterior, voy a contarles de mi amigo Martín, un comerciante guayaquileño de clase media, de cuarenta años de edad, educación universitaria, ajeno al activismo y a la militancia política y con una vida rutinaria, sosa y ordenada. Pocas horas después del anuncio del presidente Moreno acerca de presuntas irregularidades en obras petroleras del gobierno anterior, mi amigo Martín me envió un mensaje de WhatsApp que ponía “[Rafael] Correa sí que ha puesto sobreprecios. Siempre que el río suena, piedras trae. Tiempo al tiempo”.
El texto del mensaje haría sonreír a Michelena, Cuesta, Roldán y a quienes cogobiernan desde los micrófonos y mesas de redacción. Martín es su triunfo.
Desentrañemos esto. Cuando Martín escribe “Correa sí que ha puesto sobreprecios”, está dando por sentadas tres ideas que se realimentan entre sí: 1. que la denuncia del gobierno es real; 2. que el responsable es el propio Correa; 3. que estos casos no son los únicos.
Rafael Correa es, en la mente de mi amigo Martín, el protagonista de la corrupción. Justo lo que pretende posicionar el concubinato prensa-gobierno.
Esto es producto de lo que en Sociología de la Comunicación se denomina “framing” o encuadre, que es influir en la percepción de las masas a través de “encuadrar” o vincular a, por ejemplo, una persona, con un concepto constante. Ejemplo: Correa siempre debe estar vinculado a corrupción. Es como poner su foto en un marco (frame) con el título corrupción; no importa cuál foto pongamos, siempre quedará en el mismo marco. Por eso Martín, casi como un reflejo condicionado, sentenció que la corrupción petrolera era #CulpadeCorrea.
Sigamos. Martín también escribió “siempre que el río suena, piedras trae”. El refranero popular es un recurso de síntesis; usarlo valida desde el empirismo una afirmación que podría carecer de evidencias porque se asume que la frase ancestral está certificada por el peso y el paso de los años. Martín, al usarla, apostilló sobre su aserto anterior.
Algo más del refrán: En la expresión “el río suena” hay una catedral de contenidos. El río son los medios de comunicación y las redes sociales; también los grupos de amigos y colegas que hablan de lo mismo porque se informan a través de los mismos medios, porque escuchan el mismo río. Es una caja de resonancia.
Martín está en la caverna, encadenado, y solo puede ver -en este caso oír- la caja de resonancia de los ríos que suenan igual y que repiten lo mismo, como los peces del villancico, pero en lugar de beber, repiten y repiten y vuelven a repetir en un loop nefasto y de consecuencias sociales espantosas.
A esto en Comunicación y en Filosofía se lo conoce como “pensamiento único”, que según Ignacio Ramonet es: “la pretensión de los medios adscritos al poder de universalizarlo todo en su beneficio”. Todos los medios que consume Martín dicen lo mismo, por eso da por hecho que si el río suena, es #CulpadeCorrea.
Finalmente, “tiempo al tiempo”. #VengodelFuturo: Cuando haya transcurrido el tiempo indeterminado que pide Martín, ya lo habrán saturado con otras decenas de denuncias, titulares, memes, etc., y estará más seguro que antes de algo de lo que nunca vio pruebas y de lo que solo escuchó una versión.
Martín es el triunfo de lo peor de la prensa ecuatoriana, que con su proceder deleznable conduce a la ciudadanía a un estadío peor que la desinformación: la “malinformación”.
¿Qué río suena, Martín, en tu caverna? ¿Vas a quedarte siempre en ella? Mira a tu izquierda, hay una ruta para salir de allí, una RutaKrítica. No es fácil, la libertad nunca lo fue.