Orlando Pérez

El 21 de marzo pasado Jaime Nebot puso un tuit en los siguientes términos:

“Conceptualmente celebro toda candidatura a la Presidencia de la República; eso consolida la democracia. A propósito PSC-MDG tienen derecho y obligación de tener candidato (a) a la Presidencia de la Republica el 2021, y lo tendrán”.

No fue muy comentado, de hecho apenas tuvo 59 respuestas, 121 retweets y 237 Me gusta. No digamos que pasó desapercibido, pero de una cuenta de casi un millón de seguidores es casi nada.

Desmenuzando el mensaje parecería soso y hasta simple. ¿Celebrar una candidatura a la Presidencia de la República es algo trascendente, algo con lo que un pueblo pueda estar feliz de un momento a otro? La pregunta se responde sola. ¿Y una candidatura consolida la democracia? ¿No se quejan los grandes “analistas de que hay demasiadas candidaturas presidenciales en los comicios generales?

Una candidatura, por sí sola, no consolida una verdadera democracia. Hemos tenido tantos candidatos, el propio Nebot fue dos veces y perdió y ya sabemos cuál fue su reacción en las dos ocasiones. Y quienes le ganaron ni consolidaron la democracia y tampoco fueron ajenos a sus deseos y pensamientos. ¿O Sixto Durán no hizo lo que él habría hecho en ese cargo? ¿Con Abdalá Bucaram quizá hubo diferencias en las formas pero en la política económica y social no fue menos socialcristiano que Nebot?

Lo de fondo está en el final del mensaje: la derecha socialcristiana tendrá candidato a la presidencia. ¿Noticia? No, faltan tres años aún. ¿Acaso no tuvo candidata en las dos últimas elecciones presidenciales? Sí, pero perdió. Por tanto no es una novedad que lo tenga. ¿Dónde está la novedad? Seguramente ahí si hay tela por cortar.

1.-  Todo lo ocurrido desde hace un año, después de la derrota de Guillermo Lasso devolvió a la derecha más extrema la mirada hacia Nebot. El alcalde de Guayaquil ha insistido que se retirará de su actual cargo, pero no ha sido enfático en señalar si piensa en una candidatura presidencial. Su tuit podría leerse que sí. No pudo ser candidato porque con Rafael Correa sabía que perdía y ahora la Consulta Popular, promovida por Lenín Moreno, ha despejado el camino para la única opción de la derecha con posibilidades de ganar una elección presidencial en tres años.

2.- Nebot celebra toda acción del gobierno actual. En las entrevistas y en sus mensajes, además de los votos que apoya su partido en la Asamblea a las propuestas de Moreno es evidente que su amistad con el actual mandatario sobre pasa las supuestas diferencias ideológicas. Hay un pacto tácito y avanza sin freno. Es muy difícil entonces creer que todas las acciones para supuestamente “descorreizar” el país no forme parte de un acuerdo político entre los dos personajes, cada uno de ellos asesorado por el mismo estratega político: Jaime Durán Barba.

3.- Pavimentado el camino para descartar una candidatura de Correa en el 2021, consolidada la campaña mediática de desprestigio de todo lo hecho en la década pasada, así como construida la estrategia para erigir la imagen del salvador Jaime Nebot, es evidente que no habrá duda en la derecha, en los medios y en el actual gobierno que la transición de la que tanto se habló fue para garantizar el retorno del poder financiero y oligárquico, que con Lasso no pudo. La pregunta es si el mayor accionista del Banco de Guayaquil, que ya se postuló para la Presidencia del 2021, dará un paso al costado o entrará a disputarle a Nebot ese cargo. En las izquierdas difícilmente habrá un candidato porque ellas que tanto se opusieron a Correa han hecho todo para que Nebot sea su líder. Los Larrea, Ayala Mora y hasta la Conaie y Pachakutik estarán felices en su afán de descorreizar Ecuador de la mano de un “aliado estratégico” que pagará bien los favores y devolverá la “democracia” con su candidatura. Ese es el escenario más probable de ahora, pero en Ecuador todo puede pasar en un día y cambiar la historia y hasta los planes del mejor estratega o de la maquinaria electoral más aceitada. Sino pregunten qué pasó con Pepe Serrano y sus afanes presidenciales.

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