La violación del territorio venezolano, por una banda de mercenarios es un hecho. Lo declaran los dos “contratistas” gringos, lo hablan oficiales traidores venezolanos, lo reconoce y promueve la CNN. Hasta la Bestia Apocalíptica, habló de ello para lavarse las manos. Pompeo dice con todo desparpajo, “si lo hubiéramos dirigido nosotros hubiera sido exitoso”.

¿Quiénes no se pronuncian? La OEA y el Grupo de Lima, La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Unión Europea como cuerpo regional.  De la OEA ya no extraña nada, porque con Luis Almagro a la cabeza ha reasumido, con entusiasmo digno de mejor causa, el papel de Ministerio de las Colonias. Es cómplice y promotor de la invasión junto a los países que votaron por él para su reelección. No se van a pronunciar pues son parte de la conspiración contra la democracia en Venezuela y aspirantes a las migajas que les ofrece el Imperio.  Igual, es una vergüenza que Cancillerías como la de Brasil, Ecuador o Perú, de larga tradición diplomática, no se pronuncien públicamente, ni para preguntar qué pasó.

La SIP, los defensores de la libertad de expresión, no dicen absolutamente nada, ni como noticia.

La Unión Europea, está de acuerdo con la invasión. Qué vergüenza para sus gobiernos. Al margen de la opinión política perversa y colonialista, que sigue reconociendo al delincuente de Juan Guaidó, lo que es inadmisible es que no se pronuncien sobre el hecho de que se contrate una invasión. Es decir el señor Jordan Goudreau dueño de la empresa Silvercorp ofreció invadir Venezuela, por menor precio que la empresa Blackwater, de propiedad del señor  Erik Prince.  Y esto ya se toma como parte del “mercado de las invasiones y de la política imperialista internacional”.  Los mercenarios, o soldados de fortuna no son un invento nuevo en las guerras. Tienen siglos de existir, al menos desde la existencia de los Estados. Ya ocurría así durante las guerras coloniales de mediados del  Siglo XX. Los Belgas y los franceses los utilizaron en el Congo y en varias ex colonias africanas. Se hablaba de ello bajo la mesa, pues quedaba cierto pudor aún.

 Pero, que hoy, con las conquistas democráticas alcanzadas, con el desarrollo ideológico sobre temas fundamentales como los derechos de humanas y humanos, el feminismo, el género, y en plena búsqueda de “un mundo nuevo en el combate a la pandemia”, guarden silencio como Gobiernos, sobre un ataque mercenario evidente y comprobado y no digan nada los europeos es muy, muy preocupante.

Ya el mercenarismo forma parte del libre mercado y es aceptado como tal. Los “contratistas” (eufemismo para definir a los mercenarios) no tienen responsabilidad política, no representan a un Estado, y por lo tanto son los encargados de las tareas sucias, del secuestro, asesinato, tortura, e invasiones a la carta. El reciente ejemplo de estos dos soldados yanquis, que ingresan a Venezuela pensando que los iban a recibir con los brazos abiertos  miles de oficiales y soldados, declaran con toda serenidad dónde los entrenan, qué hacen, cuántos son y el plan de garantizar un aeropuerto, una torre de control, para sacar al Presidente Constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, y llevarlo a Estados Unidos o en su defecto matarlo. Esta es parte de la trama y la conversan no bajo tortura, sino describiendo su contrato.

Pública y abiertamente CNN entrevista al Señor  Rendón quien sostiene que sí pagó cincuenta mil dólares por la consultoría, que incluye la opción de secuestro y asesinato. Y nadie de la derecha dice nada sobre el tema. Me refiero a los grandes canales de TV, me refiero al laureado Vargas Llosa o a los distinguidos ex presidentes de la derecha “defensores de la democracia.”  Nadie se escandaliza. Ya es parte del capitalismo.

Pronto saldrán ofertas de dos invasiones por el precio de una, en países más pequeños y seguirán los medios y los gobiernos cómplices silenciosos y esperando como buitres para lanzarse sobre las riquezas de esos países.

Este es el capitalismo al que nos enfrentamos. No es otro. Es el capitalismo de los gángsters, pero a nivel de multinacionales. Ya no importa si son elegidos o no, lo que importa es la cantidad de dinero que controlan y la cantidad de matones que tienen a sus órdenes (Ejércitos como la OTAN, o contratistas como los que he mencionado). No te gusta, contrato a matones para que te peguen, sicarios para que te maten o empresas grandes para que te invadan. Así es la cosa. Se puede disfrazar de más compleja, se le puede adornar con términos de sociólogos o politólogos eruditos, pero se reduce a eso. Así fue el asalto a Libia, a Irak, así es en el Congo. Cada una de estas operaciones les han rendido miles de millones de, dólares a la banca Estadounidense y Europea.

En Venezuela, la trama continúa.  En las guerras marítimas de los tiempos de barcos de vela, se lanzaba un “brulote” (una embarcación menor con fuego encendido) para  distraer la atención y poder abordar por el lado opuesto. Esta operación puede ser un brulote para ver cómo reaccionaba el pueblo y cómo funcionaba el “Escudo Bolivariano”. O simplemente puede ser un fracaso en la lista de derrotas contra la revolución Bolivariana. Otro error de la incompetencia de los servicios de inteligencia imperiales y un triunfo revolucionario de los servicios de inteligencia democráticos.

Lo que sí queda muy claro es que se valida al mercenarismo, se da carta blanca a la  delincuencia operativa en la política. La DEA que contrata narcos, el dinero que es robado al pueblo venezolano para pagar a delincuentes. Contratos debatidos públicamente para asesinar al Presidente. No hay novedad. Eliott Abrams fue parte del escándalo Irán Contras (por lo que estuvo preso), destinado a destruir la Revolución Popular Sandinista. Sigue ahora con el mismo libreto en Venezuela. Pompeo debe de tener como libro de cabecera (si lee) las Memorias de Al Capone, y Trump, que no lee, miente de una manera descarada al decir que no sabía nada.

La respuesta de los pueblos no se deja esperar. Venezuela ha demostrado ser una fortaleza inexpugnable y su pueblo, su enorme mayoría, resiste años de agresiones imperiales de todo tipo. Este ataque es uno más en la última ofensiva. Puede ser, que la gran ventaja es que divida más aún a la oposición y se encuentren nuevas puertas políticas, pero mientras esas bandas delincuenciales del neoliberalismo continúen gobernando no disminuirán los ataques contra Cuba, Nicaragua y Venezuela. Los mercenarios “perros de la guerra”, seguirán buscando negocios y los dueños de las empresas multi-multi-millonarias seguirán contratándolos.

La respuesta a la pandemia puede ser que nos abra los ojos, pero la lucha democrática trasladada a las calles será la única forma de derrotar a este capitalismo insaciable que solo beneficia a esa minoría desalmada que lo controla. Permítanme repetirme, pero la Espada de Bolívar, el pensamiento de Martí y Sandino y la guía de Fidel siguen siendo caminos por recorrer hacia la construcción de un mundo multipolar, más democrático, y ojalá respetuoso con nuestra Matria, la Pachamama.

Por Editor